Muchos niños, desde los nueve años o incluso antes, participan en las redes sociales, aunque según las normas vigentes y las de algunas compañías no deberían hacerlo hasta los 13 o los 14 años. Muchos padres lo permiten; algunos hasta lo ven como una apuesta de futuro. También ellos: en un estudio de la Universidad de California-Los Ángeles con chicos de entre 9 y 15 años, uno de cada tres de quienes estaban en las redes decían que puede ser un medio para hacerse famoso. A qué edad iniciarse, al final, es responsabilidad de la familia.

El argumento usual es que los amigos están en las redes y si ellos no, quedan aislados. Los expertos aconsejan no encastillarse contra la tecnología: a los chicos les facilita integrarse en un grupo, estar en contacto con sus amigos, sobre todo con los smartphones y la generalización de WhatsApp y mensajerías similares. Además, puede ser un canal para expresarse, informarse€ Tampoco debe extrañar que quieran estar en las redes si los padres hacen gala de ello. Y muchos debutan en el mundo digital antes de nacer, cuando los padres cuelgan las ecografías del embarazo, y Facebook o Instagram son los álbumes de fotos de su infancia.

Hay consejos, apuntados por expertos europeos o la entidad FOSI, dedicada a la seguridad familiar 'online' en EE.UU., que pueden ayudar a que los chicos disfruten de las redes con los menores problemas posibles.

Qué pueden hacer los padres

Supervisar. El problema no es acceder a que los niños estén en una red, sino no supervisarles, dice Maialen Garmendia, profesora de Sociología de la Universidad del País Vasco e investigadora principal del equipo español en la red europea EU Kids Online, que estudia la presencia de los menores en internet. Hay que controlar qué información dan, con quién se relacionan, qué ven.

"Les superprotegemos en la vida real y les dejamos solos en internet", señala Fernando García, profesor en un colegio de Pamplona y autor de varias publicaciones sobre la familia y el mundo digital. No cree que los niños de primaria deban estar en las redes, opina que contribuye a adelantar la adolescencia.

Compartir actividades. Hágase su amigo en la red. Y encuentre momentos para navegar juntos y hablar de qué hacen en internet. Los menores son más impulsivos y susceptibles a presiones, hay que guiarles. Por ejemplo, enseñarles a rechazar ofertas.

Siga a sus hijos en las redes, pero tenga cuidado con los comentarios que les hace: no les avergüence ni humille. No ponga fotos ridiculizándolos, o en el baño, enfermos€

No vaya de colega enrollado si sigue a los amigos de sus hijos.

Dé ejemplo: no insulte ni extienda rumores o infundios.

Límite el tiempo en la red. Se puede pactar, pero hay que cumplir.Los riesgos

CyberBullying. Maialen Garmendia señala que se habla mucho de este problema, que es preocupante y crece en las redes, pero en sus estudios no constataron más acoso online que presencial.

Contactos desconocidos. "Es llamativo el gran número de contactos que tienen muchos adolescentes", dice Garmendia. "Los conozco", aducen. Seguro que no a todos personalmente, puede que de vista, que sean amigos de los amigos... Cuanto más pequeños los hijos, más hay que vigilar este aspecto. "Hay que medir su madurez: si no les dejas que hagan cosas solos en la vida real, tampoco en la virtual", aconseja Fernando García.

Problemas de imagen. El estudio Status of Mind, hecho en febrero por la Royal Society of Public Health británica entre 1.500 jóvenes de 14 a 24 años, alerta de que las redes sociales basadas en publicar fotos como Instagram (muy popular entre los menores en España) pueden tener más efectos negativos sobre los adolescentes.

Es la edad en que construyen su identidad y el bombardeo de imágenes estilosas y de cuerpos perfectos, puede causarles ansiedad según el concepto que tengan de su propia imagen. Lo mismo puede pasar con quien tenga, en general, una baja autoestima. Los autores del estudio proponen, por ejemplo, que se deba especificar si las imágenes han sido retocadas.

Ansiedad/depresión. El estudio Status of Mind señala también que las redes sociales pueden contribuir a la angustia y la ansiedad por la adicción que crean -hay un fenómeno bautizado FOMO, el miedo a perderse algo-. E igualmente, pueden favorecer la depresión si la persona se siente desencantada de sus expectativas de seguidores, por lo bien que parecen pasarlo otros...

Las redes sociales son más adictivas que el tabaco y el alcohol, apuntan los autores del estudio. Los padres deben pactar con los hijos límites en las horas de conexión. Si los chicos se conectan más de dos horas al día, crece el riesgo de ansiedad y depresión. Un estudio de la CNN con 200 adolescentes de 13 años constató que algunos comprobaban sus redes sociales hasta 100 veces al día. Una chica decía tomar ¡entre 100 y 200 selfies al día!

Robar horas de sueño. Es un efecto negativo generalizado de la actividad en internet si se alarga por las noches.

Contenido sexual o negativo. La recepción de mensajes o imágenes sexuales (sexting) es una de las mayores preocupaciones que expresan los padres y es bastante frecuente: en el estudio EU Kids online para España, el 31% de los menores dice haber recibido mensajes sexuales de algún tipo. Un 32% de los menores afirma que también le ha llegado o ha accedido a contenidos negativos (como los que promueven la anorexia, autolesiones o suicidios, las drogas, el odio€) El 29% de los adolescentes dice haber sufrido otros riesgos online, tales como los virus o el mal uso de sus datos personales.