Al filo del mediodía, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tenía previsto telefonear al jefe del Consell, Ximo Puig, dentro de la ronda de consultas que Sánchez mantiene con los líderes autonómicos en el marco de las negociaciones para poder formar gobierno en España. Y efectivamente la conversación se produjo entre las doce y veinticinco minutos y la una menos veinte de la tarde. Quince minutos de gran sintonía. Puig le le trasladó al líder socialista su respaldo en las negociaciones para formar un gobierno con Podemos que cuente con la abstención de Esquerra Republicana de Cataluña. "La falta de implicación de las derechas, sólo ha dejado esta alternativa. El PP nunca ha tenido ni un gesto de generosidad", detalló el jefe del Consell durante un acto en la provincia de Castellón.

En opinión de Puig, esa alianza política debe enfocarse, además, a buscar una solución a la crisis territorial de España que, según apuntó el jefe del Consell, va más allá de lo que ocurre en Cataluña, donde, según admitió, existe un problema de convivencia con origen en un conflicto político. "Soy partidario de un diálogo siempre dentro de la Constitución. Pero que haya diálogo", zanjó Puig que, por encima de todo, se mostró partidario de un gobierno progesista en España que actúe en la línea marcada por el Consell del Botànic. La estabilidad en España con una investidura de Pedro Sánchez, en el caso de que efectivamente se produzca, debería llevar aparejada, según Puig, la mejora de la financiación autonómica "como una gran prioridad" y medidas que caminen hacia el federalismo como la convocatoria anual de la conferencia de presidentes, el debate sobre las autonomías en el Senado o las reuniones sectoriales de ministerios y gobiernos autoonómicos. "Hay que poner en marcha todos los instrumentos para tener una sociedad más unida y cohesionada", concluyó el presidente de la Generalitat.

Como se recordará, el número uno del PSOE tenía previsto llamar hoy a los presidentes de las comunidades por orden de aprobación de sus Estatutos. Así arrancó con el lehendakari Íñigo Urkullu y, justo a continuación, con el catalán Quim Torra. Puig fue el noveno de esta ronda. Una conversación que se ha producido justo en el momento en el que la figura de Ximo Puig está ubicada en la centralidad del tablero político como el dirigente territorial socialista de mayor peso institucional, uno de los más influyentes junto al catalán Miquel Iceta y el único que está poniendo encima de la mesa un debate sobre una reforma federal de la Constitución para aliviar las tensiones generadas, sobre todo, a raíz del procés en Cataluña.

La intención de Ximo Puig, como así ocurrió finalmente, era plantearle a Pedro Sánchez dos cuestiones fundamentales que debe afrontar, en su opinión, el nuevo gobierno en España. La reforma de la financiación autonómica con un sistema que está caducado desde ya casi seis años y que perjudica especialmente a la Comunidad Valenciana además de abrir de inmediato el melón de la reforma federal, conforme al acuerdo tomado en su día por el gobierno valenciano. Ximo Puig, en estos momentos, además, es uno de los dirigentes socialistas que avala la alianza con Podemos y la negociación con ERC.