La Conferencia Internacional del Diamante en Bruto se ha celebrado esta semana en la ciudad de Ramat Gan, junto a Tel Aviv, y en ella ha estado representada el 99 por ciento de la producción mundial de diamantes, la mitad de la cual pasa en algún momento por Israel antes de llegar a las joyerías de los cinco continentes.

"El comercio de diamantes genera en Israel cerca de 20.000 millones de dólares (unos 13.707 millones de euros); anuales", dijo a Efe Arie Lev, vicesupervisor de Diamantes del Ministerio israelí de Industria.

Según Lev, las piedras que pasan por este país tienen todas el "Certificado Kimberly", que garantiza que no proceden de zonas en guerra y por tanto no son lo que se conoce como "diamantes ensangrentados".

"Israel ofrece el mejor precio, la mejor calidad y el mejor espacio para comprar diamantes", aseguró por su parte Eli Avidar, director del poderoso Instituto del Diamante de Israel, en la inauguración del congreso.

En Ramat Gan está el Distrito Diamantero, el centro de comercialización más grande del mundo, formado por cuatro rascacielos interconectados y que es sede de la Bolsa del Diamante y de más de mil empresas dedicadas a este negocio.

Además de los presidentes de las principales firmas dedicadas a la producción, pulido y corte de diamantes, también han acudido dirigentes de los principales países exportadores de la materia prima, como el ministro de Minería de Liberia, Eugene Shannon, y el vicepresidente de Sierra Leona, Samuel Sam-Somana.

Los más de cuatrocientos asistentes han debatido, hasta la clausura de hoy de la conferencia, sobre las futuras fuentes de materia prima, las previsiones de precios y las políticas gubernamentales necesarias para que luzca más el sector diamantífero.

En la primera jornada, celebrada el lunes, los productores pidieron a los proveedores de la piedra en bruto que se involucren en la publicidad del brillante y garanticen un flujo constante de diamantes que les permitan hacer inversiones a largo plazo para la distribución de las piedras cortadas y pulidas.

La apertura de la Conferencia se hizo coincidir con la inauguración del renovado Museo del Diamante, que pone los últimos avance tecnológicos al servicio de las refulgentes piedras para, de forma interactiva, explicar su pasado, presente y futuro.

El centro reúne fieles réplicas de alguno de los diamantes más famosos, como el Taylor-Burton, la piedra de 69,42 quilates que Richard Burton regaló en 1972 a su entonces esposa, Elizabeth Taylor, y ésta vendió tras su divorcio seis años más tarde.

Otro brillante famoso del que no se olvida el museo es el Koh I Noor, la joya más conocida del mundo antiguo, encontrado en la India hace más de cinco mil años y que hoy adorna la corona de la Reina Isabel de Inglaterra.

El museo también tiene ejemplares más pequeños pero auténticos, según explicó a Efe Yehuda Kassif, director artístico del centro, que indicó que "no podemos hablar de cifras exactas, por motivos de seguridad, pero aquí hay más de quinientas piezas".

Equipado con herramientas interactivas de última generación, el museo relata la historia del diamante, sus métodos de producción y pulido, y muestra con un impresionante dispositivo el efecto que la luz tiene en estos trozos de carbón cristalizado, cuyos destellos se pagan más caros que los de ninguna otra piedra.

"Los diamantes continúan siendo un enigma sin resolver. No sabemos qué es lo que les hace tan atractivos, qué es lo que ha hecho que a lo largo de los siglos la gente halla llegado incluso a morir por ellos", dijo Kassif.

Este diseñador es contrario a algunos de los mitos más populares sobre estas piedras y, por ejemplo, asegura que "no estoy de acuerdo con que un diamante sea para siempre, porque si fuera así, ¿quién compraría otro?".