Se llama Antonio y regenta un asador de carretera situado en el pueblo castellonense de Barracas, "Los Llanos", cerrado a causa del estado de alarma pero donde cada mañana una caseta efímera de madera ofrece gratuitamente desayunos a los camioneros que siguen trabajando por la A-23, la Autovía Mudéjar, de Valencia a Francia por Aragón.

En medio de la comarca del Alto Palancia, en el interior de Castellón, Antonio relata a EFE el porqué de su decisión: "Cuando se decretó el estado de alarma pensábamos que podíamos aguantar quince días, pero luego se prolongó, y vimos que en el 'parking' del asador seguía habiendo camiones aparcados, por lo que se me ocurrió ofrecerles algo caliente para que pudieran continuar trabajando".

Lleva 32 años en el negocio y asegura conocer perfectamente a su clientela: "El 60 % de las personas que utilizan nuestros servicios son camioneros y veía, a través de unas cámaras que tengo instaladas en el recinto, que todas las noches había camiones aparcados, y me pregunté: ¿Dónde desayunan?".

Así, sacó una caseta de madera que tiene guardada y que utiliza en verano para colocar refrescos, la instaló al lado del asador y colocó unos cuantos termos con café, agua, refrescos, magdalenas y bollos empaquetados, "para que pudieran coger lo que quisieran y al menos tener algo caliente".

"Durante las 24 horas del día pueden venir a coger lo que quieran. Yo entro a las seis de la mañana y estoy hasta las cinco de la tarde, lo dejo todo lleno, y luego vuelvo sobre las nueve de la noche y lo repongo; así, por la noche, si alguien quiere algo lo puede coger, y a la mañana siguiente vuelvo. Es una forma de ayudar", comenta.

Antonio explica que desde que empezó con esta iniciativa solidaria son muchos los transportistas que se acercan a por "un vaso de café caliente" o "unas magdalenas", y que, gracias a las redes sociales, más personas lo conocen y vienen a visitarlo.

"Ellos me agradecen mucho el trabajo. De hecho, algunos me quieren pagar por el servicio que les ofrezco, pero yo no lo quiero; empecé ofreciendo la comida gratis y así seguiré. De hecho, me pusieron un vaso en la caseta donde algunos dejan algo de propina y bueno, ahí está, pero eso fue iniciativa de ellos", explica.

Para el gerente de este asador de carretera, esta situación es muy compleja y le preocupa que se alargue mucho más: "Por lo menos podrían dejar que las áreas de servicio abriésemos, porque se supone que por la carretera no circula más que gente autorizada, y son personas que están trabajando y necesitan asearse", lamenta.

"Aquí en Barracas (con menos de 200 habitantes) no hay más que tres restaurantes, y nada más que nos dejaran abrir respetando las distancias y con medidas de higiene, podríamos ofrecer los servicios necesarios para los transportistas. No entiendo por qué nos hacen cerrar", añade.

¿Y los transportistas? "Están indignados, muy cabreados, no lo entienden tampoco, porque no tienen un sitio donde poder asearse, ducharse o hacer sus necesidades. Lo tienen que hacer todo por donde pueden y claro, es un desastre".

Antonio explica que en el aparcamiento coinciden cada noche medio centenar de camiones, pero él no puede dejarles entrar a los aseos. "Por eso les dejo los cafés, el agua y los alimentos, para que al menos tengan algo caliente por la noche".

No obstante, asegura que mantiene el lugar limpio y desinfectado por la cercanía de las personas y "para que nadie se contagie" y puedan continuar trabajando.

Tanto es la necesidad de limpieza en alguno de los transportistas que a Antonio le ha tocado atar los desinfectantes a la caseta de madera para que no se los lleven. "Pero bueno, no pasa nada, te echas unas risas y continúas trabajando", concluye.