El proyecto con el que Alfred Costa ha sido elegido para asumir las riendas de À Punt hasta 2023 se asienta sobre la «prioridad urgente» de reorientar el enfoque de la programación hacia unos contenidos «accesibles para una audiencia generalista». El actual jefe de emisiones de la cadena -que defenderá su propuesta el martes en las Corts- tiene por delante el gran reto de revertir la paradoja según la cual los valencianos están entre los que más televisión consumen en España, pero mayoritariamente no se identifican con una radiotelevisión pública propia que apenas supera el 2 % de audiencia.

Para cumplir esa misión, Alfred Costa apuesta en À Punt por un modelo de «entretenimiento basado en las emociones» que genere «contextos comunes identificables» y refuerce las manifestaciones culturales autóctonas, con el objetivo de retener al segmento de audiencia que más tiempo pasa pegado a la radio y la televisión, los mayores de 45 años.

Bajo este prisma, los grandes espacios de entretenimiento ganarían peso en detrimento de los informativos, que en conjunto reducirían su duración diaria en 90 minutos: los de la mañana comenzarían a las 8 en lugar de a las 7 y los de la noche durarían media hora menos y se iniciarían a las 20.30 horas. Los recursos humanos y económicos «ahorrados» con esta medida se destinarían a potenciar formatos de «infoentretenimiento», como los reportajes de proximidad, los programas de investigación que puedan dar pie a posteriores debates, los documentales o una «revista semanal» con vocación de servicio público.

El proyecto pone mucho el foco en la necesidad de dar un impulso al contenido informativo en plataformas digitales, con la mirada puesta en conectar con los más jóvenes y avanzar hacia el nuevo paradigma transmedia. Al mismo tiempo, pretende reforzar la apuesta por la información meteorológica y los deportes, dando apoyo a acontecimientos minoritarios para ganar presencia en el territorio y estimular la imagen de marca. Por otra parte, la programación esbozada por Alfred Costa dibuja varias propuestas de concursos diarios de fácil consumo, a tiempo que promueve los «talkshows» (programas de entrevistas y debates), las series, los formatos que hacen «protagonista» a la gente anónima de la calle y los contenidos divulgativos e interactivos dirigidos a los niños. Atraer al público femenino más adulto es otro de los desafíos. Para afrontarlo, el documento de 50 folios propone impulsar formatos basados en las emociones y las comedias dramáticas.

À Punt, una cadena minoritaria

Alfred Costa, muy alejado del modelo desplegado hasta ahora por Empar Marco, considera en su diagnóstico que buena parte de los males de À Punt obedecen a que los productos emitidos han sido «más propios de un canal temático de pago que de una televisión autonómica generalista», con poca variedad en la narrativa y el estilo, un peso excesivo de la comedia sobre el factor social y una parrilla demasiado fragmentada, más orientada al público minorista.

El candidato a la dirección de À Punt (que debe ser ratificado en sede parlamentaria) se fija como objetivo a corto plazo pasar del 3% de audiencia a partir del tercer trimestre de 2020 y superar la barrera del 5% de cuota de pantalla en 2023, con el punto de mira en hacer de los medios públicos valencianos una referencia informativa y de ocio.

En ese sentido, proyecta un incremento de los ingresos por publicidad de los 860.000 euros de 2019 a los 2 millones de 2021, con la implantación de un plan de marketing comercial. Su organigrama da más peso al puesto de director de comunicación, publicidad y marketing, ante la necesidad de cambiar de filosofía para recuperar el cariño de los valencianos. También plantea la creación de una unidad económica encargada de reforzar el control presupuestario.

Corregir la falta de iniciativa, implicación y motivación y el pesimismo de una parte de la plantilla es otro de los cometidos que se fija el candidato, junto a la mejora de la planificación o el incremento de los contratos con productoras valencianas. Las complejidades son enormes: el proyecto parte encorsetado, con el presupuesto de 2020 comprometido y ajustado y una ley que genera muchas distorsiones.