Pepe Navarro está "desbordado" y no es para menos. La cafetería-panadería que hace cuatro años abrió en Quart de Poblet y que hace apenas dos meses estaba a punto de cerrar por la crisis ha pasado de tener un centenar de clientes a registrar la visita diaria de "más de 3.000 personas". Y la cifra sigue subiendo. El secreto del éxito de la reconvertida pastelería en despacho de pan tradicional es sencillo: vender la barra a 20 céntimos y ofrecer suculentas ofertas de dos piezas por un euro en bollería artesana.

Fue una medida a la desesperada que Navarro optó por aplicar ante el inminente cierre de su establecimiento. Decidió arriesgar y ganó; o al menos eso parece demostrar la reciente apertura de otro despacho de pan en Torrent (tiene otra tienda en Gandia y el obrador está en Riba-roja de Túria). Sin embargo, él asegura que aún no sabe "si es rentable". Según dice, lo que verdaderamente le motivó a aplicar un giro radical a su negocio fue "la necesidad real del mercado", porque "hay gente que no llega a fin de mes".

Así que la conjunción de ese apuro social por "comprar más barato" y su propia necesidad de "vender más", dieron como resultado un nuevo modelo de negocio que, de momento, mantiene una cola casi permanente en la puerta de su establecimiento de Quart, sobre todo "a las horas de entrada y salida de los colegios".

Para poder elaborar las miles de barras de pan que diariamente distribuye -el despacho ha de reponer existencias hasta ocho veces al día- ha sido necesario crear una gran infraestructura porque "todos los productos siguen siendo artesanos" y las tiendas han experimentado una brutal ampliación de horarios, ya que abren ininterrumpidamente de 6 a 21 horas.