El Consell afrontará esta emergencia generada por la epidemia del coronavirus con una receta diametralmente opuesta a la que se aplicó desde las administraciones en la crisis financiera de 2008. Entonces, los socialistas en el Gobierno de España y el PP en la Generalitat se encomendaron a un mismo argumentario para afrontar la salida: recortes y presupuestos austeros. Ahora, sin embargo y al menos inicialmente, los remedios van a ser otros. El pasado miércoles en el Congreso, Pedro Sánchez reabrió la puerta a la reforma de la financiación autonómica con una primera propuesta que, en principio, tiene previsto presentar en el mes de noviembre. «Es la hora de la justicia», apuntó el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, sobre el nuevo sistema de financiación. Un modelo que permita a la Comunidad Valenciana un trato justo -actualmente es la autonomía que está a la cola en el reparto del sistema- con más ingresos y un presupuesto de la Generalitat para 2021 que, pese a la crisis y al momento tan complicado, será «expansivo» para atender la política social y estimular la economía. Evitar la política de recortes e inyección pública en el «día a día» de la Comunidad.
«Es inaplazable una nueva financiación autonómica para que los ciudadanos de la Comunidad Valenciana no juguemos con una desventaja intolerable respecto a otros territorios ahora también en la recuperación», indicó Puig. «Es urgente», continuó con su relato el jefe del Consell, que a los valencianos les quiten de encima «el saco de piedras» que han de arrastrar por «la ineficiencia y la falta de equidad» del sistema de financiación actual, «sin gritos ni escenificaciones, pero con persistencia y argumentos», como ya se ha producido con la negociacion del fondo de emergencia de 16.000 millones, del que la Generalitat ingresará unos 1.450 millones. «Siempre pondré los intereses del pueblo valenciano por encima de cualquier criterio. Estamos preparados, con argumentos, con rigor, desnudos de cualquier anacrónico sentido de la confrontación», aseveró el presidente que, en todo caso, agradeció que el Ejecutivo de Pedro Sánchez haya adelantado liquidez al Consell para poder hacer frente a los gastos derivados de la pandemia a raíz de la presión sanitaria. Compromís reclamó acelerar el proceso igual que también Ciudadanos mientras que la líder del PP, Isabel Bonig, se mostró «escéptica» sobre la voluntad de reforma del modelo de reparto.
La posición del jefe del Consell sobre la financiación autonómica era conocida. Pero es diferente sobre los presupuestos. Y avanzó que matendrá la línea en 2021 a pesar de las dificultades. «Continuarán siendo expansivos pero con rigor» apuntó el jefe del Consell. Esas cuentas, que la Generalitat tendrá que presentar a finales de octubre, habrán de atender a la realidad económica de los próximos meses y se basarán en dos pilares fundamentales. «Política social e incentivos a la actividad económica», aseguró Puig. Para el jefe del Consell, el adelgazamiento de la administración pública, como está reclamando el PP, no es un objetivo, sino hacerla «más eficiente, más ágil y más capaz de generar un entorno que sea positivo en la prestación de servicios públicos y también en la mejora de la economía».
«No se trata de favorecer el debilitamiento de la Administración, a la que le pedimos muchas cosas, sino de ser mejores, de trabajar, de tener mejores instrumentos y digitalizar más, para que los ciudadanos tengan mayor capacidad de interlocución», defendió el presidente para el que «no se trata de hacer una medida fácil de intentar eliminar unos cuantos puestos de trabajo». «En servicios públicos fundamentales como la sanidad o la educación, lejos de recortar, lo que tenemos es que ampliar y fortalecer». apuntó el jefe del Consell certificando el cambio en la estrategia con la que pretende afrontar esta crisis a diferencia de la de 2008.
