El acuerdo alcanzado por la empresa propietaria de la discoteca Puzzle y el Ayuntamiento de Sueca para convertir la histórica sala de ocio en un centro comercial cierra definitivamente tras un cuarto de siglo de actividad uno de los espacios lúdicos más emblemáticos de la Comunitat Valenciana y también una forma de entender el ocio nocturno para toda una generación.

El ocaso de Puzzle, que baja el telón con dos sesiones de fin de semana previstas para el 29 y 30 de octubre, supone el epílogo definitivo a toda una época, la de la llamada ruta del bakalao, que, como la movida madrileña en los 80, marcó un hito en su apogeo a mediados de los 90 con salas como Puzzle convertidas en una especie de catedral de la modernidad para miles de jóvenes.

La discoteca, que dejará paso a un supermercado de la marca Consum, ya hizo el primer amago de cierre a finales de 2007. La gestión cambió de manos y en los últimos años mantuvo sus sesiones en fechas relevantes pero sin una periodicidad estable. En plena decadencia, Puzzle fue adquirida por el grupo Vidal. Su propietario, Juan Vidal, tenía intención de abrir un centro comercial, pero la crisis le obligó a dar marcha atrás y finalmente será la firma Consum la que convierta el inmueble en un supermercado.

El adiós definitivo coincide, además, con el declive de otras dos grandes discotecas de la conocida como ruta del bakalao: Chocolate, que incluso ha cambiado de nombre, y Barraca. Ambas han cerrado y reabierto varias veces y el Ayuntamiento de Sueca confía en que la clausura de Puzzle consolide una vía que permita en un futuro que las otras dos sigan el mismo camino.

Todas ellas se encuentran dentro de los límites del parque natural de la Albufera y tanto los rectores del parque como la Conselleria de Medio Ambiente apoyan las pretensiones del consistorio.

El actual gerente de Puzzle, Guillermo Vila, recuerda que fue el local de ocio «más vanguardista que ha existido en Valencia, la discoteca más moderna en cuanto a animación. En plena ruta del bacalao o incluso antes, Puzzle ya abría los sábados y cerraba los domingos por la tarde», rememora.

En aquellos años en que la ruta alcanzó su cima, en el triángulo que formaban Puzzle, Barraca y Chocolate llegaban a concentrarse hasta 14.000 personas y eran habituales las interminables hileras de coches junto a las acequias y caminos del parque natural porque no cabían en los aparcamientos de las discotecas.

Luis Bonías, vinculado al mundo de la música, fue de los primeros disckjockey que pinchó en Puzzle. «Empecé con 14 años», recuerda. Bonías que también pasó por las mesas de mezclas Spook, ACTV o Barraca, rememora la música alternativa de los primeros años y la masificación posterior, con sonidos más comerciales. También recuerda como eran los domingos por la mañana en Puzzle.

«El día era parte de la fiesta, se apostaba por abrir las persianas, para que entrara la luz, había que destacar precisamente eso que era de día». «Venía gente de muchos sitios, de Alicante, de Albacete, de Madrid, pero cuando se masificó y hubo un exceso de oferta llegó el final», explica.

Fueron años de sesiones eternas que llegaron a enlazar fines de semana completos y que se iniciaron a mediados de los años 80 con el estallido de la música electrónica, modernos haces de luz, sonidos estridentes y pinchadiscos convertidos en estrellas. Una época en la que aún primaba la búsqueda de libertad en un país quetodavía se desperezaba de 40 años de dictadura.

Un modelo excesivo de fin de semana, de viernes a domingo, sin ningún tipo de control para el que hacía falta un empuje. Un terreno abonado para que las drogas camparan a sus anchas. Primero fue la mescalina, y después el speed, la cocaína o drogas de diseño como el extasis estimularon junto al alcohol los fines de semana de miles de jóvenes. «Había mucho trasiego del aparcamiento a la discoteca, eso siempre era habitual», explica otro de los disckjockey de Puzzle.

Tras el fulgor de aquellos años en los que el sonido Valencia alcanzó fama internacional, la década de los 2000 supuso el final de la ruta que atraía como un imán a miles de jóvenes hasta Sueca, el Perelló y les Palmeres todos los fines de semana.

El año 1994 marca el declive, señalan. La generalización del fenómeno del botellón, el cambio de modas y sobre todo un mayor control policial del tráfico en esa carrtera y del consumo de estupefacientes, acabaron por enterrar definitivamete la ruta destroy, un término con el que se conoció aquel modo de entender la fiesta, y que da una idea de la radicalidad con la que muchos vivieron la fiesta aquellos años.

«Motivos políticos en el cierre»

Incluso hay quien sostiene que también confluyeron motivos políticos en el final de la ruta del bakalao. «Determinados medios de comunicación de la época se cebaron con la ruta para erosionar al PSOE que entonces gobernaba y acusarlo del descontrol del tráfico y la droga, aunque ésta existía igual que existe ahora», señala uno de los conocedores de la noche. «Muchos miraron a Valencia y la señalaron como un lugar de alto riesgo», apostilla.

Antes, al calor del éxito de Puzzle y Barraca, la primera en abrir en 1982, se sumaron en pocos años Chocolate —que este fin de semana celebra el 25 aniversario— y que apostó por sonidos más radicales frente a los más ligeros de la discoteca de les Palmeres o Spook Factory, en el Saler. Todas ellas acabaron por convertir los 20 kilómetros de Valencia a Sueca en la ruta festiva más conocida de España hasta convertirla en una especie de mito, recuerda Bonías.

Pero como al fin y al cabo aquello derivó en un suculento negocio para muchos pronto salieron nuevas propuestas: Don Julio en Riba-roja, Heaven, o ACTV, en la Malva-rosa. Barraca, Puzzle y Chocolate eran los dueños del sábado, los domingos por la tarde dominaba Barraca y ACTV cerraba el domingo. En 1991, Barraca realizó la sesión mas larga reconocida hasta la fecha en cualquier discoteca europea: 48 horas seguidas, según el portal discotequeros.com, especializado en música electrónica.

«Años gloriosos para Valencia»

«Fueron años gloriosos en los que Valencia sonaba en todo el mundo, en cambio hoy las modas llevan a la juventud a no salir de la ciudad. Grandes superficies como Bananas, que metía hasta 7.000 personas o Arabesco, que también cerró años después, eran el modelo durante años, mientras hoy lo que funciona son clubes con 700 u 800 personas máximo. Hay una reconversión clara de una moda que vuelve a la ciudad», explica, Salvador León, que lleva 23 años al frente de la sección de ocio nocturno de la Cartelera de Levante-EMV.

Cambios que no gustan a todos porque Bonías asegura que pese a todo «el fin de semana está ahora más descontrolado que en los años de la ruta del bakalao».

Mientras, la mayoría de las antiguas catedrales de la fiesta valenciana languidecen buscando la fórmula para recuperar unos años dorados que ya forman parte del pasado. Y la realidad se impone: «No se puede vivir de la nostalgia», afirma uno de los empresarios del ocio nocturno.

Las dos sesiones finales de Puzzle, los días 29 y 30 de octubre, serán las definitivas. Ya no habrá más. La fiesta se acabó. Está previsto que participen todos aquellos que durante 25 años han pinchado algún disco en aquella discoteca. Se turnarán para que los nostálgicos den el último adiós al gran mito de la fiesta de los 90.