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El congreso provincial del PP queda pendiente de la estrategia de Casado

La cúpula alicantina está preparada para desencallar la convocatoria del cónclave pero depende del rumbo que se tome en Génova

Isabel Bonig junto a José Císcar, el día de su renuncia. A la derecha, Eduardo Dolón y Toni Pérez. héctor fuentes

La renovación de la dirección provincial del PP ya solo está pendiente del visto bueno de Pablo Casado. La cúpula de los populares alicantinos ha trasladado a Génova su disposición a desbloquear el congreso para elegir a la nueva ejecutiva con Carlos Mazón como presidente en un plazo más o menos inmediato. «Estamos preparados para poder celebrarlo hoy mismo si fuera necesario», definió de forma gráfica un alto dirigente del PP en la provincia. No es una cuestión de urgencia ni que esté provocando a día de hoy una presión sobre Génova desde Alicante pero, en opinión de cargos populares, sí es un escenario que se debe afrontar sin que se alarguen demasiado los plazos para normalizar el liderazgo interno que, como es una evidencia, asumirá Mazón desde su posición como presidente de la Diputación. La pelota está ahora en el tejado de Casado, que tendrá que decidir si mueve ficha definitivamente en la Comunidad a la espera de una estrategia estatal condicionada por las próximas citas electorales del 5 de abril en Galicia y Euskadi junto a la fecha de los comicios catalanes.

La dirección del PP en la provincia de Alicante se encuentra en situación de interinidad desde mediados de junio del año pasado. A pesar de que, en ningún caso, se optó por el nombramiento de una gestora, lo cierto es que el partido se encuentra instalado en la más absoluta irrelevancia política y ha quedado absorbido por la acción del grupo en la Diputación que comanda Mazón. Como se recordará, una vez pasadas las elecciones autonómicas y municipales, el entonces presidente provincial del PP, José Císcar, renunció al cargo. Era consciente de que, antes o después, su mandato tenía fecha de caducidad. Así que optó por marcharse cinco minutos antes de que le acabaran presionando para dimitir. Císcar tenía una salida en el grupo parlamentario en las Cortes, donde ejerce de coordinador. Y dejaba el camino libre para que el nuevo equipo fuera moldeando una posible solución de cara el futuro.

Le relevó en el cargo Eduardo Dolón, hasta ese momento secretario general y alcalde de Torrevieja, dentro de un tándem junto al primer edil de Benidorm, Toni Pérez, como número dos. Con Dolón al frente de la organización, la iniciativa política del PP se ha visto reducida a la mínima expresión. Ni discurso, ni mensaje, ni acción orgánica. Dolón está centrado en Torrevieja y ahora, además, muy golpeado de cara al exterior por el episodio de las transfererencias de dinero -casi medio millón de euros sin justificar- desde el grupo en la Diputación para financiar el partido durante la etapa de César Sánchez. Y es una evidencia dentro del PP que Toni Pérez está con todos los sentidos puestos en el Ayuntamiento de Benidorm, el único y gran objetivo de su carrera política. Así que, en estos momentos, de facto, la dirección política del PP está descabezada y su papel se está generando desde la institución provincial con Mazón. Ofrece claros síntomas de debilidad además de falta de pulso y agenda.

Ese escenario mantiene la tensión del discurso en tanto que hay una voz institucional capaz de cuadrar un relato político desde la Diputación pero, sin embargo, debilita la estructura del partido sin equipos de Organización con autoridad. Desde hace un tiempo, la dirección provincial del PP, controlada por Mazón y en línea directa con Teodoro García Egea y Pablo Casado, trasladó a Madrid que se encontraba en disposición de celebrar el congreso provincial. La cuestión tiene alcance autonómico toda vez que en Génova apuntan a Alicante como el núcleo principal a través del que se tiene que empezar a construir la renovación del PP en la Comunidad Valenciana con el liderazgo de Isabel Bonig en discusión de cara a las autonómicas de 2023.

Fortaleza frente a debilidad

La fortaleza de los populares alicantinos en relación a la debilidad del partido en Valencia -dirigido por una gestora y con un sinfín de problemas internos- les concede interlocución directa con Génova y, por tanto, la capacidad para celebrar ya el cónclave que debe ratificar el liderazgo de Carlos Mazón. El engranaje está preparado. Y todos los notables de los populares alicantinos esperan que la convocatoria pueda ser efectiva, como máximo, antes del verano. El problema es que Casado no puede abrir ese melón para asaltar las organizaciones territoriales y consolidar su poder sin esperar a los hitos que marcarán la política española en los próximos meses.

Por lo pronto, la cúpula nacional del PP se enfrenta en menos de un mes a dos elecciones que van a fijar su estado de salud. En Euskadi se mide el recorrido del experimento de los pactos con Ciudadanos en un escenario, además, de crisis interna del PP. Y todo lo que no sea que Alberto Núñez Feijóo mantenga el gobierno de Galicia será un tremendo fracaso. Pero, ojo, una victoria por mayoría absoluta de Feijóo avivaría el debate en el PP sobre las alianzas con los de Inés Arrimada y, además, con las fórmulas de relación con la ultraderecha, dos opciones que el líder gallego ha arrinconado. Y, encima de todo eso, el proceso pendiente de las elecciones catalanas con otra alianza con Ciudadanos esobre la mesa. De todo eso dependerá si Casado se atreve en breve a acabar con la interinidad del PP en Alicante.

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