El evolución de los seres humanos está vinculado a factores biológicos, educativos y culturales, según defiende la Psicología del Desarrollo. Además, está vinculado a las modificaciones cognitivas y sociales que se puedan dar en las personas por la naturaleza, el contexto y la genética en sus distintas etapas vitales. Es decir, se trata de un ciclo vital constante que deriva en cambios constantes. Desde este prisma, analizamos la educación de los niños, a través de la visión de Jean Piaget, Lev Vygotskym, David Bueno y Victoria Bueno, a través de la información sobre la labor de Aldeas Infantiles para hablar de emociones a diez mil chavales en la provincia de Alicante.

Jean Piaget (1896-1980) es un psicólogo y biólogo suizo que encuadra el comportamiento a los esquemas de actividad de cada individuo mediante configuraciones biológicas. Es decir, esos esquemas conducen a repetir la misma acción. Podrá tratarse de una acción física. David Bueno (1965), genetista y divulgador sobre ciencia y educación, se aproxima a esa concepción cuando afirma con rotundidad en eldiario.es: "(El niño) no recordará lo que ha vivido antes de los tres años, pero si ha sufrido un ambiente de violencia estructural, su cerebro desarrollará un patrón que difícilmente podrá cambiar". Piaget determina que la evolución intelectual es producto de una experiencia que activa los esquemas (personales) y se traduce en comportamientos, gestos que percibe y procesa de la interacción, absorbiendo información cultural. Bueno es claro al reflejar que de "0 a 3 años es clave. A un psicólogo le puede costar años revertir un problema de comportamiento que una persona adquirió de pequeña en una sola tarde". Por su parte, Piaget se refiere a que las experiencias con personas u objetivos condicionan la evolución personal. En cuanto a la equilibración, Bueno expone que se puede llegar "con un trabajo interdisciplinar. Combinar mates con inglés ayuda a hacer conexiones". Piaget no creía en el poder transformador de la palabra, del relato y sí de accionarse" para educar. Por el contrario, Bueno expone un ejemplo revelador cuando un profesor ha de dirigirse a un alumno: "Pasar del no lo has hecho bien al puedes hacerlo mejor".

"No es la biología, sino la cultura la que hace al hombre" (Perinat 2017, p. 25). Postura que corresponde a Lev Vygotsky (1896-1934). El psicólogo ruso, influenciado por los ideales sociales de Marx, concibe el factor biológico como atención inconsciente y memoria involuntaria, mientras que el marco socio-cultural lo enmarca, al revés, con atención consciente y memoria voluntaria. Bueno lo ve en la misma dirección: "A un bebé le pones delante una cara y seguirá la cara. Está socializando. Constantemente estamos pendientes del entorno". Un aspecto relevante de la visión de Vygotsky es que cree que el alumno mejorará su rendimiento si recibe el acompañamiento de un adulto con competencias superiores en dicha área. En ese sentido se movieron Wood, Bruner y Ross (1976) para plantear la metáfora del andamiaje. Ésta consiste en ayudar al aprendiz para que adquiera habilidad, marcando objetivos y, poco a poco, retirando la ayuda para que gane autonomía. Bueno muestra estar de acuerdo con el rol de los sistemas en la educación ("funciona empezar hablando de una persona para captar la atención de los alumnos") y la influencia de la clase: "Una risa sana de los compañeros o una mirada de aprobación del maestro es mucho más gratificante que sacar un 10". A nivel cultural, un elemento que Werstch (1988) divulgó a favor de Vygotsky fue la actividad instrumental como herramienta para potenciar las interacciones. Para Bueno, en Creando Oportunidades del BBVA: "Las pantallas (iPhones) estimulan mucho. Propician que el cambio de imágenes sea más rápido que en la naturaleza".

Dicen que los móviles "inteligentes" también puede ayudar a sentir las emociones. Entre lo virtual y los carnal nos debatimos. Por opciones no es. Hace años, la únicas alternativas que se planteaban al alumno de educación primaria era la elección de Religión o Ética, mientras que ahora las emociones ya llaman a la puerta. Según la noticia que firmó Victoria Bueno el pasasdo 7 de noviembre, la tristeza y la rabia va a ser tratadas con la importancia que deben ser tratadas para dejar de temerla y mirar para otro lado. Y con el tiempo, quién sabe, es posible que se equiparen a las matemáticas.

Relación entre factores externos (exógenos) e internos (endógenos)

La idea de progreso empieza a plantearse en el siglo XVIII. Hasta ese momento, siglo XVII, la concepción de la vida era de enfoque fijacionista. Desde Aristóteles a Descartes. El surgimiento de Darwin (1809-1882) rompió la baraja. De alguna forma logró alcanzar un nivel superior, centrarla en un modelo naturalista. Piaget y Vygotsky, los referentes de la psicología del desarrollo humano en el siglo XX, aportan enfoques claramente diferenciadores. ¿Cómo se conjugan lo endógeno y lo exógeno? Un bebé nace con la capacidad biológica de ver, de pensar y de flexionar la rodilla si nota un contacto. Eso serían factores endógenos, internos de la persona, genéticos. En el momento en el que se produce una comunicación con una persona adulta que entra en casa después de haber sonado el timbre, el bebé estará alerta la próxima vez que suene el timbre esperando que aparezca una persona. Relaciona timbre con aparición de persona. Los más pequeños relacionan gestos y lenguaje con ideas, lo que se conoce como la mediación semiótica. A este proceso se le conoce como función psíquica superior. Teniendo en cuenta este enfoque, podemos llegar a la conclusión de que el desarrollo de los seres humanos están sujetos a los factores socio-culturales (factores exógenos). No conlleva el mismo efecto evolutivo castigar que motivar, según Bueno. Los factores exógenos provocarán que el factor endógeno no adquiera todo el peso de la educación del niño, derivando en un proceso de cambio mediado. No hay desarrollo avanzado sin educación ni cultura ni gestión emocional.