El Comité Noruego del Nobel anunciará este viernes el nombre de la persona u organización reconocida con el premio Nobel de la Paz de 2019 y, aunque todo el proceso está marcado por el secretismo, el nombre que está en boca de todos es el de la activista sueca Greta Thunberg, que sin embargo tiene difícil ser la elegida.

El plazo para la presentación de candidaturas concluyó en febrero y el Comité, compuesto por cinco miembros elegidos por el Parlamento noruego, tuvo que hacer una primera criba a partir de 301 nombres. La lista de aspirantes no se divulga hasta pasados 50 años, pero los promotores de una determinada candidatura tienen libertad para hablar de ella en público.

Entre febrero y marzo, el Comité elabora una lista corta que analiza más en detalle durante los meses siguientes y que culmina en octubre con el anuncio público del ganador. Los medios están citados este viernes a las 11.00 horas en Oslo, momento en el cual se conocerá quién -o quiénes- sucede en el palmarés al cirujano congoleño Denis Mukwege y la activista yazidí Nadia Murad.

Las estimaciones de las casas de apuestas, que suelen priorizar a personajes públicos, coinciden en esta ocasión en situar como favorita a la joven sueca Greta Thunberg, convertida en símbolo mundial de la lucha contra el cambio climático tras iniciar un movimiento en Estocolmo que ha tenido eco en la sede central de Naciones Unidas.

A su favor juega la importancia de su campaña frente al posicionamiento de ciertos líderes y el largo tiempo transcurrido desde que se reconoció al exvicepresidente de Estados Unidos Al Gore por su labor de concienciación sobre el medio ambiente -lo recibió en 2007-.

Sin embargo, en contra tiene su edad, ya que con 16 años sería la premiada más joven de su historia, adelantando incluso a la paquistaní Malala Yousafzai que lo recibió en 2014 a los 17 años. El caso de Malala, además, generaba mucho más consenso y venía precedido de más años de trabajo.

Un antiguo miembro del Comité Noruego, Sverre Lodgaard, ha explicado a la agencia Reuters que las opciones de Thunberg también se ven limitadas por los combativos mensajes de la adolescente, entre ellos el que apela a la "vergüenza" que supone el uso de aviones. "La vergüenza no es un sentimiento muy constructivo para lograr el cambio", ha alegado.

El foco en Etiopía

La lista de aspirantes incluye este año de nuevo al primer ministro etíope, Abiy Ahmed, que ya sonó en 2018 como favorito tras el acuerdo de reconciliación logrado con la vecina Eritrea. Ambos países combatieron entre 1998 y 2000 en una guerra que se cobró más de 70.000 vidas.

Ahmed, sin embargo, tenía en la edición anterior un perfil más indiscutible que este año, ya que el acuerdo de paz no ha terminado de materializarse del todo y se le han multiplicado los problemas internos, con un incremento de la violencia étnica y miles de desplazados.

El Comité Noruego podría optar por lanzar algún tipo de mensaje aprovechando el galardón, por ejemplo defendiendo la libertad de prensa en la era de las 'fake news' mediante el reconocimiento a algún activista o a organizaciones como Reporteros Sin Fronteras (RSF).

Entre los periodistas incluidos en las casas de apuestas están Wa Lone y Kyaw Soe Oo, dos trabajadores de Reuters condenados por violar la Ley de Secretos Oficiales de Birmania mientras investigaban la masacre de la minoría rohingya.

El reconocimiento sería un golpe para el Gobierno que lidera 'de facto' Aung San Suu Kyi, galardonada en 1991 con el Nobel de la Paz y criticada ahora por dicha represión. Los estatutos del Nobel impiden que se retire un galardón, después de que así lo hubiesen pedido organizaciones defensoras de los Derechos Humanos para el caso de Suu Kyi.

Migraciones

La actualidad del debate internacional sobre migraciones podría colarse también de la mano del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y de su principal responsable, Filippo Grande, si bien en contra de esta agencia juega que ya ha recibido el Nobel en dos ocasiones (1954 y 1981). Solo supera a ACNUR el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), que acumula tres premios (1917, 1944 y 1963).

Otra vía para introducir el debate migratorio podría ser a través de una mirada a las operaciones de rescate en el Mediterráneo, denostadas por varios gobiernos europeos.

Entre los nombres que suenan también en las quinielas están eternos candidatos como el Papa Francisco, la canciller de Alemania, Angela Merkel, o la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, así como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que incluso ha presumido de lo mucho que perece un premio que ya se le concedió en su día a su predecesor, Barack Obama.

La lista de opciones incluye de nuevo al primer ministro macedonio, Zoran Zaev, y al antiguo jefe de Gobierno griego Alexis Tsipras, que lo recibirían 'ex aequo' por el acuerdo político que resolvió la disputa sobre el nombre de la Antigua República Yugoslava de Macedonia, ahora Macedonia del Norte.

La cuota de favoritos de América Latina la cubre en esta ocasión el líder indígena brasileño del pueblo Kayapó Raoni Metuktire, un histórico activista de la Amazonia que recibiría el premio en un momento en el que el presidente del gigante sudamericano, Jair Bolsonaro, ha recibido críticas de la comunidad internacional precisamente por su supuesta falta de compromiso con el medio ambiente.

La última vez que el Comité Noruego eligió una candidatura latinoamericana fue en 2016, cuando el entonces presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, fue reconocido por la firma del acuerdo de paz con las FARC, que puso fin a más de medio siglo de conflicto armado.