Es octubre, los recuerdos del verano se alejan, volvemos a la rutina, hay quien se reengancha con nuevos aires, sin "malas costumbres", dispuesto a hacer más deporte, a comer más saludable. Hay otros que no. El pasado miércoles, me inspiró leer a Arnau Bellonch en Levante con su post Retoma. Al final es verdad que cuando pasamos un periodo de viaje, o transitamos en una época donde la actividad profesional desciende, podemos caer en la anarquía y pasar por alto aquellas acciones que nos hacen ser equilibrados. Estoy de acuerdo con Arnau en que meditar, bailar, hacer yoga, pasear por la naturaleza, leer, son prácticas que conducen a estar centrado, a estar tranquilo.

Salvo danzar (en el sentido musical), tengo presentes las demás. "Quizá es momento de salir del barbecho, las fechas son propicias, las hojas caídas en breve te invitarán al recogimiento, que te pille habiendo retomado algunos hábitos saludables y entrarás en fase de inercia positiva", fragmento leído en Retoma. Efectivamente, madrugar es una de las costumbres saludables para incorporar porque permiten hacer con más margen aquello que te llena de energía para afrontar una jornada con sobresaltos. Es decir, tan sencillo como que tu pareja, el panadero, la jefa y tu padre puedan pensar diferente y que a ti te moleste dependiendo de tu estado de ánimo.

Una variable que estoy incluyendo, desde hace poco, en cada jornada es saber desprenderme de cosas para sentirme liberado, después de viajar por el sudeste asiático y, sobre todo, al descubrir el documental MinimalismdocumentalMinimalism, emitido por Netflix. Arranca con un declaración de uno de los dos protagonistas, Ryan Nicodemus, que reconoce que la gente de su entorno le decía: "Tenía todo lo que tenía que tener. Todo el mundo me decía: 'Tienes éxito´. Pero, en realidad, era miserable. Había un vacío en mi vida, así que intenté llenarlo con personas y cosas". La cinta habla de los niveles de insatisfacción que nos proporciona la mentalidad occidental de comprar sin freno, de consumir por norma.

Somos adictos al anhelo que la publicidad nos genera y en plataformas como Instagram lo alimentamos. El objetivo es conseguir que creamos a ciencia cierta que necesitamos algo, ya sea un coche, una televisión, un tipo de compañero. Y claro es complicado apartarse de esa camino porque la información se difunde a gran velocidad y el ruido es constante. Te has preguntado, ¿qué es lo importante de verdad para ser feliz? Ryan Nicodemus lo hizo. Y la respuesta se la dio su amigo desde la infancia y socio, Joshua Fields Millburn: el minimalismo. Vivir deliberadamente con menos. Ahora que cualquier objeto del hogar parece una pieza de museo, de moda, parecemos destinados a comprar y lucir. No sé si el ser humano tiende a acumular, pero al menos yo sí.

Aún recuerdo cuando lo normal, al menos, si tenías 15 años era que si se te rompía el pantalón del chandal, tu madre te pusiera una rodillera y a tirar. En la actualidad, la moda nos alinea para desconsiderar este tipo de arreglos cutres. Porque no es que tires un jersey cuando deja de ser servible, sino que lo haces cuando pierde valor social. El sector textil es un monstruo que nos tiene comida la moral, que nos genera una idea falsa de que consumirla nos lleva a la felicidad y, encima, acabamos contribuyendo colectivamente a destruir nuestro hábitat. Porque, ¿de qué nos va a servir reciclar la ropa si cuando volvemos del supermercado nos traemos grandes cantidades de plástico?