Esta vez no hizo falta decirlo ni en euskera ni elevando la voz. Lo manifestó en valenciano. Como es habitual. Como todos los viernes en la comparecencia posterior al pleno del Consell, pero con un talante dialogante, sereno y pausado. El Consell mantiene una actitud «constructiva» para que el ingreso mínimo vital, que es «absolutamente necesario» y que «tenía que haber llegado hace treinta años», tenga una ejecución «óptima». Palabras de Mónica Oltra, vicepresidenta y portavoz del Consell, que ayer no solo aceptó esta ayuda aprobada por el Gobierno hace unos días como medida urgente para reducir las elevadas tasas de pobreza, sino que se mostró dispuesta a negociar la «cogestión» de esta prestación, desde el primer momento, de difícil encaje con la Renta Valenciana de Inclusión que paga la Generalitat desde que el Botànic pasó a controlar el Consell. Pero esta vez no. La líder de Compromís no cargó las tintas contra el Gobierno de coalición formado por socialistas y Podemos, rebajó la tensión que iba en aumento y, de paso, echó un nuevo capote para mantener la estabilidad del Consell.
Hace unos días, después de negar el Ministerio de la Seguridad Social que la gestión del ingreso mínimo vital no sería responsabilidad de las comunidades autónomas -salvo en el País Vasco y Navarra-, las aguas no bajaban muy tranquilas de Madrid a València. Horas después de la aprobación en el Consejo de Ministros de esta ayuda «histórica», el presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, suavizó el ambiente hablando de «cogobernanza» en su reunión dominical con los presidentes autonómicos. El clima fue mejorando, incluido el último «no» al Gobierno pero abierto al diálogo del diputado de Compromís en el Congreso, Joan Baldoví. Y para remate, ayer, Mónica Oltra dejó entrever que el Ministerio y la Conselleria de Políticas Inclusivas que ella dirige están trabajando en la adaptación de la normativa de la renta valenciana de inclusión al real decreto sobre el ingreso mínimo vital para «poder armonizar los dos sistemas». Desde el primer momento, Oltra no quiere que haya «una desvertebración del sistema» o «dos sistemas paralelos», como también reclama que se tenga en cuenta la capacidad de gestión de la Generalitat, que está «más que demostrada» con la renta valenciana de inclusión y con la dependencia, como demuestra un reciente informe del Imserso. «Nuestra gestión nos avala, y avala también la capacidad que tenemos para cogestionar el ingreso mínimo vital», insistió un Oltra abierta a negociar.
Y puestos a rebajar la tensión, la vicepresidenta no se mostró ayer muy dispuesta a que se convoque la comisión de seguimiento del Pacte del Botànic II, al año de su firma en el Castillo de Santa Bárbara de Alicante. Según Oltra, son los partidos del Botànic II (PSPV, Compromís y Podemos) pueden convocar la comisión de seguimiento del pacto cuando consideren, aunque «la pandemia lo ha trastocado todo» y el foco esta puesto en otro sitio. En todo caso, donde sí hay «plena sintonía» es en el tripartito para llegar a un plan de reconstrucción autonómico. Que nadie piensa que Compromís se desmarca del resto de las otras « fuerzas botánicas». Oltra garantizó que, de este tema, no ha hablado ni con Ximo Puig ni con Rubén Martínez Dalmau. Tiempo habrá de poner el punto de mira en otro foco.
Solemnidad en la vuelta del Consell a las reuniones presenciales
El pleno del Consell volvió a reunirse ayer de manera presencial después de casi tres meses manteniendo este encuentro semanal, marcado todos los viernes, de forma telemática. La ubicación de esta reunión del Consell fue en el Saló de Corts del Palau de la Generalitat, una dependencia muy amplia donde los doce componentes del Gobierno valenciano mantuvieron la distancia de seguridad exigida estos días, posaron con mascarilla y permitieron el acceso a la prensa gráfica unos minutos, al igual que lo hicieron en la rueda de prensa posterior de la portavoz Mónica Oltra. Un ejemplo de la «nueva normalidad» que se vive en el Consell.
