Después de varias horas de deliberación, el consejo rector de À Punt ha acordado esta tarde por mayoría cualificada proponer a Alfred Costa como relevo de Empar Marco en la dirección general de la radiotelevisión pública valenciana para los próximos tres años. El actual jefe de emisiones de la cadena se ha impuesto a su adversario, el otro finalista Francesc Garcia Donet, al reunir el apoyo del mínimo de seis votos requerido, el equivalente a tres quintas partes del consejo, en la primera votación.

Alfred Costa desempeñó diversos cargos de responsabilidad en la extinta RTVV entre 1990 y 2013 y actualmente ocupa el puesto de jefe de emisiones en À Punt. En las elecciones municipales de 2015, fue el fichaje estrella en la candidatura encabezada por el alcalde socialista de Torrent, Jesús Ros. Salió como concejal, aunque no acabó la legislatura: dimitió en 2018 para volver a la televisión pública. También ha trabajado en la distribución de contenidos desde el ámbito privado.

El fantasma del bloqueo planeaba sobre el proceso debido a la vinculación de ambos aspirantes con el PSPV, partido del que ambos han sido concejales en el pasado. Antes de proclamar al nuevo director, la propuesta del consejo rector de À Punt ha de pasar el filtro de las Corts Valencianes, que en la comisión del próximo 11 de febrero votarán si Costa reúne los requisitos o no para dirigir la radiotelevisión pública. El Botànic II necesitará estar unido para que el nombramiento finalmente salga adelante.

Los diez consejeros de À Punt han puntuado los proyectos en los que los aspirantes debían exponer su modelo de radiotelevisión, sus líneas de actuación estratégica y el organigrama de su equipo directivo. A continuación, se ha sometido a votación secreta la selección del candidato con mejor calificación, pero al no reunir los seis apoyos necesarios se ha procedido a hacer lo propio con la segunda candidatura, iniciándose un turno rotatorio de forma sucesiva. La entrevista y el currículum contaban 50 puntos y el proyecto, otros 50.

El proceso de selección ha sido más sencillo que el de 2017 porque solo había dos finalistas (en lugar de tres) y porque se ha simplicado el sistema de votación. El reglamento era más flexible y daba a los consejeros un mayor margen de maniobra, de forma que no estaban tan sujetos a criterios y puntuaciones estrictas.