El «parkour es uno de los deportes urbanos por excelencia. Su premisa básica es muy simple: desplazarse de un punto a otro logrando la máxima eficiencia motriz. Con ese objetivo siempre en la mente, sus practicantes, llamados «traceurs», trepan altos muros, salvan obstáculos con un simple toque de manos, se deslizan bajo barandillas con gran agilidad o saltan distancias de varios metros.

La reciente publicación de un vídeo en Youtube titulado "Haciendo PARKOUR con mucho POWA en ALICANTE", que acumula hasta la fecha más de 121.000 reproducciones, ha reabierto el debate sobre el riesgo de esta disciplina deportiva urbana al observarse en él a varios jóvenes efectuando peligrosos saltos en unos edificios en obras de la ciudad desde gran altura (a partir del minuto 11.27).

El «parkour» tiene una disciplina hermana, el «freerunning» (se podría traducir como carrera libre). Además del repertorio de movimientos que adquiere al beber directamente del deporte original, éste incorpora elementos estéticos y acrobáticos, más dirigidos a la superación atlética que al concepto de eficiencia.

El grupo que creó el «parkour», los legendarios Yamakasi (la película homónima fue uno de los grandes empujones que recibió este deporte), tenían un férreo código que ha acabado siendo el paradigma de los traceurs. El respeto al entorno y a los ciudadanos, la humildad, el cuidado a la hora de evitar daños y lesiones y el conocimiento de los propios límites son los ejes sobre los que giraba la actividad.

De entre todas estas características, la que con más fuerza ha perdurado es la de cuidar el propio cuerpo previniendo posibles lesiones. El mismo término Yamakasi es un vocablo del idioma africano lingala, que significa «cuerpo fuerte, espíritu fuerte, persona fuerte». En consecuencia, no ser agresivo y forzar el cuerpo más allá de los propios límites es un distintivo de los «traceurs» que quieren conservar el espíritu original del deporte.

Movimientos

Un practicante experto de «parkour» o de «freerunning» debe poseer un cuerpo fuerte y flexible. Gracias a ello, sus movimientos son rápidos y fluidos.

Los buenos «traceurs» pueden efectuar saltos específicos para largas distancias o para salvar desniveles, superan vallas y barandillas tanto por encima como por debajo, tienen diferentes técnicas de caída, amortiguando el impacto o rodando sobre el hombro y pueden trepar un muro de tres metros en un par de segundos.

A eso, los practicantes de «freerunning» añaden giros de 360 grados con las manos apoyadas en la pared como eje o volteretas usando muros como apoyo. La gran mayoría de movimientos tienen nombres adaptados en inglés o directamente en la lengua inglesa, como «rompemuñecas», «salto de gato», «kong» o «paso del ladrón».

El límite lo pone la capacidad física del usuario, su imaginación y la cantidad de práctica que tenga. El objetivo: moverse a prueba de obstáculos.

Texto del reportaje: Paul Torregrosa