Botànic, Botànic y Botànic. Y después, más Botànic II. El presidente de la Generalitat y líder de los socialistas valencianos, Ximo Puig, proclamó ayer su fe en ese pacto para apaciguar a sus socios, Compromís y Podemos, después del turbulento arranque de legislatura que hasta hace bien poco llegó a poner en duda que esa alianza pudiera aguantar todo el mandato, sobre todo por las malas relaciones entre el propio PSPV y los valencianistas de Mónica Oltra. Sin embargo, Puig se aprovechó de la actual tregua que ahora ha podido escenificar la izquierda, al menos para consensuar en las Cortes los presupuestos, para deslizar que sí es posible que el Botànic tenga una vida duradera con el anhelo de «profundizar en los cambios que necesita la Comunidad y en nuestro relato de reparación, reconstrucción y renacimiento». Pero advirtió de que ese trabajo sólo es posible afrontarlo «desde la unidad», en otro aviso más de su apuesta porque el actual Consell no se desgaje.

Puig realizó estas aseveraciones en uno de esos actos que siempre busca el PSPV para purgar heridas internas y externas. Para repensarse: una cumbre de 150 altos cargos del partido entre diputados autonómicos, responsables del partido en el Govern y miembros de la ejecutiva nacional celebrada en l'Alfàs del Pi bajo el título nada casual de «Pensar 2020».

Según el jefe del Consell, el Botànic II también es importante por otra razón: se erige en la única vía para frenar el auge de la ultraderecha. Y para hacerlo, Puig lanzó una idea novedosa: «Una alianza de las clases trabajadoras con las clases medias para garantizar el mantenimiento de los valores de la igualdad, la libertad, la tolerancia y el diálogo». Y también «para evitar que nadie se quede al margen de la modernidad y lograr un crecimiento inclusivo» . Y eso, continuó, sólo es posible a través del «carácter abierto y transversal de este Consell». «Hemos de gobernar para todos, esa es la diferencia, que la Generalitat Valenciana gobierna para todos mientras que en Catalunya y Madrid se gobierna solo para una parte de la sociedad», remachó.

Todo estos mimbres para afrontar unos tiempos que se avecinan difíciles. Sobre todo por esa pujanza de Vox que, a juicio de Puig, está condicionando también a PP y Ciudadanos. En este sentido, el secretario general del PSPV alertó de que «esta legislatura va a ser dura porque se ha producido una radicalización de las derechas que están bajo la hegemonía ideológica de la extrema derecha». Tal tesitura «va en contra de todo lo que ha hecho avanzar a este país». Por eso, prometió que «los socialistas no vamos a mirar hacia otro lado, vamos a combatir a la extrema derecha desde las ideas y la convicción en la democracia, porque el PSOE es el verdadero freno a la extrema derecha».

Con ese tono, Puig quiso imprimir incluso un sello de trascendencia al cónclave de l'Alfàs apelando al momento crucial que vive el socialismo, que «no es sólo el primer partido de la Comunidad sino que también gobierna en la mayoría de los ayuntamientos y lo vamos a hacer ahora en el Gobierno de España: tenemos una responsabilidad histórica y asumimos el liderazgo desde la responsabilidad y la humildad».

Esa trascendencia también vino porque las jornadas en esta localidad de la Marina Baixa han servido para elaborar una suerte de decálogo sobre las prioridades de los socialistas para 2020. Esos diez ejes serían la sostenibilidad, feminismo, fe en el futuro, defensa de las periferias sociales y territoriales, inclusión de todas las minorías, firmeza ante la extrema derecha, lealtad en el gobierno, con las ideas y con los ciudadanos; trabajo; proximidad con la ciudadanía y respeto a los distintos orígenes ideológicos.

«Devolver la alegría»

En el acto también intervinieron como relatores el secretario autonómico de Promoción Institucional, Alfred Boix y el secretario de Organización del PSPV-PSOE, José Muñoz; así como tres primeras espadas del Govern: el conseller de Territorio, Arcadi España; la consellera de Sanidad, Ana Barceló; o la de Justicia, Gabriela Bravo. También lo hizo el síndico socialista, Manolo Mata, quien al cerrar el acto ahondó en que «necesitamos luchar contra los mensajes populistas porque el populismo lo simplifica todo y nosotros necesitamos complejidad». Frente a eso, «el Partido Socialista es el único que puede devolverle la alegría a la sociedad».