Pedro Duque, el ministro astronauta que hace un año y medio se estrenó en política y después refrendó su compromiso al ser diputado por Alicante, afronta de nuevo el reto de encargarse de la I+D+i, uno de los campos peor parados durante la crisis que, diez años después, sigue sin recuperarse.

Cierto es que la inestabilidad política de los últimos tiempos no ha ayudado, como tampoco ayuda trabajar con unos presupuestos prorrogados que no gustan a casi nadie y una legislatura demasiado corta para emprender las reformas necesarias pero, por unos motivos u otros, lo cierto es que Duque arranca esta nueva etapa con menos carta blanca que hace un año y sin las universidades en su cartera.

Y es que, cuando fue nombrado por primera vez, la comunidad científica interpretó la creación de un Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades como un cambio de rumbo en las políticas científicas: por fin la ciencia contaba con una butaca en el Consejo de Ministros pero, un año y medio después, las dudas arrecian. Desde hoy, Duque (nacido en Madrid en 1963 pero afincado empadronado en Xàbia desde hace unos años) se pone de nuevo al frente de la Ciencia, un sector al que España lleva dedicando la misma cantidad desde hace más de 10 años: el 1,2 % del Producto Interior Bruto (PIB). Una cantidad lejos del 2,07 % de la media de la Unión Europea y de países como Alemania, Suecia o Austria que apuestan por la industria, la innovación y el valor añadido frente a los salarios bajos, con porcentajes superiores al 3 %.

Junto a Duque, la "cuota valenciana" del Gobierno liderado por Pedro Sánchez mantiene a José Luis Ábalos, que revalida la confianza del presidente socialista como ministro de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana en recompensa a la negociación que asumió en primera persona para recabar apoyos a la investidura y que le han permitido de nuevo exhibir sus habilidades políticas, que en el PSOE le han valido el apelativo de "fontanero".

Ábalos compartirá la cartera, ya no se llamará Fomento, con la secretaría de Organización del PSOE, igual que hizo en los últimos 18 meses, en una legislatura donde las infraestructuras prometidas a regionalistas y nacionalistas a cambio de su apoyo a la investidura colocarán a este Ministerio en el punto de mira. El Ministerio de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana es la recompensa de Sánchez a la lealtad incontestable de Ábalos en momentos críticos.

Asimismo, Luis Planas continuará al frente del ministerio de Agricultura en la próxima legislatura. El político, nacido en València, que había sonado para otras carteras como Exteriores y que en los últimos meses se había ocupado de las competencias de Política Territorial, tras el nombramiento de Meritxell Batet como presidenta del Congreso, se quedará finalmente en el ministerio de Agricultura.

José Luis Ábalos tendrá que afrontar, desde la trastienda del partido y desde el Consejo de Ministros, una legislatura compleja en la que el Congreso contará con casi una veintena de partidos y plataformas, el más plural y fragmentado de su historia.

En esta nueva legislatura, Ábalos deberá lidiar con la subida del precio de los alquileres y con el conflicto entre los taxistas y los VTC; y avanzar en el proceso de liberalización del sector ferroviario. Además, deberá definir el modelo de financiación de las carreteras, en especial de las vías de gran capacidad, y fijar la cantidad que se abonará a los acreedores de las autopistas quebradas que fueron rescatadas por el Estado. Estos últimos 18 meses, Ábalos ya ha tenido que compaginar su labor en el Ministerio con la hiperactividad de un partido enfrentado a dos elecciones generales, otras autonómicas, locales y europeas.

En estas convocatorias, el ministro en funciones asumía la responsabilidad de coordinar el Comité Electoral, encargado de diseñar la estrategia del PSOE en las precampañas y campañas respectivas.

Además, Ábalos ha destacado este tiempo como buen negociador.

Confianza de Sánchez

Ábalos se ganó la confianza de Sánchez en la moción de censura contra Mariano Rajoy de la que fue uno de sus artífices, y defendió desde el atril del Congreso como portavoz socialista provisional.

Como secretario de Organización también fue el encargado de negociar con los nacionalistas vascos y catalanes, con Unidas Podemos y otros partidos de cara a una investidura que resultó fallida.

Estrategia de negociación que repitió el último mes y medio y que pese a estar plagado de obstáculos ha conducido a la investidura de Sánchez y a formar parte del primer gobierno de coalición desde que se reinstauró la democracia tras el régimen franquista.

Ábalos (Torrent, Valencia, 1959) es un hombre curtido en política. En 1976, con 17 años, se afilió a las Juventudes Comunistas y desde 1981 milita en el PSPV-PSOE.

Hijo de torero y maestro de primaria de profesión, está casado y tiene cinco hijos; fue jefe de gabinete de la Conselleria de Trabajo de la Generalitat Valenciana, director de Cooperación Internacional en el Consell, concejal del Ayuntamiento de València, diputado provincial y vicesecretario general de los socialistas valencianos (2000-2004).

En 2009 dio el salto a Madrid para ocupar el escaño vacante de la socialista Inmaculada Rodríguez-Piñero, el mismo año en que tomó posesión como diputado Pedro Sánchez.

En 2014, Ábalos se convirtió en uno de los principales apoyos de Sánchez cuando este se lanzó a las primarias para la secretaría general. Y dos años más tarde, en octubre de 2016, Ábalos se mantuvo a su lado cuando este fue defenestrado por el partido.

Entre 2012 y 2017 fue secretario general de los socialistas en la provincia de Valencia. En ese tiempo ya comenzó su andadura con Sánchez y fue su apoyo orgánico en Valencia.

Andadura que le llevó de la trastienda del PSOE a la exposición continúa en la secretaría de Organización. Un cargo para el que, fuentes de Ferraz aseguran se precisa lealtad incontestable pero también disposición a poner la cara por el partido cuando las cosas van mal