El experto en sociología electoral, Lluís Català, ha seguido el nacimiento y la expansión de Vox desde el primer momento. En sus inicios, ya se les identificaba con un partido de extremaderecha, pero su progresión se ha mantenido firme. Català achaca este crecimiento a factores externos e internos. Más allá de nuestras «fronteras» -término que tanto le gusta a los ultras- existía una «especie de homologación a escala internacional», en Europa, con gobiernos como el de Orban en Hungría, y en Estados Unidos, con Trump. «Si el electorado ve que en países avanzados esos comportamientos no son tan dañinos, pues no hay por qué tener miedo», explica el sociólogo. A este factor se une el flujo de emigración, intensificado desde 2015 por la guerra contra el estado islámico en Siria e Irak, que deriva en la amenaza del terrorismo yihadista, la llegada masiva de refugiados y «el discurso del miedo a la emigración».

Si miramos a nivel interno, Lluís Català considera que el caldo de cultivo de Vox se alimenta de «un momento de crisis fuerte en el PP, cuando llega la sentencia de la Gürtel, lo que genera una debilitamiento progresivo del partido». Para este profesor de la UA, el electorado tradicional del PP, después del impacto que supusieron las apariciones de UPyD, primero, y de Ciudadanos, más tarde, reaccionó. «Era la parte más 'derechona' al ver que no está siendo representada por el PP, demasiado situados en el 'establishment' y corrupto, que no consigue rebajar el impuesto de sucesiones y no atiende los toros o la caza», explica. A todas estas brechas, con gente que se siente «agredida», se une el trato dado a la mujer y el intento de «romper con el machismo». «Son muchos flancos», dice el profesor Català.

«Gente normal»

Otra variable importante para este sociólogo es el «liderazgo» que ejerce Santiago Abascal, una persona «solvente, que habla bien, y que no se mete en charcos como (Javier) Ortega Smith». Si nos fijamos en el «perfil habitual de la extrema derecha, ligada a componentes 'freaks', llega (Rocio) Monasterio y su marido (Iván Espinosa de los Monteros), o el mismo Abascal, que pasan por ser gente normal, que habla bien. Gente de ley y orden que podrías invitar a comer a tu casa», indica. Una «gente corriente» que lidera un partido al que Lluís Catalá ve «margen de mejora» a la vista de los acontecimientos actuales. «Ciudadanos, que se pegó un tiro en el pie del que se benefició Vox, puede recuperar votos porque Inés Arrimadas en un valor fuerte, pero hay más emigración, más descontrol y mientras sigan surgiendo temas como la exhumacón de Franco, se seguirá dando la tormenta perfecta para Vox».

Otro asunto es que partidos políticos y los medios de comunicación sigan dando cancha a los ultras. «Es muy suculento dar noticias sobre la extremaderecha, la autocrítica se debe hacer pero la tentación está ahí. Renunciar al trendingc topic es ir en contra del negocio». Según este sociólogo, es el propio Vox el que domina las redes sociales y fabrica «memes» aprovechando cualquier situación que llegan a grupos de Whatsapp de amigos o familiares «donde siempre hay un facha». Esa popularización de la mofa conecta directamente con que «la clase trabajadora está cada vez mas desorganizada, venimos de una crisis muy fuerte que la gente no acaba de remontar, vuelve la recesión y no se ve una contestación clara desde el mundo del trabajo. Si las clases trabajadoras no se oponen, si una amplia base popular no empuja del carro, el futuro está mal», concluye Català, que recuerda la historia de la Alemania de 1933, hundida y sin rumbo, donde «ese mensaje caló».