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La papeleta

Más Sureste; menos Comunitat Valenciana

Más Sureste; menos Comunitat Valenciana

Hace ahora justo un mes, cuando estaba en marcha la operación de Génova para convocar el congreso provincial del PP, ya se apuntaron en estas mismas páginas los tres riesgos que corría el proyecto de Carlos Mazón para unir el poder institucional que ostenta en la Diputación con el mando del partido. Indiscutible desde el punto de vista de liderazgo personal y político pero, a la vez, pendiente de modelar y de construir como un proyecto aún en crecimiento. Esos tres riesgos, cuando ya quedan apenas dos semanas para la cita congresual del 18 de julio, no sólo continúan latentes sino que, incluso, se han agrandado. Y ya se puede decir que quedarán abiertos tras el cónclave. Son riesgos con los que Mazón tendrá que lidiar durante este ciclo electoral.

El primero tenía que ver con la obligada relación que el nuevo líder del PP debe tener con Ciudadanos para controlar la Diputación. Mientras Toni Cantó persista en su acercamiento al presidente de la Generalitat, Ximo Puig, el foco de la amenaza será un debate recurrente independientemente de la buena relación de Carlos Mazón con los dos diputados naranjas que ejercen como dóciles socios de su gobierno. Ahora ese escenario se va a complicar más. No sólo por el pacto de Inés Arrimadas en Madrid para respaldar al Gobierno con el acuerdo de reconstrucción. También porque Cantó ya está buscando la fórmula de exportarlo a la Comunidad Valenciana, como se desprende de las últimas sesiones de la comisión de las Cortes que ya está en su recta final. Y encima hay una novedad. La sintonía personal del líder de Ciudadanos con importantes dirigentes socialistas. Una cosa es el interés político pero otra muy diferente es cuando eso confluye en un trato más directo y fluido. En una sintonía personal.

El segundo riesgo, como se recordará, responde a las debilidades internas del PP. A esa dicotomía que malvive en la organización entre un discurso más moderado y otro que le hace el juego a la ultraderecha. Un escenario que ha convertido al PP en el doctor Jekyll y mister Hyde. Y esa esquizofrenia en la que se mueve el PP tiene dos paradas muy importantes dentro de una semana con las elecciones vascas y gallegas. Hay preocupación ahora mismo en Génova. Ya dan por descontado en la cúpula del PP que los resultados en Euskadi van a ser malos. Ahora la cuestión es, dicen en privado, que no acaben siendo horrorosos. Pero, en estos momentos, las miradas apuntan a Galicia. En la dirección del PP temen que una baja participación, como el domingo pasado en Francia, deje a los votantes tradicionales de Alberto Núñez Feijóo -franjas de edad altas y de zonas rurales- en casa por el miedo a contagios y acabe impulsando a la izquierda. Y aquí no hay red. O Feijóo saca mayoría absoluta o no gobernará. Lo que ocurra tendrá su reflejo en el congreso alicantino. Pablo Casado ya ha confirmado su asistencia a la clausura para bendecir el inicio del mandato de Mazón. La maniobra, de hecho, es el arranque de Génova para hacerse a medio plazo con el control del PP en toda la Comunidad. Pero su intervención en Alicante será el primer gran acto después de ese test electoral. Y el relato que acabe articulando Casado, en función de las urnas, marcará el camino que tendrá que tomar el conjunto del partido.

Y el tercer riesgo era la sobreactuación. Es verdad que Mazón guarda las formas. Pero no es una actitud uniforme en el PP. Una buena muestra es la ponencia que se debatirá en ese congreso con el lema «Más Provincia, més Comunitat», cuyo contenido se presentó este viernes. Efectivamente, esa ponencia exprime al máximo el relato del alicantinismo amparándose en una base histórica pero, sin embargo, vuelve a caer en el viejo «tic» de generar tensión con el proyecto autonómico de todos los valencianos como mecanismo de autodefensa. Y no por exigir más a Puig. Ni mucho menos. Está bien que el PP de Alicante pida una mayor presencia de esta provincia en la Generalitat o que reclame más inversiones. Ojalá no hubieran callado durante sus dos décadas en el Consell. Son mucho peores los detalles. La semántica. La ponencia sólo usa una vez el nombre completo de Comunitat Valenciana. En otras cinco habla de Comunitat. A secas. Pero, por contra, el documento sí utiliza tres veces el término Sureste, «fantasma» previo a la Constitución de 1978 que liga a Alicante con Murcia y que a una parte de la tropa provincial del PP le chifla agitar de vez en cuando. Y otras dos la referencia al Levante Español. Términos que, en el fondo y también en las formas, son negacionistas del modelo territorial consagrado en la Constitución y en el Estatuto al que el PP asegura tener lealtad. Igual con «Más sureste, menos Comunitat Valenciana» como lema del congreso, algunos estarían más cómodos. Pero a Mazón no le interesa.

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