Emilio Herrera (1940) ha decidido aprovechar la jubilación para asimilar el máximo de conocimientos posible. Desde 2009, este antiguo ingeniero es el alumno más veterano del IES Molí del Sol, de Mislata, donde estudia la especialidad de técnico en joyería.

A sus 70 años, lo más joven que tiene Emilio son sus zapatillas rojas y su actitud ante la vida. Cada mañana, a eso de los ocho y media, cuando la campana suena como en una película norteamericana de "high school", Emilio Herrera entra al instituto Molí del Sol de Mislata junto al resto de alumnos a los que, como poco, cuadruplica la edad. Emilio se dirige al aula de primero del módulo de joyería, curso de FP que está a punto de terminar con mucho aprovechamiento, y que eligió por dos razones: su ansia por aprender y porque su esposa le prohibió hacer maquetas de barcos, que sueltan demasiado serrín.

La historia de Emilio es la historia de un hombre pegado a una máxima: "lo que no se aprende, te lo pierdes". Algo que, a modo de resumen, le ha hecho cursar dos carreras, formar parte de la área senior de la Universidad Politécnica de Valencia, aprender inglés o acudir a cursos sobre la historia de la ilustración o de geodesia en la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV). "Una vez alguien me dijo que si dedicase parte de mi tiempo a andar, adelgazaría. Y yo le contesté que ese tiempo lo quiero para aprender. Es una cuestión de prioridades". Emilio Herrera nació en 1940 en Pontevedra pero, hijo de militar, pronto se trasladó a Melilla y de allí pasó a Madrid para estudiar medicina, vocación que abandonó para hacer dos carreras: la de aparejador y la de ingeniero de obras públicas. Su primer destino como ingeniero fue su Galicia natal, pero no aguantaba el clima de la región y pidió un traslado. La opción que le ofrecieron fue Valencia y no lo pensó. Aquí se instaló con su mujer y trabajó como director técnico en la construcción de puertos, carreteras, urbanizaciones o edificios. Cuatro hijos y tres nietos después se jubiló y empezó una nueva vida.

"Me llegó el jubiloso descanso pero no podía estar quieto. Acudí a la RACV y estudié el humanismo valenciano -explica Emilio-. Después pensé en renovar mis conocimientos de inglés, dos años en la UPV. Pero ahí me di cuenta de que mi disco duro no funcionaba como antes. Lo que aprendía se me olvidaba tres días después". Fue entonces cuando se decantó por un estudio más técnico. "Se me ocurrió estudiar joyería tras un viaje a Argentina con mi esposa, que es a quien más debo todas estas ganas de seguir aprendiendo. Me llamó la atención como trabajan allí los artesanos, y como ella no me deja hacer maquetas de barcos porque sueltan serrín, compré allí herramientas y le dije que estudiaría joyería".

Después de volver del viaje se matriculo en el módulo de técnico de joyería del IES Molí del Sol de Mislata, uno de los dos públicos que ofrecen esta especialidad en toda España. Cosas de la burocracia, estuvo a punto de no conseguirlo porque le exigían un certificado de estudios que, por obvias razones cronológicas, no tenía.