Setenta y dos horas. Este es el margen de tiempo con el que cuenta la Conselleria de Hacienda para enviar al pleno del Consell y, posteriormente a las Cortes, los presupuestos de la Generalitat de 2020, las mismas horas para desatar el principal nudo gordiano que tiene encima de la mesa: la resistencia de las consellerias sociales de Compromís, la Vicepresidencia y Conselleria de Igualdad, y la de Educación, en apretarse el cinturón en unas cuentas públicas llamadas a ser las más austeras de la era Botànic. Ambos departamentos, según ha sabido este diario, son los únicos que no han atendido las peticiones de contención del gasto del departamento de Hacienda, un pulso que está por ver cómo se resuelve.
La pelea de la vicepresidenta Mónica Oltra y el conseller Vicent Marzà para elevar su gasto es recurrente en todas las negociaciones presupuestarias desde que la izquierda tomó las riendas de la Generalitat. Y todos los años puede concluirse que ambos han ganado la batalla. La situación hoy, sin embargo, es distinta ya que no hay margen para repetir un presupuesto expansivo con pies (léase ingresos) de barro.
La decisión de unas cuentas congeladas respecto al gasto de 2019 está tomada por lo que esta vez, con una previsión de ingresos más realista que la de 2019, es complicado que ambos departamentos crezcan. Oltra aprieta para hacer frente a las ayudas de la dependencia y la renta de ciudadanía, mientras que Marzà quiere ver cumplidas presupuestariamente sus promesas de reducción de ratio en las aulas, lo que implica seguir incrementando la contratación de profesorado, por lo que el proyecto presupuestario enviado a Hacienda excede con creces lo que el departamento de Vicent Soler está dispuesto a autorizar.
Fuentes conocedoras del proceso de elaboración presupuestaria indican que estos dos departamentos son los únicos que se han negado a reajustar sus primeras previsiones.
Según ha sabido este diario, las propuestas originales de los diferentes departamentos excedían en 1.600 millones el gasto que Hacienda está dispuesto a incluir en el documento económico. Es más, no es que Hacienda haya cerrado el grifo del gasto sino que quiere reducirlo. No en vano, el departamento de Soler ha pedido a las conselleries que solidariamente ayuden a encajar el exceso de gasto de este ejercicio derivado de las ayudas por la DANA de septiembre, el aumento de conselleries y pagos relativos al reconocimiento por sentencia de la carrera profesional a los interinos. Un gasto que supera los 100 millones que las conselleries han tenido que asumir reduciendo sus partidas. La mitad, de forma lineal, y la otra mitad de forma proporcional al presupuesto.
Oltra y Marzà no lo han hecho y mantienen previsiones de gasto que tendrían como consecuencia un presupuesto con crecimiento. Las negociaciones están siendo intensas desde que Puig enterró el jueves la idea de una prórroga y obligó a apretar el acelerador a todos los departamentos. Incluso el fin de semana, los teléfonos echaron chispas. Aunque las mayores resistencias provienen de Igualdad y Educación, otras conselleries aprietan también a Hacienda para dentro de unas cuentas austeras, rascar lo máximo posible. Con todo, no será un presupuesto con muchas alegrías para una Generalitat con más conselleries. Incluso algunas cálculos hablan de unas cuentas que podrían decrecer hasta medio punto en espera de una futurible generación de créditos si hay presupuestos generales para 2020.
Pelea entre Economía e Innovación
La batalla por las competencias entre la Conselleria de Economía y el nuevo departamento de Innovación que dirige Carolina Pascual se centra ahora en la gestión de aquellas líneas presupuestarias que tienen cofinanciación de la Unión Europea.
