Desde hace 33 años Jesús de la Serna es piloto de Iberia, una compañía que ha tenido que hacer un ERTE para tres meses por la pandemia del coronavirus. Pero él ha podido formar parte de ese grupo de "suertudos" que sigue trabajando para, además, hacer algo útil: traer a España material sanitario desde China.

Esta semana está haciendo su segundo vuelo de estas características, pilotando un Airbus 350 con el que, en días pasados, ya trajo 15 toneladas de material, aunque en otros vuelos similares han llegado hasta 30 toneladas, si bien este tipo de aviones puede cargar 43 toneladas.

Aunque el avión tenga esa capacidad de carga, los paquetes que trae son más voluminosos pero con menos peso, por lo que la bodega se llena sin llegar al peso máximo que admite, agrega este profesional.

De la Serna, como todos los pilotos de la compañía, se ofreció voluntario para trabajar y realizar los pocos vuelos que se permiten tras el cierre de fronteras y del espacio aéreo decretado por la pandemia de la COVID-19.

Tuvo suerte, según comenta a Efe, porque fue elegido para formar parte de ese "exclusivo" 10 por ciento de pilotos que pueden ponerse a los mandos de una aeronave estos dos meses de restricciones.

Y es que cumplía los requisitos que pedía Iberia, como tener operativas las licencias de vuelo -cada poco tiempo deben renovarla con un "curso de refresco", como les denominan- o contar con una experiencia mínima de aterrizajes y despegues en los últimos 90 días.

Jesús de la Serna reitera a Efe que es un hombre "suertudo", porque en esta situación excepcional que atraviesa nuestro país y el resto del mundo no podía estar "mano sobre mano, viendo las noticias y sintiéndote impotente".

Esta mínima operatividad de la compañía aérea ha quedado reducida a estos vuelos a China y a algunos para repatriaciones, como los que tienen como destino Buenos Aires, Chile, México y Estados Unidos. En este último país solo para Nueva York y Miami.

En cada uno de los vuelos a Shanghái, que se llevan a cabo tres veces a la semana gracias al acuerdo con una empresa farmacéutica para traer material sanitario, viajan cuatro tripulaciones; dos para el trayecto de ida y otras dos para el de vuelta, es decir, un total de ocho personas a bordo.

Son 26 horas casi ininterrumpidas, con una parada de hora y media para cargar el material, explica De la Serna, quien asegura que las autoridades chinas no quieren que la tripulación ingrese en el país.

Por ello, solo permiten bajarse a un piloto para hacer la preceptiva revisión exterior, pero manteniendo tres metros de distancia con cualquier operario que pueda encontrarse.

En circunstancias normales, no se permite que pase tan poco tiempo entre el vuelo de ida y el de vuelta cuando tienen una larga duración, pero ahora se trata de una situación excepcional y la autoridad aeronáutica de la Unión Europa ha flexibilizado la normativa.

Y lo ha hecho a cambio de aumentar el número de pilotos a esas cuatro tripulaciones y de incrementar el descanso en España a tres días.

Son solo pilotos los que hacen el trayecto y, según cuenta De la Serna en tono distendido, como no están acostumbrados a volar sin azafatos y azafatas, no encuentran ni dónde está el café, pero ya se están haciendo con esas "intendencias".

Hasta el momento, se han realizado alrededor de una docena de vuelos y es ahora cuando todo "empieza a rodar mejor", con menos "pegas" y de forma más fluida.

Pese a la "paliza" del vuelo, todos los pilotos están entusiasmados con esta labor. "Estamos haciendo más que lo hubiéramos hecho en casa", enfatiza De la Serna, que cuenta con licencia para pilotar tres aviones diferentes.

Iberia hizo un ERE el pasado año y este piloto estuvo a punto de acogerse, pero finalmente decidió seguir. No se arrepiente del todo, aunque reconoce que esta difícil situación provocada por la pandemia tendrá repercusiones económicas.

"A la gente le va a costar tiempo volver a volar", se lamenta. De todos modos, confía en que esta situación sea "muy temporal" y todo vuelva a la normalidad. Él es optimista.