A la prudencia se suma ahora la confianza, la esperanza y la templanza, nuevas virtudes de las que ayer hizo gala la vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra. La portavoz del Gobierno valenciano, en su habitual comparencia tras el pleno de los viernes, rebajó de una forma manifiesta sus críticas lanzadas al Gobierno central, con temas como la financiación o el encaje del ingreso mínimo vital, al tiempo que reducía la tensión generada en el seno del Consell por los enfrentamientos en el Congreso, que llevaron esta semana al diputado de su propio partido, Joan Baldoví, de Compromís, a votar en contra del Gobierno socialista la petición de otra nueva prórroga del estado de alarma.
Un asunto espinoso como la aplicación en la Comunidad Valenciana del ingreso mínimo vital que propone el Gobierno central, cuando en este territorio las personas de colectivos vulnerables ya cobran la renta valenciana de inclusión, se redujo a que la Conselleria de Políticas Inclusivas ya ha mandado su propuesta al Ministerio de Seguridad Social. Y tras el envío, una llamada de la propia Oltra al ministro José Luis Escrivá, «con quien seguiremos hablando en esta misma línea», adelantó.
Respecto al otro tema que ha salpicado desde Madrid hasta València, el «ruido político» que se genera en la capital, «no afecta al Botànic, que está a prueba de bombas». Un cosa es Madrid y otra la Comunidad Valenciana, donde la diferencia de opiniones, defendió Oltra, «no tiene que ser sinónimo de división», sino que puede ser «hasta saludable pues todo el mundo te puede enseñar algo en esta vida», aseguró la vicepresidenta. La misma que mostró su confianza en que la Generalitat reciba «la cantidad que necesita» para afrontar los gastos de la pandemia y se ajuste a la situación de inferioridad de la que parte esta Comunidad. Oltra no se olvidó del informe del IVIE donde «se plasma una realidad, que esta Comunidad ha de encarar la reconstrucción con una renta per cápita 12 puntos inferior a la media nacional». Prudente, pero no muda.
