El barrio de La Calzada de Gijón se despertó este lunes conmocionado tras el hallazgo de una de sus vecinas, Lorena Dacuña, muerta y con signos claros de violencia en su domicilio de la calle Callao. Las primeras hipótesis apuntan a que la víctima, de 41 años, mostraba heridas mortales de arma blanca a la altura del estómago. La investigación, en marcha, apunta hacia la expareja de la fallecida como uno de los principales sospechosos. Se trata de otro residente en la zona, que ha trabajado como camarero en varios bares. De confirmarse, Dacuña sería la octava víctima por violencia de género en toda España.

La voz de alarma saltó cuando Dacuña no se presentó en su puesto de trabajo en la empresa de limpieza Brillastur. Su turno laboral, según los responsables del negocio, comenzaba a las seis de la mañana y debía haberse citado con una de sus compañeras. Extrañada por la ausencia de la mujer -que según explican también desde la firma de limpieza siempre era puntual y notificaba cualquier tipo de problema o retraso-, la otra trabajadora contactó con una tercera, recientemente prejubilada, porque era de las pocas que mantenían una relación estrecha con Dacuña. Fue esta última la que se encargó de ponerse en contacto con miembros de la familia que, a su vez, llamaron a la Policía. En La Calzada, los vecinos no recuerdan haberla visto desde el viernes.

La búsqueda de Dacuña quedó en manos en un primer momento de la Policía Local, que a las 14.45 horas y tras hallar el cadáver en su domicilio -situado en el número 6 de la calle Callao- solicitó ayuda de sus compañeros de la Nacional. A la espera de que la autopsia aporte más detalles, el cuerpo de la mujer presentaba heridas por arma blanca en el abdomen y fue encontrado sobre su cama. Estaba tumbada de lado y tenía agarrada con una de sus manos una prenda de ropa interior. Aunque los residentes de la zona aseguran haber visto "movimiento" en el edificio ya desde por la mañana, el levantamiento del cadáver no se autorizó hasta pasadas las 16.30 horas.

Los agentes afrontan el caso con cierta extrañeza, porque la cantidad de sangre hallada en el domicilio no se corresponde, en principio, con la hemorragia que deberían haberle provocado las heridas. No se descarta, por tanto, que el ataque mortal se produjese en otro lugar y no en el domicilio.

Antes de que los forenses se llevasen el cadáver, los agentes retiraron lo que parece que será una de las piezas clave del caso: el vehículo de la víctima. Es un coche "pequeño y de color granate", según los vecinos, que vieron cómo varios policías lo precintaban para llevárselo alrededor de las 15.30 horas. "Lo tenía aparcado delante de casa. Nosotros llevábamos un buen rato extrañados porque se comentaba que el maletero estaba abierto", aseguró un vecino del mismo edificio en el que vivía Dacuña.

De momento, la investigación parece centrarse en la expareja de la fallecida, un varón que al parecer cuenta con diversos antecedentes penales; entre ellos, varios por delitos tipificados por violencia de género contra otras mujeres con las que había mantenido relaciones en el pasado. De la víctima, sin embargo, no consta que haya presentado denuncia alguna por malos tratos. Según ha podido saber La Nueva España, aunque la familia prefiere de momento no hacer ningún tipo de declaración, sí les ha explicado a los agentes de la Policía Local que el exnovio de la fallecida "era muy celoso". Este varón se encuentra en paradero desconocido. "El domingo debía haber ido a abrir el bar donde trabaja, porque él tenía las llaves y la otra persona que también las tiene es la de la limpieza, pero no apareció", aseguraron este lunes los vecinos de edificios próximos a este establecimiento hostelero, situado en la calle Luis Braille.

Este local, que a media tarde de este lunes ya tenía bajada la persiana, fue inspeccionado por varios agentes de Policía, según varios testigos. "Resulta que llevaba ya dos días sin dar señales", dijeron. Este hombre fue identificado ayer por varios vecinos de su edificio. "Ella vivía en el segundo piso, en la puerta derecha, y a él lo veíamos bastante por aquí, pero no se trataba con nadie, ni saludaba a nadie", explicaron. No les constaba que la pareja hubiese roto. "Es todo muy raro porque nunca los escuchamos discutir, y eso que en este edificio, como vivimos gente más bien mayor y callada, cualquier ruido se escucha mucho", comentaron los residentes de la tercera y cuarta planta. "Yo escuché un estruendo tremendo en la madrugada del sábado, y ahora estoy preocupada", concretó otra vecina.