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Contra la despoblación rural

Hartos de la ciudad, ¿por qué no regresamos al pueblo?

Cada vez son más las familias que deciden cambiar el asfalto por el campo, a pesar de la falta de servicios e infraestructuras que amenaza a la España vacía

Albarracín, en Teruel. Shutterstock

Coincidiendo con la Revolución Industrial, se produjo el mayor éxodo de la historia reciente de nuestro país. Las ciudades recibieron con los brazos abiertos la mano de obra que llegaba de los pueblos en busca de trabajo y las familias se asentaron en la sociedad del bienestar, el consumo y el ocio. Sin duda, el modelo de vida actual está concebido para vivir en ciudad, pero cada vez son más quienes se plantean si realmente quieren vivir el resto de sus días absorbidos por el tráfico, el trabajo, el ruido y el estrés asociado al ritmo productivo que impera en las grandes urbes. Tras esta reflexión, cada vez son más quienes secundan este pequeño movimiento que aboga por regresar a los pueblos.

Los datos son alarmantes. Casi 5.000 pueblos se encuentra en peligro de extinción, según desvela el informe de la Federación Española de Municipios y Provincias. Por ello, algunos ayuntamientos se han puesto manos a la obra para tratar de garantizar el relevo generacional de sus habitantes y mantener el pueblo con vida. Algunos municipios ofrecen casa y trabajo a cambio de asentarse allí. Es el caso, por ejemplo, de Portell, en Castellón, donde ofrecen casa y trabajo por 50 euros al mes. El Consistorio de este municipio busca familias que quieran iniciar una nueva vida en este pueblo de 200 habitantes y que tengan hijos en edad escolar para poder salvar la escuela.

Incluso existen grupos de personas que han decidido de forma proactiva, individual o colectivamente, reconstruir pueblos abandonados. Peroblasco, en La Rioja, cuenta a día de hoy con una decena de habitantes que trabajan de forma colectiva para autoabastecerse. La asociación cultural 'La casa del burro' se encarga de dar vida al municipio con programación estable desde 2009, y a finales del mes de julio, la fiesta del humo atrae a centenares de visitantes que durante unas horas disfrutan de este entorno natural.

"No dejemos que se pierdan las cosas auténticas, la sensación de calma, las tradiciones... hagamos de nuestros pueblos nuestro futuro" - José Mª Manso - Aderavi

En Zamora, 'Repoblar Sayago' es un plan impulsado por un grupo de vecinos con el deseo de repoblar este pueblo semiabandonado. El colectivo, formado por el momento por una docena de personas, entre ellas técnicos, administrativos, artesanos y empresarios, acaba de presentar sus propuestas a distintos organismos y entidades para tratar de revertir el destino demográfico de esta aldea, convencidos de que existen oportunidades en el medio rural para impulsar actividades, crear puestos de trabajo y población estable. Entre sus ideas, señalan la necesidad de mejorar sus conexiones por tierra, rehabilitar viviendas vacías para su alquiler económico, preparar un espacio coworking, o promover el turismo organizando sendas naturales y formando guías locales.

El estrés y la contaminación de la ciudad son dos de las razones para mudarse al campo.Shutterstock

El proyecto Cooperación Aire pone en contacto a personas interesadas en realizar este cambio de vida con municipios que buscan moradores. Esta iniciativa contra la exclusión territorial, puesta en marcha por grupos de acción local y gestores de programas Leader -de unión para el desarrollo de la economía rural, brinda la posibilidad de instalarse en 600 pueblos de Castilla y León.

José María Manso es el representante de la Asociación para el Desarrollo Rural de Ávila (Aderavi). "Buscamos gente que quiera volver al pueblo. Las comarcas del Valle del Alberche y Tierra de Pinares, Valle Amblés y Sierra de Ávila y sus municipios limítrofes se están despoblando y necesitamos tu ayuda. Como vecino de un pueblo, voy observando la decadencia que se está apoderando del medio rural. Ante esto no nos podemos quedar inmóviles, tenemos que actuar ya, antes de que sea demasiado tarde", advierte. "No dejemos que se pierdan las cosas auténticas, la sensación de calma, las tradiciones... hagamos de nuestros pueblos nuestro futuro", ruega.

En busca de tranquilidad y valores educativos

Las personas que deciden cambiar el asfalto de la ciudad por el aire del campo tienen perfiles muy dispares. Desde jubilados que buscan tranquilidad en el campo, pasando por jóvenes que se ha quedado en paro y han decidido dar un rumbo a su vida, hasta padres que quieren que sus hijos se eduquen en plena naturaleza, ecologistas preocupados por la contaminación o artistas.

Marta Ramos y Pedro Hernández, de 30 y 35 años, de Ciudad Real, acaban de ser padres y ha sido precisamente su bebé, de dos meses, quien les ha animado a dar este salto. "Nos hemos criado en un pueblo y hemos crecido con unos valores que actualmente no se dan ni se dejan ver en la sociedad en la que vivimos, condicionantes suficientes para decidir que queremos darle esa oportunidad a nuestra hija y futuros, y también a nosotros, hartos de la rutina urbanita y las aglomeraciones", cuentan. Por ello, buscan un pueblo donde puedan "vivir en paz y trabajar para vivir, no vivir para trabajar".

"Dieciséis personas contadas, clima continental, fresno y roble. Ni una tienda, un bar, tres papeleras y dos bancos de los de sentarse. Una fuente. Ganadería y jubilación. Hay un ebanista y algunas personas que no sé a qué se dedican. La fiesta del pueblo es San Martín, que cae en noviembre pero que aquí se celebra en julio, no sé por qué". Con estas palabras define Santiago Lorenzo el pueblo de Segovia donde vive, cuyo nombre no quiere desvelar para conservar su encanto.

El escritor Santiago Lorenzo ha ambientado su última novela en la España vacía .Cecilia Díaz

Este escritor (Portugalete, 1967), autor de películas como 'Mamá es boba' o 'Un buen día lo tiene cualquiera', ha elegido la España vacía como escenario de su última novela, 'Los asquerosos' -premio Cálamo. El protagonista de su historia guarda muchas similitudes con él. Ambos se mudaron de Madrid a una aldea. Santiago necesitaba un "cambiazo radical", mientras que Manuel, el protagonista de su ficción, llega al campo en busca de refugio, después de apuñalar a un policía.

Se convierte así en una suerte de Robinson Crusoe, pero salvando las distancias, pues "este Manuel de mis amores no quiere que nadie le rescate", a diferencia del personaje creado por Daniel Defoe, cuenta Santiago, quien afirma que en realidad "es un ermitaño que no sabía que lo era".

-Santiago, ¿qué fue lo que te animó a dejar Madrid?

-Mi principal motivación fueron las ganas locas de pegar cambiazos cada cierto tiempo. Cambiazos radicales, como una forma de viajar que consiste no en salir muchas veces al año para estancias cortas. Sino en hacer una sola salida pero que sea muy radical y 'sine die'.

"Lo más duro de vivir en un pueblo es la ausencia de servicios, lo mal que va internet y una cierta disgregación comunal para los asuntos colectivos" - Santiago Lorenzo

-¿Echas de menos la ciudad?-Echo de menos a muchas personas de la ciudad. Por lo demás, cuando echo de menos Madrid, me consuelo respirando fuerte un aire muy puro que hay aquí.

-¿Qué es lo más duro de la vida en un pueblo pequeño?-La ausencia de servicios, tiendas. Pero solventar esas carencias también tiene su gracia. Es duro lo mal que va internet y una cierta disgregación comunal para los asuntos colectivos, entre los vecinos, que es consecuencia de siglos de castellanidad pesimista.

-¿Crees que el éxodo poblacional que se produjo en la industrialización se va a revertir en el futuro, o al contrario, crees que nos hemos acomodado al estilo de vida de la ciudad?-No, no creo que se revierta. Pero todo es siempre cíclico. Así que igual me toca comerme mis palabras.

-¿Qué dificultades se puede encontrar alguien que quiera instalarse en un pueblo?

-Si se ha pensado bien lo de instalarse, ninguna. Si llega sabiéndose un novato, todo irá bien. En cambio, si llega de colonizador y de enterado, ya nos vamos a ocupar nosotros de que no permanezca en el pueblo mucho tiempo.

-La burbuja inmobiliaria, la falta de empleo... ¿pueden ser un aliciente para hacer este cambio?

-Sí, y muy bueno. El único bien que de verdad hay que fabricar es el comestible. Crear comida, que es algo relativamente fácil en cantidades domésticas, es algo muy posible en áreas como estas.

"Si alguien de ciudad llega a un pueblo sabiéndose un novato, todo irá bien. Un núcleo rural tiene mucho que ofrecer" - Santiago Lorenzo

-¿Qué opinas de las inmobiliarias que venden pueblos enteros a famosos o a gente que quiera invertir en activos inmobiliarios baratos?

-Disneylandia sigue abriendo sedes. Y mientras tanto, los chavales de Fraguas, en Guadalajara, sufren sus problemas con una denuncia absurda, grotesca y vergonzosa por tratar de repoblar este pueblo.

La educación de los niños en un entorno natural es muy beneficiosa.Shutterstock

-¿Y qué te parecen iniciativas emprendidas por algunos Ayuntamientos de pueblos pequeños que tratan de conseguir vecinos ofreciendo empleo y casas gratis?

Me parece excelente. Es que un núcleo rural tiene mucho que ofrecer, a efectos de contraprestación. Sitio, por ejemplo. Metros cuadrados. Y posibilidades de autoabastecimiento, a poco que se cultive o se críe algo.

-Históricamente, la población rural viene exigiendo servicios propios del siglo XXI. ¿Cuáles son, a tu modo de ver, los principales pasos que debieran darse por parte de las instituciones para mejorar la calidad de vida en estos lugares?

Recuperar una agricultura y una ganadería cuyos beneficios no se evaporen entre mil intermediarios. Todo lo demás vendría solo, por florecimiento espontáneo.

La revuelta de la España vaciada

Sin embargo, lo cierto es que para quienes conocen a fondo lo que es vivir en un pueblo se muestran bastante escépticos cuando ven a alguien llegar de nuevas. Y es que aunque pueda sonar muy bucólica, "la vida en el campo es muy dura, sobre todo en invierno, cuando sales de casa y te llega la nieve a la altura de la rodilla y te encuentras incomunicado porque la carretera está cortada", cuenta Enrique Zabala, de Bargota, en Navarra.

Los núcleos rurales se sienten abandonados y exigen mayor inversión para dotar de infraestructuras y servicios a los núcleos rurales. Por ello, el próximo 31 de marzo está convocada en Madrid una macromanifestación que prevé movilizar a todos aquellos que se sienten olvidados y secundar la revuelta de la España vaciada.

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