Son las 15h de un caluroso día de verano, la familia Sánchez acude como cada día a la playa para disfrutar de una jornada estival; juegos acuáticos, helados y placeres veraniegos se verán súbitamente interrumpidos por un imprevisto: los padres han perdido el contacto con su hijo de 7 años. Nervios, tensión y ansiedad dominarán un escenario que se repite a diario en buena parte de las 3463 playas que actualmente figuran registradas en el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.

El fenómeno del niño perdido se intensifica cada año ante la llegada de la época estival. Las playas más concurridas son el escenario clásico, en las más grandes pueden llegar a concentrarse más de 4.000 bañistas en menos de 3 kilómetros en un país, España, en el que más de 1.000.000 de ciudadanos se desplazan a las playas en los días de más afluencia de verano. La Cruz Roja registra cada temporada 2.500 desapariciones pero el dato global podría ascender a más de 10.000 al año ya que la vigilancia de cada playa corre a cargo de distintas organizaciones y entes locales. En algunas comunidades se pierden hasta 4 niños al día mientras que en las zonas playeras más visitadas como la Costa Brava, la Costa del Sol o la Costa Dorada la cifra supera con facilidad los 10 niños.

Las autoridades suelen activar el protocolo del niño perdido, un procedimiento ampliamente implantado mediante el cual se recogen todos los datos que el menor sea capaz de facilitar: el nombre de sus padres, hotel en el que están alojados? a continuación se utiliza la megafonía para avisar a los padres y si el niño no aparece en 60 minutos se llama al 112, algo que no suele ser necesario ya que la mayoría de niños aparecen antes de media hora, tiempo en que los padres viven con gran estrés imaginando y proyectando los peores escenarios.

¿Qué hacer si hemos perdido a un niño en la playa?

Un familiar debe permanecer en la toalla para que si el niño regresa por su propio pie localice a algún familiar.

Se debe buscar al niño en dirección al oleaje, los niños con flotadores son arrastrados por la corriente marítima.

El niño va a buscar la brisa contra su cara para reducir la ansiedad del momento, por eso es importante buscarlo en dirección contraria al viento.

Llamar a la policía y a los socorristas para que tengan constancia de los hechos.

Pactar previamente con nuestros hijos un punto de encuentro en la playa.

Lo más importante es no perder el contacto visual.

El fenómeno del niño perdido en la playa ha dado pie a toda una industria. En la actualidad se comercializa todo tipo de apps, pulseras electrónicas, geolocalizadores e incluso pulseras con códigos QR que permite a cualquier otro bañista obtener el teléfono móvil de los padres escaneando la pulsera con cualquier ´smartphone´. Además, distintos ayuntamientos reparten cada año miles de brazaletes identificativos.