La sesión plenaria celebrada ayer en las Cortes Valencianas se ganó, por méritos propios, situarse entre las jornadas de debate más broncas, con más interrupciones trufadas de tensión y con más acusaciones cruzadas entre las seis fuerzas políticas con representación parlamentaria. Enric Morera, presidente de las Cortes, se tuvo que emplear a fondo para atar en corto un hemiciclo convertido, por momentos, en un auténtico gallinero. Con la política de menores del Consell, los precios agrarios, el caso Erial o la investigación contra el hermano de Ximo Puig como platos fuertes en el orden del día, los turnos reiterados de intervenciones, réplicas, contrarréplicas y peticiones de palabra por alusiones acabaron con Morera criticando a viva voz el «filibusterismo político» de algunos diputados por seguir ensuciando el debate cuando no les correspondía... en medio de un impresionante guirigay.

De salida y para «romper el hielo», Isabel Bonig no se cortó ni un pelo. Llamó «maleducado» y «caduco» al jefe del Consell, primero por «no saludarme» a su llegada a la sesión de control. Y luego, apenas ocho meses después de las elecciones, proclamó que la legislatura ya «está acabada». A Bonig se le coló un lapsus en el final de su intervención sobre la Comunidad. Confundió «una Valencia vencida que solo sabe suplicar» con «una Valencia señora que sabe exigir y reivindicar». Una parte por el todo. Confusiones aparte, el PP le preguntó al Botànic «¿por qué se ponen del lado del abusador y no de la menor que sufrió abusos en un centro de la Generalitat?», en referencia a la condena contra el exmarido de Oltra. En ausencia de la vicepresidenta, en Madrid para la reunión del Observatorio contra la Violencia de Género, el conseller Soler lamentó la «miseria moral» de una «derecha por civilizar» que se mete con Mónica Oltra y hace política de «vertedero».

A partir de ahí, las alusiones al feminismo, a actos sexuales y a comportamientos corruptos fueron «in crescendo», con choques constantes de un bloque y de otro. De hecho, lo único que se aprobó ayer en las Cortes, solo con los votos del Botànic, fue una proposición no de ley para regular los precios agrarios que la derecha calificó de «inconstitucional». En cambio las dos comisiones de investigación reclamadas por el PP para minar directamente a Puig y Oltra, una sobre las subvenciones a empresas vinculadas al hermano del presidente de la Generalitat y otra sobre la gestión en los centros de menores, fueron rechazadas por la izquierda. Los populares encontraron el apoyo decidido del Cs y Vox pero el PSPV, Compromís y Unidas Podemos hicieron frente común contra subidas de tono que cada vez más evitan el consenso y polarizan las Cortes.

El puente que casi con total seguridad nunca cruzará Toni Cantó

El único momento de las casi seis horas que duró el debate de las Cortes celebrado ayer en el que se dejó entrever, ligeramente, un mínimo hilo de diálogo y entendimiento entre fuerzas políticas fue cuando el presidente de la Generalitat, Ximo Puig le abrió una cabeza de puente al síndic de Cs, Toni Cantó al agradecerle que en la jornada anterior, la formación naranja se sumara a la propuesta para pedir un nuevo modelo de financiación autonómica. Puig le comentó a Cantó que «usted mantuvo una posición razonable», a lo que le animó a seguir por este camino en lugar de otros partidos que «cuando se van al monte, no hay que seguirlos». Una referencia al PP para tratar de acercar posturas con Cs en medio de una maraña de acusaciones entre diputados, con más minas que pasarelas.