Ya sabían en las filas de Ciudadanos que ninguna de las dos citas electorales de este fin de semana, ni en Galicia ni tampoco en el País Vasco, eran escenario fácil para lograr sacar la cabeza. No han tenido los naranjas nunca parlamentarios en el hemiciclo gallego. Ni tampoco en el vasco, a pesar de que las normas de los comicios de Euskadi, mucho más permisivas que las gallegas en los listones electorales por provincias, dejan una puerta abierta casi de par en par en la circunscripción de Álava para puntuar con facilidad. A ese asidero se ha aferrado Vox, por ejemplo, para lograr un irrelevante diputado con apenas 4.500 en Álava y poco más de 17.000 en todo el País Vasco, cifras con las que en el resto de territorios sería una marca residual.
Para Ciudadanos, los malos augurios se cumplieron. Fuera del parlamento gallego. Y sólo una coalición con el PP le permitió sumar un diputado dentro de un grupo compartido de cinco escaños, casi la mitad de los que tenían en solitario los populares. La experiencia, claramente, abona el camino para que Inés Arrimadas mantenga su estrategia de ejercer como bisagra con el gobierno de Pedro Sánchez a la vista de los malos resultados de los pactos tanto en discurso como en coaliciones con el PP. Cataluña será el escenario en el que ambas fuerzas vayan de nuevo por separado. Y eso en la Comunidad Valenciana, le concede margen a Toni Cantó, futuro coordinador autonómico, para mantener la sintonía que, en estos momentos, tiene con el Consell del Botànic y, especialmente, con el PSPV que lidera Ximo Puig.
