? Pocos podían imaginar en las elecciones del pasado abril que uno de los teóricos triunfadores de aquellos comicios iba a abandonar la política siete meses después a raíz de un estrepitoso fracaso en las urnas. En los comicios de abril Albert Rivera lo apostó todo a una carta, superar al PP y convertirse en el partido hegemónico de la derecha, pero no lo consiguió y a partir de ahí todo fue cuesta abajo. Con su crédito político empeñado a una promesa electoral insalvable, que no pactaría jamás con el socialista Pedro Sánchez, se quedó en tierra de nadie, como una pieza más del bloqueo político de España. El catalán tuvo al alcance de su mano formar gobierno con el SOE o, cuando menos, facilitar y condicionar su investidura, y ahora lo ha perdido todo. Una debacle solo comparable a la que sufrió la Unión de Centro Democrático en 1982. Rivera ha asumido su fracaso y lo deja todo. Abandona la Presidencia del partido, su escaño del Congreso y la vida política. De aquel joven que se exhibía desnudo en los carteles electorales del partido catalán de moda que sorprendía a todos, queda ahora un animal político herido que ha dado un paso al lado para permitir, o al menos no obstaculizar, la supervivencia de su partido, de su proyecto político. En el banquillo de Ciudadanos, ahora tan menguado, se alza ahora una figura en la que todos ponen la mirada: Inés Arrimadas. Una política que se ha curtido como Rivera en el duro escenario catalán pero que después de haber ganado las elecciones autonómicas en Cataluña, dio el salto a Madrid donde ha pasado con más pena que gloria. Lo que depare el futuro de Ciudadanos es un misterio. Lo único seguro es que en ese futuro no estará su creador, artífice, impulsor e imagen indiscutible hasta ayer, Albert Rivera.