Afirman que Maria Beneyto vivía sola. Pero no era así. La poetisa tenía una fiel compañera de viaje en Sara, una perra pequeña y dócil, de raza indeterminada. La escritora falleció hace dos meses, a los 84 años. La mujer repartió sus bienes y legó al ayuntamiento su biblioteca privada. Pero nada dejó escrito sobre su mascota. De la noche a la mañana el animal pasó de dama a vagabunda, de vivir como una auténtica princesa a residir en el refugio de animales abandonados.

Cuando María Beneyto fue ingresada en el hospital -tras una larga enfermedad que la tuvo encerrada en casa durante meses- el jefe de servicio de Sanidad Animal del Ayuntamiento de Valencia llamó a la Protectora de animales, tal y como marca el protocolo. "Esto ocurre muy a menudo cuando una persona mayor vive sola con su mascota y la ingresan en el hospital", explican desde la Protectora de animales.

Nadie les dijo a quien pertenecía el animal, pero averiguarlo fue tarea fácil ya que Sara -o Sarita, como la llaman en el refugio- llevaba el microchip que marca la ley. Sus datos estaban claros: Tenía 12 años, tomaba medicación por un soplo en el corazón y pertenecía a Maria Beneyto, la reconocida poetisa valenciana.

El animal llegó al centro de acogida desorientada y triste. Desde la Protectora decidieron tenerla unos días en observación, ante el comportamiento del animal, acostumbrada a vivir entre algodones. Eso sí, la conducta de "alta alcurnia" de Sara fue saliendo a la luz conforme pasaban los días.

De entrada, el animal se pasó cuatro días sin comer. No quería pienso. De ningún tipo. Ni más caro ni más barato. Hasta que Julia, una de las encargadas de la Protectora, pensó que, tal vez, el animal estaba acostumbrado a comer "de caliente". Y dio en el clavo. Le preparó arrocito con pechuga de pollo, y se la ganó por completo. Desde ese día no se separa del regazo de la cuidadora.

A día de hoy se sigue negando a comer otra cosa que no sea comida preparada para ella. El animal, además, duerme en alto, en una camita especial, en uno de los despachos de la Protectora.

"Meter en una jaula a un animal que ha sido educado como una princesa sería matarla. Estoy convencida. Se nota que su dueña la adoraba porque está todo el día encima de las personas y no está acostumbrada al trato con otros animales", aseguran desde la Protectora. Sara se ha convertido, de esta manera, en la princesa del refugio.

En busca de una nueva casa

Maria Beneyto fue una mujer discreta, de la que no trascendieron apenas detalles de su vida personal. Ahora bien, el comportamiento de su perrita da a entender que adoraba a los animales, o cuanto menos, a su amada Sara. Si fue un regalo de alguien, se la encontró en la calle o la crió desde cachorro, nada se sabe. Ahora, la dama se ha convertido en vagabunda y desde la Protectora de animales desean, de todo corazón, que le salga un dueño que la adopte. Y pronto.

Y es que es como "una abuelita", añaden desde el refugio de Benimàmet. "Se nota que está mayor, y hay que darle su medicación para el soplo que tiene en el corazón, pero es una perra muy cariñosa. Extraña a su dueña y busca estar 'a bracito' constantemente. Es ideal como animal de compañía", defienden desde la entidad, con la esperanza de que alguien se apiade del animal y decida hacerse cargo de él. "Hay animales que son más independientes o que han estado acostumbrados al campo y al contacto con otros animales. No es el caso de Sara. Busca a las personas. Aquí la tratamos con mucho cariño porque entendemos que el suyo es un caso especial y nosotros queremos y respetamos a los animales, pero lo ideal es que encuentre un hogar y pueda envejecer feliz y tranquila porque intentar cambiar sus hábitos ahora es como modificar las costumbres de una abuelita de 80 años", concluye Julia, mientras acaricia a Sarita, que no se baja de su regazo y la mira con infinita ternura.

"Si la metemos en una jaula, esta perra se muere"

Los animales abandonados de Valencia se encuentran en las instalaciones que el ayuntamiento tiene en Benimàmet y que gestiona la Sociedad valenciana de animales y Plantas (SVPAP). El centro cuenta con 44 jaulas para perros, algo impensable para "Sara", acostumbrada a cuidados de "alta alcurnia". "Si la metemos en una jaula, la perra se muere", afirman los gestores del refugio. El centro, además, está saturado con la custodia de 77 perros. "Ni puede estar encerrada ni puede compartir espacio con otros animales porque no está acostumbrada", añaden. Por ello, "Sara" tiene habitación propia. Se trata de uno de los despachos de las oficinas, donde la perrita tiene instalada una cama. Sin embargo, desde la SVPAP afirman que "lo ideal es que encuentre un hogar pronto que la cuide y le de cariño porque esta perra es muy mimosa y echa de menos a su dueña".