Una de las mayores impotencias que sufren las personas es entablar una discusión con alguien y, pese a saber que se tiene la razón, no poder convencer a la otra parte. Sin embargo, el error puede estar, precisamente, en que nos empeñamos únicamente en convencerle, pero sin argumentar de forma correcta.

Lo primero que debemos saber es que para intentar persuadir a alguien, aunque parezca mentira, tenemos que darle la razón. Es la teoría del multidisciplinar Blaise Pascal (siglo XVII), cuando indagó en el secreto de la sugestión y encontró el mecanismo psicológico para desmontar la idea ajena.

Lo más importante no es decirle insistentemente nuestros argumentos a la parte contraria, sino intentar introducirlos poco a poco a partir de sus creencias. Resulta más sencillo aceptar un nuevo argumento por uno mismo que a través de otros.

A la hora de la persuasión es más importante agradar que convencer, señalaba Pascal.

Bajar sus defensas

Es difícil convencer a alguien que, a su vez, cree estar también en posesión de la verdad. Esto es así porque a nadie le gusta que pongan en duda su inteligencia. Por eso, lo primero que requiere dicho interlocutor es que se sienta validado por nosotros, que piense que comprendemos su argumento y que, en parte, tiene razón. Así, la persona con la que estamos discutiendo no se siente atacada y baja las defensas, con lo que comenzará a escuchar mejor tus argumentos.

Pese a que nos pueda parecer que resultará más largo, otra forma de actuar en estos casos es intentar que sea él mismo quien llegue a nuestras conclusiones mediante su propia deducción.

Sin enfadarse

Para intentar convencer a alguien, siempre funciona más transmitirle tus ideas con un tono suave y calmado. No alzar la voz es un síntoma de estar seguro de tu posición, por lo que el receptor también sentirá dudas de su argumento.

Apoyo externo

Para ganar una discusión es fundamental el apoyo con el que se cuenta si hay más personas presentes. Cuantas más personas apoyen nuestra teoría, más seguros nos sentiremos y será más fácil que la otra persona acabe por admitir los argumentos contrarios, al tener la sensación de que estando en minoría es posible que la equivocación sea suya.

Parecer listo

Debemos hablar de una manera continua pero no excesivamente rápida -ya que dejarán de prestar atención al argumento- ni lenta, ya que da la sensación de poca inteligencia.

Experiencias y ejemplos

Otra de las cuestiones importantes para ganar una discusión es poner ejemplos que aclaren nuestra postura, ya que cuanto más entendible sea el argumento, más propensa se mostrará la otra persona a aceptar el razonamiento.

Igualmente, si tenemos experiencia en lo que estamos contando, será un argumento de apoyo, ya que saber que lo has vivido, da un punto más de validez a lo que cuentas.

Escribir con la mano contraria

Tendemos a creernos más aquellas teorías que se aproximan a las nuestras y a poner en entredicho las que contradicen nuestras opiniones. Para saber abrirnos a estas otras opiniones, es una buena idea escribir nuestros argumentos con la mano contraria a la que normalmente lo hacemos, ya que esto creará inseguridad sobre ese argumento y nos hará más proclives a valorar las ideas contrarias.