La Contracrónica

Juicio con el caso Erial: A Zaplana se le tuerce el gesto

La segunda andanada contra Zaplana de quien fuera su mano derecha y de su otrora amigo Pachano pillan por sorpresa al exjefe del Consell, quien consume la oportunidad que le da el tribunal para responder esgrimiendo su agenda cual si fuera un acta notarial

Zaplana declarando por segunda vez durante la sesión de este miércoles. A su derecha, Juan Francisco García.

Zaplana declarando por segunda vez durante la sesión de este miércoles. A su derecha, Juan Francisco García. / INFORMACIÓN

Mercedes Gallego

Mercedes Gallego

Tal vez porque se está celebrado en València, la quinta sesión del juicio a Zaplana acabó este miércoles en traca. Y eso que, de entrada, no se barruntaban sobresaltos. En el cartel de declarantes, los hermanos Suanzes (Saturnino y Elvira); el peluquero-hotelero Pedro Romero; el administrador de Marina Greenwich Robert Edgar Bataouche, cuya taquicardia en plena comparecencia fue lo menos predecible que había ocurrido durante la mañana, y poco más.  

Llegó entonces el turno de los responsables civiles. Entre ellos el de Costera del Glorio S.L. y el de Dobles Figuras Consultores S.L. O lo que es lo mismo, la segunda oportunidad de declarar de Joaquín Barceló, «Pachano» para los amigos, entre los que ya no está Zaplana, y de Juan Francisco García, mano derecha (y por lo visto izquierda) del expresident de la Generalitat. 

A tiro del fiscal

Ambos volvieron a ponerse a tiro del fiscal Pablo Ponce, experto en no desaprovechar una oportunidad empeñado como está en que al tribunal no le quepa la menor duda de algo que ya se había dicho en sala aunque, especialmente en el caso del exjefe del Gabinete de Presidencia, sin la contundencia que se esperaba.  

 Primero fue Barceló, a quien el propio presidente del tribunal, Pedro Castellano, preguntó y repreguntó hasta que el nombre de «Eduardo» salió de su boca tras haber mencionado previamente el de su contable, Francisco Grau

Y después vino García, más tranquilo, con vocalización de locutor de radio y un tono que hacía prescindible el micrófono, el que volvió a apuntar directamente al exministro. Por si en su declaración del martes no había quedado claro. 

«Los tres estábamos al corriente del proceso que se inició en ese momento», dijo rotundo en relación a Zaplana, al exdirector general de la Policía ya fallecido Juan Cotino y a él mismo sobre el amaño en las adjudicaciones de las ITV a cambio de mordidas, lo que también habían confirmado el día anterior los sobrinos del difunto expresidente de las Cortes.

Fue ese el momento en que a Zaplana se le torció el gesto mientras su abogado, Daniel Campos, que tampoco daba crédito a lo que estaba ocurriendo, saltaba como impulsado por un resorte intentando evitar las nuevas declaraciones. 

El día de la marmota

Pero por más que lo peleó, el letrado no logró convencer a Castellano para que frenara esta segunda andanada contra su cliente cuando aún debe estar digiriendo la primera. A cambio, el magistrado le ofreció la posibilidad de volver a explicarse él también. Por momentos parecía el día de la marmota. 

 Con menos autocontrol del que ha hecho gala desde que comenzó el juicio, el expresident se lanzó a la mesa desde la que se presta declaración como un náufrago a una tabla y esgrimiendo «la observancia absoluta» de su agenda, cual si fuera un acta notarial, negó el encuentro de los tres al que se había referido García. 

«En mi agenda no está anotada ninguna reunión de Cotino, Juan Francisco y yo», repitió el exministro como si eso significara realmente algo. A continuación comenzó a relatarle al tribunal las malas relaciones que tenía con Cotino desde que él se marchó a Madrid en 2002. 

«Nos llevábamos fatal. Aquello fue un episodio bárbaro desde el punto de vista político y mediático. Es por todos conocido», intentaba Zaplana contar a un tribunal que a esas horas, tras una larga mañana de declaraciones más la sorpresa de última hora, no parecía tener excesivo interés en conocer los pormenores de una relación que el exministro aseguró que había retomado en 2018, a su salida de la cárcel. 

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