La situación de confinamiento que estamos viviendo nos deja sin duda una situación compleja a todos los niveles pero también a nivel familiar y como no en el sistema de pareja. Las parejas que durante este periodo están compartiendo espacios van a vivir sin duda una situación extrema de puesta a prueba de su fortaleza y capacidades.

La vivencia de distanciamiento emocional cuando la distancia es corta puede llegar a ser muy perturbador para nuestro cerebro y es que ya se sabe "convivir con nuestr@ enemig@ no mola...al enemig@ lejos!"

Nos cuesta establecer nuevos hábitos y necesitamos poder sin duda resituarnos en este nuevo escenario. Es normal que las parejas vayan a necesitar días y semanas para ser capaces de hacerlo y es que cualquier cambio necesitará su dosis de crisis previa. Algunas parejas lo harán antes otras más tarde. Pero más allá del tiempo el estado de la relación va a verse afectado por cada situación familiar particular. La distribución de los espacios en casa, la presencia de hij@s, personas que también comparten la vivienda,...Por no hablar de aquellas situaciones especialmente vulnerables de familias con violencia, adicciones, precariedad económica, dependientes a cargo, problemas de salud mental previos,€ Situaciones que van a requerir nuestra especial atención y cuidado durante y tras este espacio.

Sin duda esta situación excepcional está requiriendo de soluciones excepcionales a nivel social, económico, político. Pero a nivel microfamiliar ocurre exactamente lo mismo. Como si de una microsociedad nueva se tratara donde las reglas y las dinámicas van a tener que cambiar. Habremos de ser creativos para que la pareja vaya conformando nuevos fórmulas reparadoras y q la distancia emocional sea corta en espacios cortos. Nuevos límites, nuevas reglas,...

Los gestos importantes en situaciones normales quizás en este minimundo casero donde las relaciones sociales, los espacios personales, laborales,...son cesadas o en el mejor de los casos limitadas van a ser todavía si cabe más poderosas. Sabemos que a nuestro cerebro le gustan los saludos q nos sonríen, que nos miran a los ojos cuando les contamos algo, también le gustan las despedidas amorosas al irnos a la cama, al levantarnos. Le gusta la colaboración en tareas, la solidaridad, el sentido del humor, los abrazos, los perdones reparadores, las peticiones y no las recriminaciones o la distancia para llamar nuestra atención...

El cerebro necesitará de un gran aliado (el cerebro del otr@) en este espacio de caos e incertidumbre que se asoma por la ventana y por nuestras pantallas, un aliad@ que nos permita caer, con el que podamos contar, accesible, que sintonice con nuestro canal, que nos facilite el camino del miedo y el cansancio que forma parte de la vida normal pero que en este momento puede ser especialmente intenso. Un aliad@ para formar eso que llaman buen equipo.