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La década de Compromís

Cuando se cumplen diez años de su creación, el problema de la coalición no es tan solo organizativo sino, por encima de todo, de reinventar su proyecto político

La década de Compromís

Este mes de enero se cumplen diez años desde la creación de Compromís como una coalición estable formada por el Bloc Nacionalista Valencià, Iniciativa y Els Verds junto a colectivos políticos locales e independientes. Tras los modestos resultados de las generales de 2008, aún sin la marca, los socios decidieron constituir en enero de 2010 una «cooperativa» -esa definición que tanto le gusta a Enric Morera- que, con momentos mejores o peores, se ha convertido en una experiencia electoral de éxito. Una década después, el proyecto que lidera Mónica Oltra dirige para un segundo mandato la Generalitat junto a los socialistas, forma parte de la junta de gobierno de dos de las tres diputaciones, ostenta la alcaldía de cerca de un centenar de municipios incluida la ciudad de València y, pese a las dificultades, tiene voz y voto con Joan Baldoví en Madrid, el talón de Aquiles histórico del valencianismo político.

Aprovechando la capacidad de liderazgo de Oltra y la agónica decadencia de los últimos años del PP en la Generalitat, Compromís trazó un discurso solvente centrado, sobre todo, en la transparencia y en la lucha contra la corrupción como bandera. Eso le permitió mantenerse en las Cortes Valencianas en las autonómicas de 2011. Y, sobre todo, pegar el gran salto cuatro años después para convertirse en fuerza de gobierno y llegar a disputarle cara a cara el liderazgo del espacio progresista a los socialistas. Pero esa progresión se ha frenado. Y, en estos momentos, Compromís se enfrenta al primer gran debate interno de su historia. ¿Quieren seguir viviendo todos juntos y abrir la casa para que entre más gente? Y una segunda cuestión, si cabe, más importante. ¿Qué quieren ser de mayores?

Antes del verano se celebrará el congreso del Bloc, donde el conseller Vicent Marzà se enfrenta al pragmatismo de la vieja guardia con el liderazgo de Compromís en el horizonte. Y la asamblea de Iniciativa, el partido de Oltra. De esas dos citas depende casi en exclusiva el futuro. La primera pregunta parece estar en vías de resolverse. No confluirán en un partido único pero sí en una federación para normalizar su funcionamiento. Es una exigencia legal -lo pide el Tribunal de Cuentas- y organizativa. Pero sólo eso no resuelve la debilidad de Compromís. Su enfermedad es más grave: la ausencia de relato político. No vale sólo con denunciar la corrupción como hace diez años. ¿Cuál es su proyecto ahora como fuerza de gobierno? O Compromís se reinventa o, quizá, no pueda aguantar otros diez años para hacerse mayor.

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