Pilar González (San Amaro, 57 años) lleva más de dos décadas trabajando como limpiadora y no recuerda en su amplia trayectoria una situación tan exigente como esta. La lucha contra el coronavirus, un esfuerzo colectivo de distintos sectores profesionales que se enfrentan a una nueva semana de desafío, cuenta con un eslabón clave entre los profesionales de la limpieza, la mayoría mujeres.

Son unas 200 personas que extreman las labores de desinfección de quirófanos, urgencias, habitaciones, UCI, zonas comunes y toda aquella superficie "por donde pase una mano", resume Pilar. "Es un trabajo constante y día a día, duro. Voy de la casa al trabajo y de trabajo a casa. Lo primero nada más terminar es ducharse y salir con cuidado. Hasta llegar a mi casa y volver a lavarme no me toco la cara. Yo no tengo miedo, sí preocupación y cuidado. Hay incertidumbre entre las compañeras, en general, por el temor de que puedas llevarte el virus. Me gustaría dar las gracias a todas las compañeras contratadas que en este momento nos refuerzan", manifiesta la experimentada trabajadora. Cuando la jornada termina, "no sales del todo bien, sabes que hay personas que mueren y afecta", completa.

Elena Sanz es la encargada del servicio de limpieza en el Complexo Hospitalario Universitario de Ourense (CHUO), donde ayer permanecían en planta 154 personas contagiadas por el virus, así como otras 19 en la UCI-Covid, en estado grave. "Hay mucho estrés y nerviosismo porque el personal de limpieza también es vulnerable, pero a pesar de todo están colaborando mucho. Es de agradecer su implicación". José Núñez, responsable del servicio de Logística y Servicios Generales en el área sanitaria de Ourense, califica de "importantísima" frente a esta pandemia la labor de los limpiadores.

El servicio del hospital está adjudicado a Ferrovial. En los centros de salud y puntos de atención continuada (PAC) de la provincia se ocupan de la tarea las empresas Mantelnor y Samyl. "Hay que destacar la dedicación y empeño de los trabajadores así como la colaboración de las empresas. Los centros de salud también se mantienen en condiciones óptimas. Por suerte, la baja frecuentación actual en la atención primaria deja pocos casos, pero cuando se producen se realiza una desinfección exhaustiva de las consultas y también se usan los EPI [Equipo de Protección Individual). Las empresas tienen un equipo formado para este tipo de actuaciones", relata Núñez.

Material infectado, a quemar

La tarea de limpieza en el hospital -los turnos son de 7 horas- es intensa y sistematizada durante todo el día. Se usa un producto que combina lejía y detergente. Pilar, que trabaja en la UCI-Covid y en Reanimación, dispone de medidas de protección: EPI con mascarilla, gafas y doble guante. Sin el equipo, aunque resulte "agobiante" por momentos -ella lo lleva sobre una bata impermeable, que prefiere al mono- no podrían entrar a limpiar con seguridad.

En la zona de cuidados intensivos, donde se encuentran los contagiados en estado grave, la labor de limpieza se lleva a cabo de manera pormenorizada. "Fregamos, recogemos lo que se pueda caer, retiramos los cubos desechables, donde todo va para quemar. Tenemos que pasar de zona sucia a zona limpia, así que hay que desinfectar todo antes de salir. Recogemos los EPI usados en una doble bolsa de basura, que también van para quemar", indica.

En las plantas del CHUO donde permanecen ingresados los pacientes con Covid-19, se realiza una desinfección exhaustiva "en todos los rincones" de la habitación y del baño, además de pasillos, despachos, zonas de control, pomos, pasamanos y ascensores, los botones en varias ocasiones a lo largo de la jornada. "Sacas el EPI dentro de la habitación y dejas las calzas y el último guante para salir, sin quitarte las gafas y las mascarillas", explica Pilar González.

Limpiar un cuarto del hospital en el que ha estado un infectado por el virus requiere atender a todas las superficies, objetos y recovecos. Es una labor que, tras un alta o traslado, ocupa media hora. "Desinfectas todo, también el techo y las paredes. Empiezas por ahí, por todo lo que rodea a la cama, que es casi la parte del final por ser la más infectada. Limpias los cristales, el marco de la ventana, las mesillas, televisores, sofás, sillas, armarios, el soporte del rollo de papel higiénico, el bote de jabón, la puerta por dentro y por fuera...", relata esta profesional.

En el día a día, mientras el enfermo sigue en la habitación, las limpiadoras desinfectan todo salvo el techo y las paredes. Cuando por desgracia se produce un fallecimiento, se espera una hora. Después se actúa con una máquina pulverizadora y se ventila la estancia al terminar. Es una labor que requiere un tiempo mínimo de 25 a 30 minutos.

Pilar nota que su profesión es más valorada por la sociedad ahora que la crisis sanitaria ha hecho más visible un papel que es imprescindible. "Nos sentimos más apreciadas. De hecho, el gerente nos ha felicitado por la limpieza y el buen hacer diario". La encargada, Elena Sanz, subraya que "en un hospital hay que trabajar en conjunto, somos un equipo. Nuestra labor es muy importante". La jefa destaca el esfuerzo que está asumiendo la plantilla por el bien común, para frenar el virus. "El cansancio es mucho mayor. Los turnos del fin de semana se están reforzando porque no llega con el personal habitual".