"Un momento puede cambiar un día, un día puede cambiar una vida y una vida puede cambiar el mundo". Esta frase de Bhuda la tiene muy presente Manel Saltor (Barcelona, 1967). Este amante el surf abandonó hace años su estado de confort y su puesto de consultor para conocer el mundo en primera persona. Fueron años de viajar por África, Canada, América. Aquellas vivencias están recogidas en Mente abierta, vida plena (Plataforma Editorial).

El hundimiento del barco Le Joola, con alrededor de 1950 víctimas y 65 supervivientes, fue el segundo naufragio más impactante de la historia, por delante del Titanic. Tú estuviste a punto de subir, pero sí lo hicieron seres queridos. ¿Qué enseñanza sacaste?

Después de vivir un hecho tan traumático como este descubres que no hay una enseñanza que extraer de todo lo vivido, sino muchas y diferentes. Hay algunas que llegan a la consciencia como de repente, sin tener que reflexionar sobre ello. Otras van llegando en el transcurso del espacio y del tiempo. Pero algunas permanecen en el poso de las profundidades del ser y quedan prácticamente invisibles hasta que algún hecho las cristaliza y muestran su cara más misteriosa. Incluso hay algunas a las que nunca tendremos acceso de una manera consciente, aunque eso no las aleja de pertenecer al grupo de las enseñanzas recibidas, porque forman parte del inconsciente y desde él respondemos a todo lo que vivimos. Muchas de ellas se convertirán, después, en creencias profundas que condicionaran y limitaran nuestro abanico de posibilidades.

Quizá esta sea una de las enseñanzas más impactantes que se materializó mientras escribía este suceso. Como de limitador puede llegar a ser algo que forma parte de tus creencias más profundas, sin ser conscientes, a partir de un suceso que viviste en un instante de la existencia. En mi caso, lo explico en el libro, vivir ese suceso transformó la manera que tenía de relacionarme con mis semejantes, hasta el punto de no llegar a intimar demasiado con nadie. La creencia interna e inconsciente que quedó a partir de vivir ese suceso estaba relacionada con el miedo a volver a sentir una perdida semejante. Puro sentido de supervivencia en un mundo tan cambiante. Y esto no lo hice consciente hasta pasados unos años.

Otras enseñanzas tienen que ver con la inpermanencia, como todo nuestro pequeño y particular mundo de fantasías, ilusiones y quimeras puede desaparecer en un solo instante y sin más. Que nada tiene existencia por si mismo, todo está relacionado con una enorme red de causas y efectos que hace que cualquier cosa o fenómeno sea interdependiente y esté interrelacionado con todo. Cada decisión, por insignificante que parezca, cambiará el mundo que cristaliza ante nosotros, esta es la grandeza de la existencia, esta es su magia. Y la fragilidad con la que vivimos están gran verdad.

Y, por otra parte, descubrir que en el fondo de mi ser hubiese preferido haber embarcado en ese barco, no es que hubiese preferido morir en él, pero el presentimiento de que mi presencia hubiese podido cambiar algo de lo sucedido transformó la sensación de unión que tenía con todas las personas que viajaban en él, los seres queridos y a los que ni tan solo conocía. Me sentí extrañamente excluido de ello. Y esa sensación me ha acompañado a lo largo de todos estos años, hasta ahora, que aún la siento.

"En África la individualidad y la intimidad tienen otro valor". "La sensación de no vivir en soledad un proceso cambia totalmente la realidad percibida". Son dos reflexiones impactantes para una mente occidental. ¿Puedes profundizar?

Una de las cosas más importantes que aprendí de mi vida en África fue la de comprobar que somos un engranaje de algo mucho más grande de lo que podamos imaginar. Lo aprendí en la manera que tienen de vivir las situaciones de la vida, incluso las más desagradables. Lo viven desde la colectividad que sienten como si fuese una entidad que vive, sueña y siente como uno. Las cosas pasan desde el colectivo, es al colectivo que le suceden y es desde el colectivo que se solucionan. Cada pieza es un engranaje, y saben de la importancia de su misión dentro de la entidad que forman, pero lo más importante es el conjunto, la propia supervivencia del grupo. Sin el grupo, las piezas sueltas no tienen valor ni sentido. Por eso el individuo, y la intimidad que se sumerge en él, no tiene sentido sino es a favor del conjunto.

Y cuando vives experiencias fuertes, esa sensación que el dolor no es tuyo, que es compartido, que es de todos, facilita su comprensión y posterior duelo, diluye su intensidad y favorece la apertura a las nuevas situaciones que surgen a cada instante de la existencia. En el primer capítulo del libro cuento una experiencia que viví en África que explica y reflexiona este concepto.

Después de vivir en otras partes de este precioso mundo, quiero mencionar que no solo en África se vive desde la colectividad, encontré otras sociedades y culturas con una visión semejante en América y Asia.

¿Cómo de real es que vivimos el dolor en soledad como una sólida creencia?

Nos da la impresión que las cosas que pasan nos pasan a nosotros, no es que sucedan dentro de la existencia, es a nosotros que nos suceden. Y por sucedernos a nosotros, tenemos que vivir eso desde la intimidad y la soledad que requieren.

Si entendiéramos que el mundo en el que vivimos es una interminable sucesión de fenómenos que surgen por causa y efecto de otra infinidad de fenómenos, comprenderíamos que las cosas que vivimos suceden, pero no a nosotros, suceden y ya está. Así de simple. Somos nosotros que añadimos un sujeto a las cosas que pasan, a partir de aquí nos excluimos del resto. Allí comienza la soledad, la que nos excluye del resto porque nos hace diferentes. Si se muere alguien de nuestro entorno, algún ser amado, se nos muere a nosotros, nosotros somos los que quedamos afectados por esa falta, y recordaremos los momentos vividos y anhelaremos todos los que ya no sucederán. Esto nos convierte en esclavos de todo lo que pasa en nuestra existencia, a merced de todas las olas que romperán en la costa. De esto también hablo en el libro.

Viviste la muerte de cerca en varias ocasiones pero acabó tocándoles a seres queridos.

Hace ya mucho tiempo que ya no me hago esta pregunta, porque quizá haya sentido la muerte de una manera tan consciente que forma parte de mí. En la vida que vivo la muerte está eternamente presente, todo se origina para luego desparecer, todo, desde una inhalación que comienza, existe y luego desaparece, hasta la muerte de un cuerpo. Todo tiene tres movimientos constantes, aparición, existencia y desaparición. Este preciso instante ya ha muerto justo cuando lo estás haciendo consciente. La muerte y la vida son dos caras de una misma moneda, la existencia. Nada nace para vivir eternamente. Por todo esto ya no me pregunto por la muerte de mi cuerpo, o por la muerte de una existencia que yo llamo Manel. Todo está naciendo, existiendo y muriendo constantemente. Así es la vida, lo otro ya no importa.

¿Qué te lleva retirarte a un monasterio budista en el sur de Tailandia en 2007?

Conocer, aprender, vivir, experimentar, buscar. La meditación que practicaba ya desde hacía años me abrió a un mundo desconocido por mí, el mundo de la mente, la consciencia, la realidad, la impermanencia, la vacuidad. Quería explorar profundamente los aspectos profundos de la realidad de la mano de maestros, auténticos científicos de la mente, la realidad y la consciencia. Todo lo que vivía en ese tiempo me fue acercando a ese momento, así de fácil, sin grandes decisiones drásticas para romper con la vida que estaba llevando, todo me encaminó dulcemente a vivir esa experiencia.

¿Cómo fue la vida allí?

Aprendí tantas y tantas cosas que se me hace difícil siquiera hacer una lista para nombrarlas. Ya hacía años que estaba viajando y viviendo por diferentes lugares de África y América. Había vivido decenas de experiencias, algunas más duras, otras más dulces, pero siempre buscando alguna manera para poder comer, dormir y relacionarme. Entrar a vivir en el monasterio fue, en un principio, como un pequeño descanso, un lugar donde retirarte sin tener que preocuparte por lo que vas a comer y donde vas a dormir ese día. Sin tener que preocuparte por si vas a encontrar un trabajo que te proporcione lo justo y necesario para poder sufragar una vida simple, y algo más para guardar para poder financiar próximos movimientos.

Pero lo que me encontré allí es conmigo, con el "yo" de las necesidades, deseos, miedos. Tuve que enfrentarme a conocerme en realidad, profundamente. Cuando la mente ya no está ocupada por nada "exterior", ni siquiera por buscarte la vida para poder comer y dormir, empieza a ocuparse por lo "interior", comienza a ser consciente de ella misma, de sus patrones, movimientos, lo que la hace gozar, sufrir, sus miedos, derrotas, logros. Todo empieza a surgir como si de una fuente que emana agua se tratase. Y no hay quien lo detenga, todo surge con una fuerza que te sorprende a cada instante. Allí comencé a entender que era la mente y que la formaba, sus patrones, creencias, objetos, etc. Al principio tuve que luchar con todo eso, ya que todo lo que ocurría se proyectaba en mí, después de cada contacto con la realidad surgía lo que ella causaba en mí, y surgía con tanta fuerza que ocupaba cada respiración y cada paso, siempre presente. Allí entendí profundamente que la realidad que vivía como cierta no era más que una construcción que hacía la mente en respuesta a todo lo que allí ocurría. Entendí que las cosas no me ocurrían a mí. Al principio fue una lucha contra todo lo que me causaba sensaciones desagradables, poco a poco ese proceso se fue endulzando hacia una aceptación y apertura a todo ello, y fue brotando un proceso de compasión hacia mí mismo y a todas las cosas que surgían de mí como respuesta a lo que ocurría, con una visión más humilde y compasiva.

Además, estuve estudiando diferentes textos Budistas que hablan de la existencia, de la meditación, Vipassana, la conciencia, filosofía y psicología budista, Anapanasati (Mindfulness en la respiración), Satipatthana, siempre apoyado y tutorizado por mis maestros, alumnos de Ajahn Buddhadasa Bhikkhu, monje budista de la tradición Therevada, fundador del monasterio, gran estudioso de la meditación Anapanasati y uno de los maestros más importantes de Vipassana (Visión profunda de la realidad).

¿Qué te hace no seguir allí?

De entre todas las posibilidades que se pudieron dar en ese momento, la que tenía más fuerza interiormente era la de quedarme a vivir en el monasterio. Pero mis maestros no lo creyeron así, ya que me sugirieron que trasladase todas las enseñanzas aprendidas a otras personas cercanas a la cultura occidental. Y así lo hice, volví a la tierra que me vio nacer y comencé con un Taller de Mindfulness y meditación Vipassana y hasta ahora, que me dedico plenamente a ello impartiendo talleres, cursos, formaciones y charlas.

Llegaste a una afirmación potente: "La realidad no está allí fuera, se construye dentro de cada persona". Alguien que medite, haga yoga o lleve una vida sostenible puede conectar con la idea".

Desde la filosofía y ciencia Budista, y desde la Vipassana (Visión Profunda de la Realidad), la realidad se construye a través de este proceso que llamamos mente. Déjame que te explique un ejemplo. Pongamos que tenemos una cámara de video gravando las 24 horas y los 365 días del año. La tenemos enfocada a un espacio amplio por donde pasan multitud de cosas: personas de aquí para allá, tránsito de coches, animales que cruzan el espacio, también hay bosques, árboles, plantas, prados, flores, insectos, toda una amplia representación de la vida en la tierra. Este espacio, al igual que todos, está expuesto a todas las posibles variantes estacionales: primavera, verano, otoño, invierno y primavera; atmosféricas y climatológicas: presión, temperatura, radiación, viento, humedad, precipitación, sol, nubes, niebla; ciclos diarios: mañana, mediodía, tarde, noche, madrugada y muchas variables más que me es imposible reflejar. Para nuestra protagonista, la cámara, todo lo que capta su foco visual es información que está siendo permanentemente gravada en su sistema de almacenaje, solo información. No interactúa con nada de lo que ocurre, no analiza, no juzga, ni emite valoraciones, ni extrae conclusiones, no acciona respuestas, ni reacciona ante nada de lo que está pasando, solo almacena información. Pero qué pasa si incluimos, además de la cámara, a una persona, a la que vamos a llamar Personaje 1. Pongamos que ha habido un pequeño movimiento de la hoja de un árbol a causa de la brisa. Este cambio genera una información que llegará a la consciencia y comenzará el proceso al que llamamos mente. La percepción, que es el primer conocimiento del movimiento de la hoja del árbol a causa de la brisa, generará una sensación, que es la impresión corpórea que se produce en la consciencia, y esto dará lugar a una reacción, que es la respuesta al estímulo de haber visto un ligero movimiento de la hoja del árbol a causa de la brisa. Ahora ya sabemos que es la mente, un proceso que fluye sin interrupción. Imaginemos que volvemos al mismo instante del movimiento de la hoja, pero esta vez incluimos a un segundo personaje, el Personaje 2. Ahora tenemos a una cámara de video registrando, el Personaje 1 y el Personaje 2. La cámara registra el movimiento y no genera ninguna respuesta. El personaje 1 percibe el movimiento de la hoja, esto le genera una sensación cálida en el cuerpo y mente y su reacción es un pensamiento de que la brisa ha empezado a soplar, seguida de pensamientos como "empieza a llegar el otoño, tendré que empezar a preparar la leña para poder pasar el invierno, que a gusto que se está con el calor de la chimenea y el sonido del crujir de la leña en el fuego, con imágenes familiares de momentos placenteros al abrigo del fuego en las tardes de invierno, un buen libro". El personaje 2 percibe el movimiento también, per esto le genera una sensación de tensión en el cuerpo, aumento del ritmo cardíaco, respiración intensa entrecortada y un estado mental de alerta, y desemboca en una reacción de susto. A partir de esta reacción, su mente empieza a generar pensamientos tipo que habrá sido lo que ha generado el movimiento, quién o qué lo habrá generado, sensación de miedo e inseguridad, latidos más rápidos, más tensión, respiración más rápida e intensa, etc. Analizando la situación; Tenemos a la cámara que ha registrado la situación sin dar respuesta a ello, debido a que no tiene conciencia ni mente. Por otro lado tenemos que el Personaje 1 ha vivido una realidad totalmente diferente a la del Personaje 2, aunque el estímulo, el pequeño movimiento de la hoja del árbol debido a la brisa, ha sido exactamente el mismo, producido en el mismo espacio-tiempo. Ahora trata de cambiar los estímulos por otros más complejos, como la interacción con otras personas, pensamientos, situaciones. A esto me refiero cuando digo que la realidad la crea la mente, está dentro de nosotros, no está allí fuera. ¿Qué hace que el Personaje 1 y el Personaje 2 construyan una realidad totalmente diferente ante el mismo estímulo? ¿Y cómo crea la mente esta realidad? Tiene que ver con todas las informaciones que existen pregrabadas en el inconsciente de cada individuo, a través de sus experiencias previas vividas a lo largo de toda una vida y de toda la información de herencia cultural, genética, transgeneracional, etc. La realidad que se crea en la mente mientras estáis leyendo estas palabras va a ser diferente en cada persona. Ser consciente de esto es el comienzo a la liberación del sufrimiento. En la meditación Vipassana, y en el estado mental de la plena atención (Mindfulness), somos conscientes de los juicios y valoraciones que genera la mente como respuesta a cada estímulo, pero sin dejarnos llevar por ellos, soltando todo aquello que nos atrapa y nos condiciona para poder ver las cosas lo más cerca posible a como son en realidad. Me gustaría extenderme más en estas reflexiones, pero creo que quizás sería demasiado largo para esta entrevista, aunque invito a leer el libro a todo aquel que desee indagar más sobre ello.

La ignorancia es la causa sustancial de todo nuestro sufrimiento". ¿Cómo alivias tu sufrimiento?

Intento ser cada día más consciente de lo que me generan las cosas que vivo, para así poder separar todo lo que mi mente añade al proceso de ser consciente de ello. Esto me proporciona una perspectiva más amplia de cada instante. Intento vivir con apertura, estar abierto a que cualquier cosa pueda surgir, no solo a lo que me gustaría o desearía, con aceptación, aceptando lo que ello me cause, aunque no me guste, y con la curiosidad de un niño que ve algo por primera vez. El resultado de todo ello es vivir una vida más compasiva y bondadosa, con uno mismo, con los demás, con el entorno y con todo el universo.

La sociedad occidental no podemos vivir sin dinero. ¿Si aspiráramos a tener una vida básica (un plato en la mesa y un lugar para dormir) habría más personas positivas?

Antes de todo, me gustaría decir que no hay una manera ideal de vivir la vida, cada uno tiene su camino. En mi caso, el camino fue este en ese momento. Ahora es diferente, ni mejor ni peor, solo diferente. Pero lo que si es verdad es que intento no alejarme de esta premisa de sentir que es lo básico y de ser consciente de lo que no lo es. Somos seres de necesidades, según las que tengamos en cada momento, buscaremos el camino para satisfacerlas. Así pasamos la vida. Pero si somos conscientes desde donde hacemos las cosas, podremos saber si lo hacemos desde la pura necesidad o desde el amor. Cuanto menos necesitamos, más fácil se nos presenta la vida y más energía disponemos para hacer las cosas desde el amor, porque ya no requerimos tanto para nosotros mismos. La vida actual es muy compleja y llena de tantas cosas que el día a día nos abruma, nos sobrepasa. Tenemos que destinar tanta energía y tiempo para poder satisfacer las propias necesidades que no nos queda para nada más. Cuantas menos necesidades más presentes estaremos ante la vida, menos cosas se nos pasaran por alto, más conscientes, más energía, más cariño. que cada uno haga un proceso de reflexión de cuales son las necesidades básicas y cuales no lo son en este preciso momento de su vida, y que podría hacer para aligerar la carga que supone acarrear con tanta necesidad.

Cuando te encontraste solo, sin recursos ni dinero, a 15.000 kms. de distancia (de casa entiendo), ¿que hiciste? ¿Dónde estabas?

Aunque en el libro cuento una anécdota en la que me encontré con esa situación, la verdad es que es algo que ha estado muy presente a lo largo de mi vida. Decenas de veces me he encontrado sin dinero ni recursos materiales en diferentes partes del mundo.

En el momento al que te refieres, estaba viajando por Centroamérica en bicicleta y me encontraba en El Salvador, justo acababa de cruzar la frontera con Guatemala.

Lo único que hice y que, por cierto, se me da muy bien, es pedirle al universo estar muy despierto y presente en todo lo que surgía para poder ver, de entre todas las infinitas posibilidades, la que más me acercara a poder encontrar los recursos necesarios para poder salir airoso de esa situación. Que el universo y la vida, a través de la causa-efecto, dispusiera un camino para poder fluir en él. Y, como tantas otras veces, funcionó. Encontré un trabajo y me quedé un tiempo largo a vivir en una maravillosa playa llamada El Zonte.

¿Nuestro veneno occidental se llama "hacer"?

Si pasamos toda la vida haciendo, siempre tenemos cosas para hacer, nunca tenemos el tiempo suficiente para todo lo que tenemos o deseamos hacer, sin parar, sin tregua, sin descanso, y estamos exhaustos debido a ello. Algunos incluso anhelan un retiro digno para poder descansar de tantos y tantos años haciendo cosas y, cuando llega el momento, su vida se entristece por que sienten que la máquina del hacer que ha tirado de ellos durante tanto tiempo no ha quedado silenciada. El "hacer" nos convierte en esclavos de nosotros mismos, y nos aleja de sentir lo que verdaderamente somos en cada momento. Y cuanto más hacemos más lejos estamos de nosotros, es una paradoja imposible de resolver si no detenemos la máquina del "hacer".

Tenemos que aprender a ser, solo ser, sentir lo que somos detrás de cada suspiro, de cada instante, de cada paisaje, de cada momento compartido, de cada pensamiento y de cada recuerdo.

"Somos más poderosos de lo que nunca fuimos, pero tenemos muy poca idea de qué hacer con todo ese poder. Peor todavía, los humanos parecen ser más irresponsables que nunca". Dice Yuval Noah Harari. "Pensando que en este mundo uno tiene que buscarse la vida cono sea, independientemente de que eso cause dolor o sufrimiento a los demás, de que el último es el más tonto".

Es nuestro grave error. Pensamos que nuestra felicidad depende solo de nosotros, y no es verdad. La felicidad, si no es compartida, deja de serlo. El mundo no es un lugar hostil donde tenemos que luchar contra todo para poder sobrevivir, esa es una visión errónea del lugar donde vivimos. Si comprendiésemos que la unión de nosotros como especie, y de todo lo que habita en el vasto universo, es la base para comprender nuestro lugar en el mundo y, de paso, nuestra existencia, alcanzaríamos una nueva visión del mundo como una Totalidad interconectada e interdependiente. Pongamos, por ejemplo, que unas cuantas células de nuestro organismo se creyeran independientes de las otras, no se comunicaran ni entre ellas ni con las demás, ni cooperasen en ningún momento. El organismo entraría en colapso y moriría en un solo instante. El sufrimiento de los demás es, también, nuestro sufrimiento. La felicidad de los demás es, también, nuestra felicidad. Nuestro poder emerge de esta nueva comprensión.

"La intuición es algo que no viene por razonamiento, es una impresión que ya sabes con todo tu cuerpo, es la más sabia de todas las razones", escribes. La vives en el atraco y secuestro en Brasil. ¿Para guiarse por la intuición debemos estar centrados, bondadosos y valientes o no necesariamente?

La intuición es una impresión casi instantánea que vienen de golpe y sin avisar. Tenemos que estar abiertos, aprender a soltar todos los condicionantes y la mente pensante para poder resolver, desde la mente fluida, esa situación, la que sea. Primero, tenemos que ser conscientes de ella. Luego, claro está, hacerle caso. Para ello tendremos que aprender a confiar en la intuición. Y eso no es algo que se aprenda tan fácilmente, aquí está la parte de la valentía, tenemos que enfrentarnos a nuestros miedos para poder trascenderlos y dejarnos llevar por la inteligencia más sabia de nuestro organismo: la intuición. Dejemos que surja la bondad desde el orden natural que nos sustenta.

"Cada acción que implica un sufrimiento debe ser considerada como una patología. El acto de vivir es en sí placentero". Rolando Toro Araneda.

El sufrimiento es algo inherente a la vida misma para el ser humano, no lo podemos separar. Sufrimos porque desconocemos, nuestra ignorancia de la propia naturaleza de lo que somos nos hace sufrir. Cuanto más comprendemos, menos sufrimos. Pero es una comprensión profunda, no racional o intelectual, es algo que emerge de cada una de los billones de células del organismo por el cual nos manifestamos. Existir es maravilloso y, en sí, placentero, tal como decía Rolando Toro. Quizá la patología a la cual se refiere tiene que ver con la ignorancia de lo que verdaderamente somos. Aún así, el placer no existiría sin sufrimiento, así como no existiría el día sin la noche.

"Apertura, aceptación y curiosidad, los tres pilares con los que descubrir una nueva realidad desde una posición más bondadosa".

Son los pilares por los que vivir la vida desde otra perspectiva muy diferente, con menos sufrimiento, más compasión y bondad en todas nuestras acciones, y con más comprensión de la naturaleza de la existencia.

Sufriste necrosis en tu hígado por contraer malaria. Viste la luz al final. De aquello destacas la vivencia de un momento de soledad en quirófano, de la regeneración inesperada del hígado (cuando no había donante). ¿Cómo fue?

Después de dos meses con Malaria del tipo Falciporium, que contraje en África, y de todos los medicamentos y tratamientos que me dieron, el hígado entro en una patología llamada Hepatitis Fulminante. Como dice la palabra, el hígado deja fulminantemente de funcionar, consecuentemente se produce un fallo multiorgánico y la muerte. La soledad que viví en un momento del proceso, que relato extensamente en el tercer capítulo del libro, en el que me tuvieron que hacer una biopsia para poder efectuar un trasplante de hígado, sin anestesia ni tranquilizante alguno debido a que es justamente el hígado el que los procesa, debiendo estar consciente en todo momento a las ordenes de los cirujanos y ayudantes que realizaron la intervención, fue tan profunda que cambió, a partir de ese momento, el estado de mi consciencia en el proceso de la enfermedad. Y tuve una experiencia cercana a la muerte, que relato en este capítulo.

Sentirse aislado de todo lo que te rodea es, quizás, uno de los dolores existenciales más profundos que se puedan sentir. Es el caldo de cultivo de las modernas y extendidas depresiones. Pero dejo que sea el lector que, a través de la lectura de la experiencia y las reflexiones posteriores, pueda sentir y comprender a lo que me refiero.

¿La idea de vivir en un pequeño pueblo de la costa sur de Tarragona surgió de la fiesta en la Playa El Zonte (El Salvador)? ¿Cómo es esa vida?

En el libro relato cuatro experiencias, dos de las cuales suceden mientras vivía en playas paradisiacas en Brasil y El Salvador. El por qué siempre, o casi siempre, acabo viviendo en playas tiene que ver más con mi amor por el mar y el océano, por la gente que vive en comunión con él, por mi pasión por el surf y las olas, la energía de lo vasto y misterioso, de lo efímero, el tempo, los sonidos, el silencio, el olor, más que por esa fiesta que relato en el libro. De hecho, llegué allí porque estaba costeando, siempre al lado del océano.

Por cierto, esa fiesta es una de las mejores apariciones que me ha brindado el universo, en un momento que pedía a gritos calor, cariño y descanso, dulce descanso.

"Cuando todo fluye. No hay que luchar para protegerse, porque no te sientes agredido. No tratas de convencer a nadie de nada porque sabes que existen infinidad de posibilidades y ninguna de ellas tiene por qué prevalecer por encima de todas las demás".

Imagina que vives en un mundo donde nadie trata de convencer a nadie, donde nadie tiene que protegerse, nadie se siente agredido, puedes ser y sentir tal y como eres, sin esconderte, pero tampoco sin tener que demostrar nada a nadie, ni tan solo a ti mismo. Todo fluye, no hay combate ni defensa. Solo un fluir de acontecimientos que suceden, simplemente eso, y el silencio de las mentes alcanzan la inmensidad de la conciencia. Las miradas cómplices llenan el espacio de sonrisas que entienden la naturaleza de la existencia.

Solo imagina esto y respira profundamente hasta sentirlo.

Cuando describo de una forma empírica la experimentación de algo que trasciende las formas conocidas, me encuentro con la limitación del lenguaje y de nuestro intelecto".

Es difícil explicar algo que trasciende las ideas y conceptos por los cuales el lenguaje expresa su mensaje. Es difícil explicar algo que nunca ha sido conceptualizado porque es tan vasto e inmenso que no hay concepto que lo pueda abarcar. Es difícil contar algo percibido desde dimensiones más complejas porque vivimos y comprendemos solo en tres dimensiones conocidas. Es difícil comprender algo, intelectualmente, que experimentamos desde estados de consciencia más abierta y expansiva. Aunque quizá lleguemos a comprender profundamente la experiencia de lo vivido, quizá no hallemos palabras para contarlo. A lo mejor para eso exista el silencio.

"Hoy hay demasiada gente que solo sabe relacionarse desde la necesidad". Escuchado, amado, valorado...

Muchas de las relaciones que vemos en el día a día de muchas personas se basan en la necesidad de sentirse de una determinada manera y en un momento concreto. Y buscan, de una manera inconsciente, satisfacer esa necesidad. Si quiero ser escuchado accedo a esa persona que creo que va a hacerlo, si necesito cariño, a esa otra. Si necesito valoración o ser premiado, si me interesa quedar bien con alguien, si creo que debo mantener una amistad todo se rige según las necesidades que tenga. Ser consciente de esto puede cambiar las relaciones hasta sanarlas, porque nos podemos relacionar simplemente desde el cariño sin tener que sacar nada a cambio. Inténtalo, verás los efectos que produce.

Nuestra vida se convierte en sosa y aburrida, siempre estamos nosotros por delante de todo... Por esa falsa creencia de que no existe unión, condicionada por la visión subjetiva de un mundo que se trocea".

El mundo que no para de girar y transformarse constantemente. Y nosotros con él. La sólida creencia que hay un "yo" inmutable que permanece nos confunde en un universo que está en plena expansión. Lo único que permanece es esa transformación constante. Y esa transformación fluye por unas leyes naturales que rigen la vida y la existencia. Todo lo que existe en la vida está interconectado y es interdependiente. Un pequeño cambio aquí transforma la existencia en otro lado, porque todo está íntimamente conectado. Si fuésemos conscientes de ello, nuestras vidas cambiarían radicalmente.

Todo es nuevo y único en cada momento, la creación actúa a cada suspiro, creando realidades cambiantes a cada instante percibido. Nada es conocido, todo está por conocer, hasta aquello que nos parece tan familiar se está transformando constantemente. Solo hace falta abrirnos a esta inpermanencia, y aunque a veces nos parezca tan dramático, no es sino la auténtica naturaleza de la existencia.

Los seres más luminosos que has conocido eran humildes. ¿Son los ejemplos claros de que 1 + 1 = 1?

Sí, definitivamente sí. La humildad es la base de una relación sana con uno mismo, con los demás y con el mundo. La auténtica humildad nace del entendimiento, de comprender como es el mundo y como somos nosotros. La relación que establecen los seres más iluminados que he conocido es a través de la sintonía y resonancia con ellos mismos y con el mundo. Y a través del amor.

Hay otros que se iluminan a ellos mismos, dando una falsa creencia de conexión y entendimiento, pero no es así. Aunque está lleno de ellos, no es difícil reconocerlos.

A los que están realmente iluminados sí que es difícil reconocerlos, ya que de ellos no emergen palabras sabias dichas con un tempo al dente, no lo precisan. Simplemente aman con todas sus fuerzas cada instante percibido y todo lo que se percibe en él. La auténtica comprensión de la última realidad. Sin diferencias, separaciones, aislamientos, todo lo que se percibe es solo la misma totalidad que se manifiesta en todas sus formas. Por eso, uno + uno = uno.

Nos relacionamos con el mundo a través de un sujeto al que llamamos "yo" y a los demás los llamamos:" tú, él, nosotros, vosotros, ellos", y creemos que eso es inmutable, siempre es así hasta la muerte. Y entre "yo" y los demás siempre hay separación, diferencias que nos mantienen independientes los unos de los otros. Todo lo que hacemos, decimos o pensamos tiene consecuencias en los otros y en el mundo. Dependiendo de las respuestas que demos a todo lo que se no presenta, las cosas van a ser de una manera u otra. Si fuésemos un poco más responsables entenderíamos que los efectos que generamos en nosotros, en los demás y en el mundo a través de estas respuestas, aunque sean solo de pensamiento, cambian la realidad.

Si conociéramos el mundo desde la interdependencia e interrelación que hay entre todo lo que hay en él, descubriríamos que debajo esa falsa ilusión que todo es independiente lo uno de lo otro, existe una última realidad donde solo existe Uno, que lo único que existe es la Totalidad.

Por último, ¿qué harías si, de repente, el mundo que conoces desapareciera ante ti?

Todo aparece, existe y desaparece constantemente, sin descanso. El mundo que conozco desaparece a cada instante percibido. Y vuelve a aparecer también a cada instante. ¿Y que hago? Simplemente sentir intenso amor por lo maravillosa que es la existencia. Paz, libertad, compasión y amor.