Tiene 47 años y vive en Valencia. Paloma Pérez Prieto es una de las odontopediatras con mayor reputación nacional por su buen hacer y su singularidad en la consulta. Sus pequeños pacientes salen riendo, no solo por sus artes médicas, también por las escénicas. Hace unos días sorprendió a algunos de ellos al disfrazarse de un personaje de Los Increíbles. No se quita el traje ni para comentar su frase de cabecera: "'La paz comienza con una sonrisa'. No es mía, por supuesto, es de Santa Teresa de Calcuta".

Por lo que tengo entendido, posees una forma innovadora de tratar la conducta en niños: personalizada, delicada, paciente. ¿Cómo has logrado llegar a ese nivel de atención?

Todos nacemos pero, sobre todo, nos hacemos. ¿Cómo? Con formación continua, con observación y con lo que la experiencia en éxitos y fracasos nos enseñan, si somos dóciles al camino que se nos indica. Con los años, simplemente, he rechazado cualquier forma de trato hacia los demás, en especial hacia mis pacientes, que no parta de la ternura, la empatía, la amabilidad, la bondad y la refuerzo positivo.

Cuando te dicen algo los niños que no deseas escuchar, ¿cómo lo encajas?

No hay nada que un niño me diga que yo no quisiera escuchar. Si no escucho, ¿cómo les puedo ayudar? Así que sea positivo o negativo quiero oírlo todo para determinar la forma de ayudarles. No hay miedo, por mi parte, pero sí unos deseos inmensos de ayudarles a vencer los suyos.

¿Qué cualidades crees que debe tener un profesional que trabaje con niños?

Muchas y a la vez solo una: amor. Amar la infancia, pero amarla de verdad: intensa, pura y profundamente. Los frutos de ese amor son la paciencia, la empatía, la perseverancia, la tolerancia, la comprensión, el deseo de hacerlo lo mejor posible. Definitivamente hace falta amor.

¿Por qué decidiste especializarte en la atención odontológica en niños y pacientes especiales?

Nunca me ha gustado tratar adultos. ¡Si no me hubiese gustado la asignatura de Odontopediatría en cuarto de carrera hubiese estado en una situación difícil! Aunque imagino que me hubiese pasado a medicina para ser pediatra.

El amor a los pacientes especiales fue una sorpresa, un regalo que vino después. En el Hospital de Boston, donde me formé como especialista (pues la carrera la hice en Valencia), se trataba a muchos pacientes especiales, pues era un Hospital de referencia para ellos en la costa este de Estados Unidos. Mi primer paciente especial tenía un síndrome que le desfiguraba y sentí un gran rechazo inicial... Después pensé que podría haber sido mi hermano. Eso lo cambió todo. Tuve un hermano que de vivir hoy en día tendría necesidades especiales. Fue como si él me hablase. Así de sencillo.

Según la doctora Paloma Planells, "la evidencia científica nos señala que la enfermedad de la caries se puede prevenir".

¡Tiene razón! Es lo que apunta la evidencia científica. Por supuesto, hay mucho por saber en cualquier campo de la medicina. Por ahora podemos trabajar, sobre todo, con la higiene y la alimentación para prevenir la caries. Eso no quita que en el futuro se abran otras vías como resultado de la investigación. Recordemos, no obstante, que la caries es una enfermedad infecciosa y multifactorial, así que en el futuro pudiese ser que haya mas claridad sobre el papel de otros factores como, por ejemplo, el hereditario. Quién sabe.

Ante una situación de conflicto con padres, ¿cuál es tu línea de actuación?

Ha cambiado mucho la sociedad en 25 años. Los problemas se solucionan hablando. Internet nos ha ayudado y "desayudado", pues en ocasiones los padres no han acudido a las fuentes correctas y hay malentendidos. A veces, hay padres que solo quieren ver las cosas desde su punto de vista. A veces, hay padres que no te dirán las cosa personalmente pero lo harán en redes sociales para castigarte. Hay de todo. En general, hay que hablar los problemas, nada nuevo en ese terreno. Hablando se debería entender la gente.

¿Crees que el mercantilismo le pasará factura al sector?

Ya lo está haciendo. Cuanta gente está sufriendo por ofertas y engaños de todo tipo. Mi abuela lo decía: "Lo barato sale caro". Creo que lo hemos oído todos, ¿no? La odontología es, dentro de la medicina, una especialidad cara. No está cubierta por la sanidad pública, excepto en tratamientos puntuales. No pueden ponerte un implante ni una ortodoncia ni un buen empaste por menos de lo que cuesta el material. De cajón. Y todo eso ha pasado factura, desgraciadamente, sobre la gente mas inocente.

¿Cómo ves los niveles de ética?

Creo que en todos los campos profesionales hay gente con gran valía profesional, pero hacen más ruido los casos en los que la ética ha sido escasa. La Odontología tampoco se libra de ella. Creo, firmemente, que en todas las profesiones predominan los buenos.

¿Qué es lo que más te llena de ejercer?

El amor va y el amor vuelve. Ayudas a un niño, por ejemplo, con sus necesidades y, muy a menudo, con miedo, te devuelve amor con su rostro, un abrazo, un dibujo. Es increíblemente maravilloso. Eso sí, hay que dar sin esperar. La docencia también me apasiona, pero no tengo mucho tiempo para ejercerla. Hay que conciliar familia, profesión y elegir dedicación.

¿Cuando no consigues concluir un tratamiento con un niño en qué pautas te basas y cómo te sientes?

En odontopediatría disponemos de técnicas sencillas de la guía de la conducta y avanzadas. Si no es suficiente con sencillas, planteo a los padres las avanzadas. Si los padres no aceptan esas técnicas, difícilmente, puedo hacer milagros. En el campo de la ortodoncia lo frustraste es la falta de cooperación. La de los chavales y la de las familias. Son las menos, pero hay casos claro. Yo me propongo cada día la excelencia, es decir, hacerlo lo mejor que pueda; que no es lo mismo que la perfección. Tampoco soy ningún bicho raro. Me refiero a que el nivel de estrés en la profesión es muy alto, pues somos todos perfeccionistas y la sociedad nos demanda eso.

¿Crees que es una especialidad agradecida y reconocida?

Agradecida emocionalmente, sí, desde el punto de vista, sobre todo, de los niños. Económicamente no creo que haya odontopediatras ricos, jajajaja. Reconocida no tanto pero nunca me corto en decir en público, esté donde esté, que debería ser la primera especialidad odontológica en ser reconocida en nuestro país. Si odontopediatras y pediatras trabajásemos codo con codo estoy segura de que veríamos muchas menos patologías. Cuantos niños comerían y dormirían mejor, libres de dolor por caries. Para eso nuestra especialidad ha de ser reconocida y los niños han de acudir a visitarnos desde el primer año de edad y cada seis meses durante toda la infancia y adolescencia. Este año ha sido precioso y he estado invitada a hablar en unos cuantos congresos nacionales e internacionales. En Octubre participaré en el de la Sociedad Española de Pediatría. Si cabe me hace más ilusión que ninguno. Enseñarles y aprender de ellos. ¡Cuánto podemos hacer!

¿Cómo haces para comunicarte con un paciente autista?

Tuve la suerte de ver pacientes autistas todos los jueves durante los dos años de mi residencia en la Boston University. Se nos enseñaba a tratar con ellos usando pictogramas. Hoy en día, hay una revolución digital que nos ayuda a comunicarnos con ellos y, verdaderamente, vemos muchos pacientes con necesidades especiales. Pero es difícil generalizar porque no es el paciente autista, sino la persona con un trastorno del espectro autista y con eso quiero decir que cada una es diferente y plantea sus propios retos. Los programas que hacemos de familiarización, paso a paso, funcionan pero a largo plazo y, a veces, hay que recurrir a la sedación porque hay un problema que requiere una solución mediata. Cada paciente es diferente.

¿Y para focalizar la atención de un niño con TDH?

Paciencia, paso a paso, un ambiente tranquilo y empatía. Ésa es mi receta. Siempre se nos ha enseñado que la guía de la conducta esta basada en la ciencia y es así. Pero cada odontopediatra conecta con sus pacientes de una forma muy particular. Soy yo misma y funciona. Soy muy creativa y para los niños eso es un alimento básico que abre muchas puertas.

¿Cómo visualizas las perspectivas de futuro de la profesión?

Me impongo ser positiva siempre. He aprendido que solo puedo ejercer así. Por tanto mi respuesta es que veo un futuro fabuloso. Que reconozcan nuestra especialidad y verán.

¿Qué te lleva a dedicar parte de tu tiempo a la solidaridad?

El vacío que siento sino me doy los demás. ¿No es eso lo que mueve a todo ser humano a ser solidario?

El yo no llena. Lo que llena es darse a los demás, a tu familia, a tus hijos, a tus amigos, a tus pacientes, al que lo necesita y es desconocido. Solo se es feliz si das.

¿Puedes contarnos alguna iniciativa que hayas llevado a cabo a nivel social?

Uff. Desde jovencita desde leer a personas ciegas siendo voluntaria de Cruz Roja, a dar clases de baile a niñas en acogida, después ya más vinculadas a la profesión, como es lógico. Hemos colaborado siempre con cualquiera que nos lo ha pedido. Asindown, en mis primeros años de ejercicio profesional o la clínica de parálisis cerebral de Cruz Roja. Hoy en día, con el programa para personas con una discapacidad intelectual en Special Smiles Special Olympics o con Aldeas infantiles. Pero todo es poco.

¿Y otra que te gustaría en el futuro?

Si me tocase la lotería, como suele decir la gente, trabajar solo para quien no pueda costeárselo. Si me toca, ya sabes donde estaré. Mientras a trabajar como todos, pero con la suerte de hacer lo que amo, que soy consciente de lo afortunada que soy y rodeada de un equipo fantástico, que no sabes lo difícil que es lograr eso.

¿Qué te aporta la docencia?

Yo doy, enseño, todo lo que sé. Una vez alguien dijo que "no contase todo". Soy todo lo contrario. He tenido increíbles profesores, así que imagino que sencillamente devuelvo lo que la vida me ha dado. Enseñar es aprender. Enseñar suena cursi pero es amar y, como te dije antes, quién puede resistirse a amar sabiendo que vas a ser amado como respuesta. Yo desde luego no puedo resistirme.

¿Me puedes contar algún caso concreto de un niño o adulto que te haya marcado especialmente?

Mi primer paciente especial me marcó y, recientemente, la muerte de uno de mis pacientes con parálisis cerebral. Un ángel de niño con unos padres para quitarse el sombrero, gente buena de verdad, gente que te inspira a ser mejor, a luchar, a ignorar lo negativo. Eso me ha marcado mucho. No me gusta hablar excesivamente de ello porque son sentimientos muy privados, pero diré que de ahí nació mi segundo hashtag favorito: #aquivienenANGELEStodoslosdias.