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Una segunda oportunidad

Tener una segunda oportunidad en política no es, desde luego, algo que suele presentarse muchas veces. Todo lo contrario. No es lo normal. Y los resultados electorales del pasado domingo les dieron a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias esa segunda oportunidad a pesar de pasarse seis meses tirándose los trastos con una incapacidad absoluta para llegar a los acuerdos que los electores les habían encargado con su voto. Es cierto que el tacticismo y las luces cortas -dos rasgos que definen la mala política- han tenido un coste muy alto para ambos. Tienen menos diputados que en abril. Han abierto la puerta a que la extrema derecha se aposente en el Congreso con los 52 diputados de Santiago Abascal que van a cuestionar el sistema de convivencia que nuestros padres acordaron con gran esfuerzo y generosidad hace ya cuatro décadas. Y han alimentando, encima, una inestabilidad no sólo en la formación del gobierno de España sino también en los ejecutivos autonómicos en los que la izquierda, como es el caso del Consell del Botànic en la Comunidad, llegó a coaliciones de gobierno.

Pero ya se sabe que Pedro Sánchez es el político que siempre, al menos de momento, sigue aliado con la suerte. La tuvo cuando, en su momento, lo echaron de la secretaría general del PSOE y luego fue capaz de volver al puesto con todos los grandes «barones» territoriales del partido en contra. Y la tiene ahora después de la pésima gestión de las negociaciones tras las elecciones del mes de abril. Apostó por volver a las urnas y, finalmente, la jugada le obligó a retornar a la misma casilla que tenía desde el primer momento: un pacto con Podemos. Hay una diferencia, eso sí. Entonces se había quitado de encima a Pablo Iglesias y ahora, acuciado por el avance de la ultraderecha, se ha tenido que «tragar» al líder morado de vicepresidente para poder cerrar el acuerdo apenas 48 horas después de que acabara la jornada de votación. Necesitaba evitar que se alargara una imagen de ineficacia política que los ciudadanos han sancionado el 10-N con la izquierda y, sobre todo, Ciudadanos pagando esa factura del desacuerdo.

Esa segunda oportunidad de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no es tampoco para ellos solos. El pacto alcanzado por los socialistas y Podemos, sin ir más lejos, abre una página nueva para el Consell del Botànic, cuyos primeros seis meses de mandato han estado marcados por el conflicto y las turbulencias internas generadas, en parte, por la tensión ante la falta de Gobierno en Madrid y las citas electorales. Un escenario aderezado con el pulso entre los socialistas y Compromís, casi continuo desde que el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, decidió adelantar las autonómicas a primeros de marzo para disgusto de Mónica Oltra, líder de Compromís. Buena nota deben tomar los socios del Botànic del balance del desencuentro de las izquierdas en Madrid. Ya han asumido parte de ese pago con un resultado que, sin duda, supone un toque de atención.

Por lo pronto, la alianza en Madrid estrechará aún más la sintonía entre los altos cargos socialistas y de Podemos. Hasta ahora, el vicepresidente segundo, Rubén Martínez Dalmau, ha sido, quizá, el miembro del gobierno valenciano que ha actuado con mayor lealtad y normalidad en estos primeros meses de gestión. Ha demostrado un plus de sensatez y naturalidad en su día a día. Ahora que está de moda exportar el Botànic, puede Pablo Iglesias cogerlo como una guía para su labor y ponerlo perfectamente de muestra en Madrid. Con esa alianza en la Moncloa y en el Palau de la Generalitat, a Compromís también se le presenta una oportunidad de normalizar su situación dentro del Botànic. A pesar de que las generales han evidenciado que el proyecto se ha estancado, el escaño de Joan Baldoví seguirá siendo necesario en Madrid para sumar votos a la mayoría parlamentaria. Devolver la confianza a la gente con un Consell que traslade la imagen de calma que en estos meses no ha ofrecido, tener sintonía para cuadrar un nuevo relato ante un Ejecutivo en Madrid del mismo signo al que reivindicar la «agenda valenciana» y frenar a la ultraderecha son motivos de sobra para que aprovechen por completo esta oportunidad.

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