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Otro conflicto local como síntoma del mal del PSPV

La bronca de Sant Vicent del Raspeig con ocho ediles sanchistas fuera de control evidencia las dificultades socialistas

Otro conflicto local como síntoma del mal del PSPV

Hace apenas 48 horas, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, se enteraba del sainete que tenían montado ocho concejales sanchistas del PSPV en Sant Vicent del Raspeig. Era miércoles por la noche y el jefe del Consell estaba en Alicante para inaugurar su exposición. Entonces supo que, apenas 24 horas más tarde, su grupo municipal en la segunda localidad de l'Alacantí, ganador de las últimas elecciones municipales y ahora en el gobierno local con 10 ediles tenía previsto descolgarse apoyando una moción de Ciudadanos -conformado en esa localidad por cargos procedentes del PP- que suponía una censura en toda regla a la Generalitat. La declaración institucional que estaba encima de la mesa incluía un ataque directo al Consell del Botànic por el trato que recibe la localidad en el reparto inversor. Poca broma: los concejales de una de las poblaciones más importantes de la provincia con un censo superior, incluso, al de capitales de comarca, estaban decididos a censurar sin ningún tipo de recato al titular de la Generalitat. De locos.

Cuando se enteró el miércoles por la noche, Puig montó en cólera. Y eso provocó que la dirección del PSPV interviniera para frenar un escenario que, como reconocen fuentes socialistas, solo contribuía a entregar munición a la derecha. De inmediato, el alcalde de Sant Vicent del Raspeig, Jesús Villar, y la única concejal afín que tiene en el equipo de gobierno se echaron atrás. No apoyarían una declaración institucional que, de facto, suponía una censura al Consell. Pero los otros ocho concejales del PSPV, todos ellos sanchistas y encabezados por José Luis Lorenzo, no cedieron a la petición de la cúpula socialista a pesar de que desafiar al partido, obviamente, hubiera supuesto arriesgarse a un expediente disciplinario. Y entraron al pleno, celebrado anoche, con la idea de votar contra el gobierno que lidera Ximo Puig. Sin ninguna duda.

Fuentes de la dirección del PSPV admiten que los «sanchistas» no tenían intención de obedecer las instrucciones que habían recibido a pesar de que ello supusiera dejar en minoría a su alcalde, que había decidido desmarcarse de la declaración para no chocar con Puig; y cuestionar al presidente de la Generalitat, a día de hoy el principal barón territorial socialista en toda España. Doble tiro al plato. El deporte favorito de la parroquia socialista. Incluso, estas mismas fuentes sugieren que dirigentes sanchistas de la provincia no sólo no pusieron toda la carne en el asador para frenar la revuelta sino que, incluso, la avivaron indirectamente. La falta de consenso que debe presidir la aprobación de esas declaraciones -Compromís no estaba de acuerdo y EU, que la apoyaba en el fondo, luego pidió la retirada para evitar el espectáculo municipal- obligó a Ciudadanos a retirarla para alivio de la dirección del PSPV que esquivaba un esperpento de gran calibre con alcance en la politica autonómica. Evitaban de esa manera un conflicto que, en cualquier caso y más allá de la cuestión concreta, vuelve a destapar las dificultades de una organización que empieza y acaba en la figura del presidente de la Generalitat. Y en la que, como ha quedado demostrado, parte del sanchismo se mantiene en la deslealtad de la que ya hizo gala cuando intentó desbancar de la secretaría general del PSPV a Puig, tras volver la izquierda al Consell después de 20 años en los bancos de la oposición.

Tras el esperpento

Pasado el «bochorno» con la astracanada de un grupo municipal dispuesto a evidenciar su ruptura con el alcalde y atacar al presidente de la Generalitat, el episodio de Sant Vicent del Raspeig, desde luego, pone encima de la mesa las carencias que, actualmente, tiene la estructura del PSPV. Una organización autonómica con dificultades para controlar la situación y queactúa a última hora sin apenas margen para resolver un conflicto que golpeaba directamente a Puig. Y la poca capacidad de maniobra de una ejecutiva provincial que los afines a Puig tienen compartida con los sanchistas y que, como se ha visto, no ha entrado a abordar ni uno sólo de los problemas históricos del socialismo alicantino.

La inestabilidad política del PSPV en esta importante ciudad de l'Alacantí es un clásico de ese partido en la provincia. La cercanía de la capital y la necesidad de contar con peones en lugares estratégicos siempre ha provovado que los «señores de la guerra» del socialismo alicantino se movieron tanto en la ciudad de Alicante como en otras agrupaciones de la comarca para disponer de núcleos desde los que ganar poder. Pero, en este mundo virtual de reinos fuera de la realidad, todo indica que parte del bando sanchista sigue cuestionando a Puig y que el jefe del Consell tendrá que lidiar para alargar el mandato de una ejecutiva -autonómica y también provincial- que transmiten síntomas de agotamiento.

Una visita a una comarca en la que hubo vuelco en las municipales

El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, visitó ayer el Ayuntamiento de Villena y se reunió con el equipo de gobierno que encabeza el socialista Fulgencio Cerdán, también diputado provincial. Fue un encuentro simbólico toda vez que fue, precisamente, una de las comarcas en las que se produjo un vuelco electoral en las últimas elecciones municipales del pasado mes de mayo. Un movimiento que estuvo a punto de decantar también el color de la Diputación.

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