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El espejo de las urnas

Las urnas casi nunca engañan. Suelen reflejar con enorme fidelidad el estado en el que se encuentra cada uno de los partidos. Como ya se dijo en estas mismas páginas en la previa de la jornada de votación, una cita electoral acaba retratando a todo el mundo. Poniéndole frente a su propio espejo. Y, desde luego, estas elecciones generales del 10-N, con una campaña descafeínada pero a la vez muy compleja y tan marcada por la ideología, ha terminado por situar a cada uno en el espacio que ahora mismo tiene. Foto fija que condicionará a cada organización durante los próximos meses. Como es habitual, ahora empieza un periodo en clave interna. Si en Madrid se acaba desbloqueando el Gobierno y se evita volver a las urnas, será el punto de que las fuerzas políticas deberán aprovechar para limpiar sus propias casas, adecentarlas, darles una mano de pintura, reparar aquello que esté roto y cambiar lo que no sirva para afrontar en las mejores condiciones el próximo ciclo electoral.

La cita nos ha servido para evidenciar que, pese a ganar en la Comunidad y en Alicante, el PSPV no está tan bien como parece a pesar de contar con la ventaja de controlar gran parte del poder institucional. Mismo número de escaños pero menos votos. La relación de cada vez mayor desconfianza con Compromís ha enturbiado el arranque de esta segunda versión del Botànic. Ni hay la misma frescura ni tampoco la misma ilusión. Y Pedro Sánchez, con esta absurda repetición electoral, se ha encargado, además, de abrir otra espita con Podemos, el tercer socio del Consell. A los problemas en la Generalitat hay que añadir que la organización del partido es un páramo con un único activo: Ximo Puig. En el presidente de la Generalitat empieza y casi acaba el PSPV. Muy poco más.

Tampoco está sobrado el PP. Y menos en la provincia de Alicante, que con Carlos Mazón se iba a convertir en la gran esperanza blanca que salvaría el proyecto popular en la Comunidad. Cosas de la política, el PP ha mejorado claramente en Valencia, que era, en teoría, el gran «agujero» mientras los populares alicantinos subían menos de lo esperado pero se estancaban en escaños. Además, ahora, el PP tiene dos problemas añadidos con la reorganización del espacio de la derecha, el corrimiento más significativo que se ha producido en estos comicios.

Uno. Su limitado poder institucional con la Diputación como gran estilete está condicionado al proceso de liquidación de Ciudadanos, camino de repetir la desaparición del CDS o de UPyD. Espero que Toni Cantó anuncie las siglas a las que se apuntará en el futuro. Sería noticia. Partido que toca, partido que hunde. Y dos: toda la estrategia del PP está esposada a la ultraderecha después del espectacular éxito de Vox, con un filón de crecimiento en Alicante y que ahora mismo es el único socio que tiene de futuro. Muy preocupante para la convivencia. Eso también ha quedado fijado. Podemos va perdiendo poco a poco fuelle. Cada vez un poquito más. No cae mucho. Pero tampoco crece un proyecto en el que ya sólo vive una versión corregida de IU. ¿Y Compromís? Acaban conformados con aguantar en Valencia para volver a enviar a Joan Baldoví al Congreso y seguir en la irrelevancia en Alicante. Ni estrategia ni proyecto ni ideas para la provincia y cada vez menos aire en el flotador. Ellos verán.

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