Toque de atención para el Consell del Botànic. Apenas cinco meses después de iniciar su segundo mandato al frente de la Generalitat, la izquierda se encuentra con unas elecciones generales de las que sale en minoría en la Comunidad Valenciana y también en la provincia. Quince diputados en Madrid tendrán a partir de ahora los socios del Botànic frente a los 17 que cosecharon las fuerzas de la derecha. En abril, con las autonómicas celebrándose a la vez, los dos bloques firmaron tablas con un empate a 16. A pesar de que la diferencia de votos es mínima con unas 40.000 papeletas a favor de las tres fuerzas de la derecha, el resultado va a dificultar todavía más la agenda política del Consell, que ha comenzado el mandato con tensiones internas entre los socios y cuyo relato durante los próximos meses, sin duda, estará condicionado por una correlación de porcentajes en estas generales que le concede algo más que un balón de oxígeno a la oposición para mantener, como ahora, un discurso de máxima dureza contra el gobierno de Ximo Puig.

Los socialistas en la Comunidad y en la provincia tenían para esta cita electoral un doble objetivo: repetir como primera fuerza política pero, a la vez, que el conjunto de los socios del Botànic sumaran más escaños que la derecha con la intención de afrontar los próximos meses en un escenario de más tranquilidad. Sólo cumplieron a medias. Es cierto que volvieron a ganar las elecciones en el conjunto de la Comunidad y en cada una de las tres provincias. A pesar de perder unos 50.000 votos, los socialistas valencianos volvieron a aportar diez diputados al grupo parlamentario de Pedro Sánchez en Madrid, cuatro de ellos desde Alicante. Y también se hicieron con seis senadores, los mismos que el PP. Cumplido ese primer objetivo, sin embargo, el segundo se quedó en el aire por la debilidad de sus socios de Podemos y Compromís, especialmente en la provincia de Alicante.

Los morados, con unos 45.000 votos menos, aguantaron con solvencia el tirón en Valencia y Castellón donde repitieron sus resultados pero sus temores se cumplieron, precisamente en la provincia, donde se dejaron el único diputado que perdieron en la Comunidad. Y, además, por muy escaso margen. Apenas 3.500 papeletas separaron a Unidas Podemos de retener ese parlamentario, que en la propia formación se daba casi por perdido durante la campaña electoral. A Compromís no le sumó casi nada su alianza con Íñigo Errejón. Repitió casi calcado el resultado de abril, apenas 1.20o votos más para sumar unos 175.000 que sólo le servirán para enviar al Congreso otra vez a Joan Baldoví como único representante por Valencia. Pero, como hasta ahora, Compromís volvió a evidenciar su debilidad en Alicante, donde ya salió malparado de las autonómicas y de las municipales. Volvieron a quedarse lejos -a unas 20.000 papeletas- de entrar en el reparto. Resultado en Alicante: cinco de la izquierda por siete de derechas.

La pérdida del escaño morado en la provincia y la incapacidad de los de Mónica Oltra para convertirse en determinantea en las comarcas alicantinas fue, precisamente, lo que acabó relegando al conjunto de la izquierda en la Comunidad. Fue el parlamentario decisivo que decantó la victoria para el bloque conservador. Como en los comicios autonómicos de abril cuando fue la única provincia con mayoría de escaños para la derecha, Alicante vuelve a convertirse en el talón de Aquiles del Botànic. Una debilidad de Podemos y de Compromís que, desde luego, condiciona por completo el discurso de un Consell que tiene a las puertas un debate de presupuestos que puede ser muy complicado y que está por ver como resiste a la negociación de un nuevo gobierno en Madrid en el que las relaciones entre los socialistas con el resto de las fuerzas de la izquierda se volverán a poner a prueba.

Y todo ello, además, con un bloque de derechas que tiene motivos, con este resultado, para mantener el tono de oposición contra el Botànic con la ultraderecha de Vox convertida, a partir de ahora, en el gran ariete en las Cortes Valencianas. Tienen más de 50 diputados en Madrid y podrán recurrir leyes autonómicas en el Tribunal Constitucional. El éxito electoral de Vox es espectacular: 150.000 votos más para pasar nada menos que de 3 a 7 escaños. Mención especial en Alicante donde pasa de un diputado a tres, con uno de los mejores porcentajes de respaldo de toda España y con victorias en grandes poblaciones del sur. Algo impensable hasta hace tan sólo unos meses. La provincia se ha convertido, definitivamente, en uno de los grandes oasis del nuevo espacio electoral que ha logrado cuadrar la ultraderecha hasta el punto de disputarle la hegemonía al PP. Los populares salieron de las autonómicas con la presión de Ciudadanos pero ahora que se la han quitado de encima, tienen a Vox pisándoles los talones.

El avance ultra, de hecho, empequeñece al PP para convertir en insuficiente y menor el incremento de votos que cosecharon los populares con un diputado más en Valencia que, por otra parte, tampoco sirvió para desbancar a los socialistas como primera fuerza. Ni en la Comunidad ni en la provincia. Cualquier movimiento que hagan a partir de ahora en el PP en el conjunto del espacio autonómico quedará condicionado por el escenario que se abre con el enorme éxito ultra. Mención aparte merece el enorme descalabro de Ciudadanos, que se mete en una grave crisis política. Al margen de la incertidumbre que se abre con un congreso extraordinario, el resultado deja en precario a Toni Cantó en las Cortes, rebaja el papel de Ciudadanos en la oposición al Botànic y abre un interrogante sobre las alianzas con el PP en instituciones como la Diputación. Mucha tela por cortar.