No era una sesión más. El presidente de la Generalitat Valenciana comparecía hoy en la segunda Diputación Permanente de la historia de las Cortes Valencianas en el Palau dels Borja. Tenía la mirada apagada y un gesto visiblemente apesadumbrado. Ya han muerto más de mil valencianos en poco más de un mes. Es el peor escenario que un dirigente político podía imaginar. Un primavera amarga que dejará una larga lista de damnificados. Tras guardar silencio como respeto y reconocimiento hacia las víctimas y hacia las familias que lloran las ausencias, Puig se subió a la tribuna del parlamento valenciano de manera voluntaria para explicar con detalle el impacto sanitario, económico y social que ha tenido el Covid-19 y también para entonar el mea culpa por los errores cometidos. En su opinión, "el secreto está en escuchar".

En la primera parte de su intervención, Ximo Puig pedía disculpas a los ciudadanos por no haber llegado a tiempo y por haberse visto superado por la falta de material delante de "un tsunami que nos ha superado a todos". Sin matices, el jefe del Consell aseguraba frente a los portavoces de todos los grupos parlamentarios que reiterará sus disculpas "las veces que haga falta".

Ciudadanos confinados, colegios cerrados, comercios con la persiana bajada y miles de trabajadores ante un incierto panorama que se preguntan qué pasará ahora. Con este mar de fondo, Ximo Puig daba cuenta de todo lo que la Generalitat ha hecho y hará, frente a esta pandemia.

En el aspecto sanitario, destacaba el incremento de las plantillas en los hospitales, el refuerzo de la capacidad de atención y la protección a la población más vulnerable. Para garantizar el material, la Generalitat no se ha conformado con el suministro aportado por el Gobierno y ha contratado aviones procedentes de China y, de hecho, hoy llegará un nuevo vuelo con productos sanitarios. También recordaba Puig la construcción de los tres hospitales de campaña con 1.100 camas para abordar la emergencia sanitaria, además de desgranar la respuesta económica y social con las ayudas a los afectados por los ERTEs o los autónomos. Destacaba las iniciativas educativas para enseñar a distancia y las becas de comedor. El jefe del Consell se mostraba partidario de que la desescalada atienda a criterios geográficos, de edad y por actividad económica y adopte una ejecución descentralizada. Exigía, además, la necesidad de dotar de liquidez a las autonomías reclamando el adelanto del FLA extraordinario y que se anticipe el 50% de la liquidación del sistema de financiación, además de reiterar la urgencia de que la Unión Europea apruebe un Plan Marshal para la reconstrucción.

El presidente defendía que la Comunidad Valenciana salga de la cuarentena a partir del 9 de mayo mediante una vuelta progresiva a la "nueva normalidad, con la mayor apertura posible y sin correr riesgos para la salud". "Tenemos que cambiar de estrategia", afirmaba, "porque el confinamiento total también tiene un coste elevado".

También apoyaba un gran acuerdo estatal para abordar la reconstrucción, integrando a las comunidades autoónomas y a los agentes sociales para conseguir el máximo consenso. Ya con la mirada en el "día después", Ximo Puig perfiló tres metas: la seguridad sanitaria, el trabajo y la protección social. Y hacia esos tres objetivos quiere dirigir sus pasos.

En esa desescalada, el jefe del Consell considera que el centralismo no es "inteligente ni eficiente" y que es fundamental una programación a corto y largo plazo para que las empresas se recuperen del shock y para asegurar "una auténtica reconstrucción". "Si hay una palabra que puede facilitar esa voluntad es el acuerdo", según asegurabaPuig para pedir el consenso de todos los agentes porque "no tenemos mayor lealtad que unirnos a nuestro puelo como un cordón umbilical. Y para ello solo pido responsabilidad y conciencia". Ximo Puig finalizaba su intervención comprometiéndose a centrar todos sus esfuerzos en recuperar el bienestar del pueblo valencianoy precisando que ha llegado el miedo de perder el miedo al miedo.

Con un tono mucho más constructivo del habitual, los portavoces de la oposición reconocieron la "honradez" de Puig por pedir perdón y reclamaron un acuerdo con medidas más concretas. Tanto Isabel Bonig (PP) como Toni Cantó (Ciudadanos) insistieron en la necesidad de hacer test masivos, más material, un plan de pagos a proveedores y más medios para los centros de mayores. Bonig tendió la mano a Puig, como primer partido de la oposición, para superar esta pandemia: "Le ofrezco la estabilidad, apoyo y experiencia del PP. No queremos sacar rédito político de este desastre, sino ser parte de la solución". Bonig reconoció que en estos momentos nadie "entendería la confrontación política" aunque añadió que el acuerdo "no es sinónimo de sumisión". También Toni Cantó pidió al PSOE que cambie de socios de gobierno e insistió en que no habrá manera de superar "este caos" si se desconoce cuántas personas están contagiadas. Desde Vox, José María Llano criticó que la "incompetencia del Gobierno de España se lo ha puesto difícil al Gobierno valenciano".

El síndic de Compromís Fran Ferri y la síndica de Unidas Podemos, Naiara Davó, reconocieron los esfuerzos sociales para demostrar que los gobiernos de proximidad "funcionan" y que el centralismo "no es la solución". Por parte del grupo socialista, José Muñoz dijo que "proteger la vida es proteger la economía y en eso nadie nos confundirá" añadiendo que "el acuerdo valenciano no puede dejar nada de talento fuera". En definitiva, todos coincidieron en la necesidad de salir juntos de esta crisis: "Hay soluciones diferentes para el problema, pero se trata de acercar posiciones. Agradezco la voluntad de llegar a un acuerd, la salida a la crisis no puede generar fractura y para eso es fundamental un acuerdo valenciano consensuado", apostilló Puig.