La (no) presencia de la llamada agenda valenciana en los últimos debates televisivos que las diferentes cadenas han emitido con motivo de las elecciones generales ha sido más que discreta y, en ocasiones, prácticamente inexistente. Es como si para esta distopía envolvente que afecta a todos los ámbitos, tanto social como político y económico, la Comunidad fuera un mero protagonista de piedra, invisible y excluido (de forma consciente o no). Debates que han descendido en audiencia desde el primero que enfrentó a Felipe González y José María Aznar, en un lejano 1993, con 9 millones de espectadores, hasta el más reciente, del pasado lunes, que se quedó en 8,6 millones, el registro más bajo de todos los celebrados. El cara a cara de Zapatero-Rajoy de 2008 fue el más seguido con 13 millones de personas.
La (casi) ausencia de referencias a la Comunidad en los debates electorales ha sido la tónica general, salvo contadas excepciones en las que de forma tangencial se han vinculado problemas valencianos con otros más generales como el modelo territorial (eclipsado por el conflicto catalán) y la necesaria reforma de la financiación autonómica, que enfrenta a las comunidades autónomas con diferentes criterios para la aplicación de un nuevo sistema pendiente desde hace años. Fuera han quedado asuntos trascendentales como el corredor mediterráneo, la deuda histórica y la mejora y ampliación de las Cercanías, entre otros asuntos. Lo que sí evidencia el análisis de estos eventos es la evolución que han experimentado en 26 años con la irrupción de las redes sociales como medio imprescindible para su cobertura en tiempo real e instrumento electoral del que se aprovechan los partidos para obtener rédito político.
El caso más reciente es el de Compromís con su Mari Carmen, una militante de la coalición que logró ser «trending tópic» con su peculiar estrategia para comentar el debate del pasado lunes en Twitter. Una muestra más de cómo las formaciones emplean este tipo de herramientas para lanzar sus reivindicaciones. En este caso, el tono jocoso empleado sirvió para evidenciar la escasa presencia de temas valencianos en el debate, en especial el de la infrafinanciación de la Comunidad. El reciente debate del día 4, con cinco candidatos a la Presidencia del Gobierno por primera vez y en el marco de una campaña efímera y constreñida, pese a pasar de puntillas sobre la agenda valenciana sí que reflejó el esfuerzo del Consell del Botànic por intensificar su presencia en Madrid y lograr una mayor comprensión y aceptación de las reivindicaciones valencianas con respecto a los gobiernos del PP en Moncloa.
Solo el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, se salió del esquema protagonizado por los cinco grandes bloques tradicionales en este tipo de debates. El candidato morado puso encima de la mesa la infrafinanciación que sufren algunas autonomías, momento en el que citó a la Comunidad Valenciana. El candidato del PP, Pablo Casado, sin una mención expresa, acusó en dos ocasiones al presidente del Gobierno en funciones y líder socialista, Pedro Sánchez, de pactar con separatistas (en referencia a Compromís) en la Comunitat. Este último habló de las nacionalidades recogidas en los Estatutos de Autonomía e incluyó a la valenciana. Casi tres horas de debate que finalizaron con el testimonio de una valenciana, en boca de Pablo Iglesias, que no podía llegar a final de mes por el elevado precio de los alquileres.
Seis meses antes, el debate del 23 de abril en TVE para las elecciones generales del 28-A, que coincidieron con las autonómicas, fue un espejo de las anteriores citas televisivas. La invisibilidad de las necesidades y reivindicaciones valencianas fue casi total. La reforma de la financiación que mantiene a la Comunitat Valenciana a la cola en el reparto de los fondos del Estado no mereció ni un segundo de las intervenciones de los cuatro aspirantes (Pedro Sánchez, Pablo Casado y Pablo Iglesias). El bloque dedicado a la política territorial estuvo marcado por Cataluña, como el pasado día 4. Entonces, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, atribuyó al modelo «encorsetado» del debate la ausencia de referencias a la agenda valenciana, aunque confió en su inclusión tras la formación de gobierno en junio, que finalmente no se produjo, lo que provocó esta convocatoria electoral.
Los anteriores debates televisivos con motivo de la celebración de elecciones generales tuvieron nula o apenas referencias a la Comunidad y se centraron en la corrupción, el desempleo, el terrorismo, la economía y el referéndum de Cataluña, entre otros asuntos. Con diferentes formatos, pero con enfrentamientos entre los participantes, en algunos momentos de especial intensidad, destacando el cara a cara de diciembre de 2005 en el que Sánchez y Rajoy elevaron el tono con improperios tales como «indecente» o «ruin y mezquino». Un duelo en el que los 40.000 millones del rescate de Bankia protagonizaron otro duro rifirrafe.
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