El feminismo es una lucha transversal. La discriminación de género afecta a todas las clases sociales, colectivos e ideologías. En el 8-M, las mujeres vuelven a parar el mundo para denunciar las injusticias que existen en torno a ellas. Dammy, Miryam, Helena y Joy son cuatro ejemplos de lucha y superación. Las cuatro reivindican sus derechos como mujeres y seguirán haciéndolo para lograr la igualdad real. Estas son sus historias.

Dammy Lawal: "La educación no pertenece a un sólo género"

La joven cursa su segundo máster y dirige su propia fundación, destinada a empoderar a las niñas

Cuando a Dammy le preguntan por sus referentes femeninos, sonríe, coge aire e, inmediatamente, procede a mencionar una lista interminable de nombres propios: ministras, empresarias y activistas. “Admiro a muchísimas mujeres por diferentes aspectos: su carisma, su coraje, su pensamiento lógico y su perspectiva humanitaria”, asegura entusiasmada. La última en nombrar es su madre, pero antes hace un silencio y cierra los ojos, como si estuviera visualizándola. “Ella es mi número uno”, reconoce.

Dammy es nigeriana, tiene 25 años y es la primera mujer en su familia que estudia en la universidad. Se graduó en Tecnologías de la Comunicación y ahora está cursando su segundo máster en Barcelona. El año pasado obtuvo una beca que ofrece la escuela de negocios EADA con el apoyo de la fundación Mujeres por África, que pretende potenciar el talento de mujeres jóvenes de países africanos. “Mucha gente cree que la tecnología es un campo de hombres, que requiere habilidades masculinas”, lamenta la joven.

“En mi país no se ve con buenos ojos que las niñas estudien, porque los padres creen que eso no va a traer ningún beneficio a la familia”. Dammy, en cambio, tiene muy claro que ella es un referente para muchas otras jóvenes. “Quiero que las niñas piensen: Si Dammy puede hacerlo, yo también”.

Activismo

Antes de llegar a España, la estudiante ya había creado su propia fundación. La entidad imparte charlas en las escuelas sobre abusos sexuales y tráfico de niños e informa a las niñas de sus derechos. “De esta manera les doy las herramientas que necesitan para poder cambiar su situación”, explica Dammy. En este sentido, tal y como afirma la nigeriana, “las mujeres debemos apoyarnos unas a las otras, porque si una está herida, todas lo estamos”.

“No es fácil nacer mujer en África”, sentencia. Dammy asegura que la cultura y la religión favorecen un sistema patriarcal en el que las mujeres son maltratadas.

No se conocen personalmente, pero cada semana Dammy llama a Brenda, la chica que cursó el mismo máster el año pasado, y escribe a Christelle, la estudiante que ocupará su plaza el año que viene. “Una mujer empodera a otra y esta empodera a la siguiente. Se trata de crear una red de mujeres, porque múltiples voces tienen más fuerza que una sola voz”, concluye.

Miryam Amaya: "Me excluyeron por ser ‘trans’ y gitana"

Actriz y activista por la diversidad de género y las disidencias sexuales

Miryam Amaya protagonizó las primeras manifestaciones por la disidencia sexual, inauguradas en el año 1977 en Barcelona. Estaba cansada del recorte de derecho que sufrían las personas transexuales, como ella.

“Cuando se hizo la primera manifestación en Barcelona, en el año 1977, una trans argentina fue bajando por las Ramblas y nos empujó a reunirnos y a hablar sobre nuestros derechos. Nos abrió los ojos; ahí fue donde empecé el activismo por la disidencia sexual”, recuerda. De hecho, ella misma, menor de edad en ese momento, se sorprende de la valentía que tuvieron para salir a la calle, inspiradas por las primeras manifestaciones por los derechos de las personas trans que se estaban llevando a cabo en Estados Unidos en la misma época.

Los primeros éxitos costaron mucho sufrimiento y trabajo. “En la primera manifestación en Barcelona no nos pasó nada, porque el foco mediático estaba pendiente de nosotras dada la singularidad de la situación, en las siguientes manifestaciones empezamos a recibir pelotazos, porrazos, nos llevaban a comisaría”, recuerda Miryam.

“Lo peor fueron las humillaciones. Eso es algo que nos dio mucha más fuerza para seguir luchando por nuestros derechos”, explica.

Tras sus primeras experiencias en la reivindicación social, Miryam Amaya, zaragozana y de etnia gitana, pronto se volcó en el activismo en asociaciones como Somos LGTB+ de Aragón, OMSida o el Centro Alba para ayudar a mujeres en situaciones de vulnerabilidad. Actualmente preside Las Babylon, una compañía teatral arraigada en el barrio de El Gancho, de Zaragoza, sin ánimo de lucro.

Lucha por un trabajo digno

Dedicada al mundo del espectáculo junto a artistas como Sara Montiel, denuncia las dificultades de las personas transexuales para conseguir un trabajo digno y posteriormente una pensión contributiva. En las últimas décadas, “las problemáticas en relación con la diversidad de género y las identidades sexuales han cambiado, pero aún queda mucho por hacer”, denuncia Miryam.

“Las personas trans tienen mayor dificultad para acceder a un trabajo digno, para tener los mismos derechos que el resto de ciudadanos. La ley trans que se está desarrollando fomenta que se nos considere ciudadanas de primera”, destaca la zaragozana.

Helena Guardans: "Necesitamos más referentes femeninos"

Dirige una compañía de 4.000 trabajadores y es miembro del Foro Internacional de Mujeres (WIF)

Si en el año 1994 alguien le hubiera dicho a Helena que su pequeña empresa llegaría a tener 4.000 trabajadores, no lo hubiera creído. Seguramente se hubiera asustado y no hubiera visto viable dirigir una gran compañía y ser madre a la vez. Acababa de fundar su proyecto. “Era un buen momento, no dependía de nadie”, asegura Guardans. Sin embargo, al cabo de poco se casó y en 1995 tuvo a su primera hija. “No pasó nada, pude disfrutar de mis hijos y seguir trabajando. Tendemos a ver el futuro más complicado de lo que realmente es”, opina.

Helena Guardans es hoy la presidenta en España de la consultoría técnica Webhelp. “Mi trayectoria ha sorprendido más a los demás que a mí misma”. A lo largo de su carrera, Guardans ha trabajado en un ambiente dominado por hombres. “Es incómodo ser la única mujer en reuniones y consejos de administración”, lamenta.

Tal y como asegura la empresaria, “para romper el techo de cristal necesitamos que gente por encima lo fracture”. En esta línea, desde su compañía Guardans impulsa políticas activas para fomentar la contratación y promoción femenina. Tanto es así, que “el 50% de la plantilla en todos los niveles de organización son mujeres. Desde las posiciones más bajas, hasta el comité de dirección”. A excepción de la presidenta, que solo hay una y es mujer.

Por otra parte, Guardans explica que su caso representa a un porcentaje mínimo del total de mujeres. “Yo tuve una estabilidad económica que me dio flexibilidad, pero muchas mujeres tienen que dejar su empleo porque el sistema es injusto”. La catalana señala que “la gratuidad de las guarderías, la ley de cuotas y la baja de paternidad son algunas medidas que pueden fomentar la igualdad en el mundo laboral”.

Ejemplo de liderazgo

Guardans imparte clases en la universidad y en institutos en los que relata su experiencia. “Es importante que las jóvenes de hoy en día tengan referentes para que vean que es posible”, subraya. Además, es miembro del Foro Internacional de Mujeres (WIF, en sus siglas en inglés), una organización que da visibilidad al talento femenino.

Entre otras acciones reivindicativas, el WIF pide a las mujeres que vistan colores llamativos en reuniones y congresos: “Así, cuando se haga la foto oficial se vea claramente que solo hay una”.

Joy M: "El camino fue duro pero nunca perdí la fe"

Tardó cinco años en llegar a España, y una vez aquí tuvo que ejercer la prostitución para poder sobrevivir

Joy no dejó de cantar ni un segundo durante el trayecto de Marruecos a Algeciras. Desde la medianoche hasta que las luces del helicóptero la cegaron a pocos kilómetros de la costa andaluza. Eran las cuatro de la mañana. “Si me dormía, los demás me despertaban para que siguiera cantando. Mis oraciones daban esperanza”, explica la mujer nigeriana. En el 2008 y tras cuatro años mendigando en las calles marroquís, Joy decidió subirse a una zodiac con su hijo de dos años. “Quería una vida mejor para el niño y sabía que Dios nos protegería”. Tal y como relata, dos embarcaciones partieron esa noche con 92 personas y 15 niños. Joy perdió de vista la segunda lancha. “Todos se hundieron en el mar”, entre ellos, el padre de su hijo.

La mujer abandonó Nigeria después de la muerte de su madre, pero no tardó mucho en darse cuenta de que el camino sería complicado. “Me mintieron, me prometieron que me llevarían a España, pero en realidad querían llevarme a Senegal para que me prostituyera”. Joy logró escapar del hombre que la engañó y pudo pagar otro viaje hasta Marruecos. Esa fue la peor parte. “No teníamos agua, ni comida. Vi a muchas personas morir en el desierto”.

Una vez llegó a España, la joven viajó a Barcelona, donde conocía a la hermana de una amiga. Necesitaba obtener un trabajo para poder mantener a su hijo, pero sin el permiso de residencia era casi imposible. “Una noche una compañera me dijo que la siguiera y llegamos a una calle oscura y desierta”. Joy tenía 26 años cuando empezó a ejercer la prostitución y 36 cuando pudo dejarlo.

Segunda oportunidad

Tras muchos años asistiendo a diferentes cursos formativos que imparten en El Lloc de la Dona, un proyecto destinado a la atención integral de mujeres que ejercen la prostitución, Joy logró optar a uno de los planes ocupacionales que ofrece el ayuntamiento de la capital catalana. En ese momento estaba embarazada de dos meses. “No podía parar de llorar, estaba segura de que si no abortaba, no me darían el trabajo”, lamenta.

Sin embargo, tras mucho insistir, Joy consiguió el empleo y con él, los papeles. Ahora la mujer trabaja limpiando las calles de la ciudad, su hijo mayor tiene 14 años y hace 10 meses nació el pequeño. Su nombre es Miracle porque, como explica la joven luchadora, con él llegó un milagro a su vida.