Con la legitimidad que te da llevar cuatro décadas en política, considerado por sí mismo como «muy tenorio» y después de haberse pasado «la vida conspirando», el eurodiputado y exministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo presentó ayer su último libro en Alicante, cuyo título no puede ser más definitorio: «Memorias heterodoxas de un político de extremo centro». Un dirigente curtido en mil batallas que impartió ayer en Alicante una nueva lección de historia y de conocimientos políticos y constitucionales, vividos en primera persona desde finales de los 70, para ayudar a calibrar el actual estado de salud de la democracia española, muy alejado de la etapa del «consenso y la reconciliación» que supuso la Transición y «ahora abierta en canal por el guerracivilismo», afirmó en su intervención.

Cataluña, la unidad de España, la reforma de la Constitución, el avance de la extrema derecha y su capacidad de contagio sobre el PP fueran algunos de los grandes temas abordados por García-Margallo y sus dos acompañantes de mesa con los que compartió la presentación del libro. El evento, celebrado en el salón de actos del Marq, contó con las intervenciones del presidente de la Diputación de Alicante, Carlos Mazón, y el director general de Contenidos de INFORMACIÓN, Juan Ramón Gil. Mazón sustituyó a última hora al secretario general del PP, Teodoro García-Egea, cuya ausencia fue disculpada nada más comenzar el acto ya que se encontraba en «felizmente esperando» el nacimiento de su segundo hijo. El político murciano tuvo que cancelar su visita a Alicante al adelantarse el parto de su mujer. Tras la bienvenida inicial, Juan Ramón Gil se encargó de introducir varios temas de debate a los que el exministro entró sin reparos y, como él mismo reconoce, demostrando que la continencia verbal no es una de sus virtudes políticas.

Durante hora y media de conversación, un salón repleto de militantes del Partido Popular, algunos ya retirados de la «primera línea» y otros en pleno ejercicio, con voz y mando en instituciones como la Diputación (Carlos Mazón) o el Ayuntamiento de Alicante (el alcalde, Luis Barcala, y varios de sus ediles no se perdieron el acto). Margallo le dijo abiertamente al PP por donde debe dirigir su estrategia a partir de ahora. Ese «extremo centro» que tanto defiende el eurodiputado está formado hoy en día, a su entender, únicamente por el PP y Ciudadanos. «No sé qué nos diferencia», expresó con su locuacidad habitual, aconsejando pactos electorales entre populares y naranjas allá donde sea posible, como Cataluña o el País Vasco, e incluso en Galicia a pesar de la aparente superioridad en la derecha de Alberto Núñez Feijóo, al que recomendó que tras un «periodo de noviazgo» con Ciudadanos, «al final hay que matrimoniar», señaló entre risas de los asistentes.

Donde se mostró inflexible a la hora de hablar de posibles alianzas o, ni siquiera, acercamientos fue con Vox. Margallo aseguró que con los ultras «solo comparto mi amor por España». El veterano dirigente del PP comentó que conoce bien a Santiago Abascal, líder de la formación de extremaderecha para el que la «historia de España se limita a la Reconquista, la conquista de América y la guerra de la Independencia. Y punto final», cuando por ejemplo, no acepta que «existió la Ilustración». Con estos fundamentos sobre historia, básicos para un político como José Manuel García Margallo, y después de asegurar que «no se puede estar en este mundo si no asumes la lucha contra la violencia de género o el cambio climático o no aceptas el estado autonómico» como hace Vox, el eurodiputado dejó bien claro que «si te empeñas en desplazarte a la derecha, pierdes las elecciones. Si te desplazas a Vox, pierdes. Solo si te mantienes como un partido reformista y liberal, ganas elecciones». De hecho, Margallo se mostró a favor de aplicar el «cordón sanitario», pero siempre que sea «para todos los totalitarismos, porque tan totalitario es cuando Vox quiere cargarse las autonomías que cuando Podemos permite la autodeterminación», añadió.

Errores con Cataluña

Obviamente, el conflicto catalán centro buena parte del coloquio, especialmente para criticar lo mal que lo hicieron unos y otros, especialmente los suyos, el PP, con Mariano Rajoy a la cabeza de un Consejo de Ministros donde «se habló de Cataluña solo un par de veces». Para el exministro, el PP se equivocó al «no redactar un Estatuto alternativo al de Maragall, al presentar un recurso de inconstitucional que rechazaba artículos aceptados por el PP anteriormente» y, sobre todo, al permitir que se votara el 1 de octubre de 2017, ya que «al votar se judicializó y se internacionalizó el proceso».

En cualquier caso, el político del PP que debatió en un «cara a cara» televisivo con Oriol Junqueras, líder de ERC, aseveró ayer que «intentar negar la identidad catalana no funciona, pero el separatismo, tampoco». Y como ejemplo, una «margallada»: «Es como cuando un sacristán dijo que las campanas no sonaban por trece razones. La primera, es que no hay campanas. Sobran las otras doce». Al contrario que en otras presentaciones de sus memorias, con actos ya celebrados en Madrid, Barcelona, Bruselas y Sevilla, ayer no se llevó el principal protagonismo la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Margallo reconoció que con ella «me he llevado mal», pero no es la protagonista. «De Soraya hay 17 referencias con las que se llenan 3 páginas de las 470 que tiene el libro». La protagonista, dijo, es la unidad de España y la defensa de la libertades. Palabra de García-Margallo.