Recién aterrizada desde la ciudad de los rascacielos, Ana Berenguer es la apuesta del presidente de la Generalitat, Ximo Puig, para evaluar las políticas públicas impulsadas desde el corazón del poder valenciano. La apuesta, además, es de altura. La nueva directora general de Análisis de Políticas Públicas ha vivido la última década en el país donde el juego de la política alcanza su máxima expresión, donde todo lo que tiene que ver con este mundo se mide y analiza con lupa y con todo tipo de herramientas y recursos, incluida la econometría.

Berenguer viajó a Estados Unidos hace once años para estudiar Políticas Públicas en la Universidad de Columbia y acabó trabajando para el Ayuntamiento de Nueva York donde hasta ahora ocupaba el cargo de vicepresidenta de la Oficina de Desarrollo Económico. «Me fui para volver», explica desde su despacho, a escasos metros del que ocupa el jefe del Consell.

En realidad, su aventura americana duró más de lo previsto, pero, subraya, «en la hoja de ruta siempre estuvo volver para aplicar en mi tierra lo que he aprendido». A Berenguer el gusto por la política le viene de familia. Su padre, Luis Berenguer, fue conseller de Administración Pública en el Gobierno socialista de Joan Lerma. Con todo, cuando reflexiona sobre sí misma y sobre lo que le llevó a dejar a un lado su carrera de Derecho y centrarse en el mundo de las Políticas Públicas, lo tiene claro: «Mi vocación de servicio público». Un gusanillo que no sólo le vino vía paterna, sino también de su madre, farmacéutica de profesión. «En la farmacia -recuerda- siempre había un trasiego de gente, de la que podías aprender cosas».

Voluntariado

Berenguer tuvo una intensa etapa en el sector del voluntariado, donde participó en un proyecto denominado «Economistas sin fronteras» y cuyo objetivo era promover una suerte de 'lobby bueno' para incorporar conceptos, entonces novedosos, como la responsabilidad social corporativa.

La oportunidad de regresar a su tierra para aplicar lo aprendido en Estados Unidos le vino hace unos meses. Berenguer estuvo en Madrid en febrero pasado en la presentación del proyecto Palancas, de la Fundación Felipe González, en la que había participado. El presidente Ximo Puig se fijó en su trabajo y la llamó al Palau para comunicarle que quería contar con ella para el próximo Consell. Así fue.

Tierra de politólogos

En la tierra de politólogos y analistas, Berenguer ha aprendido y puesto en práctica la metodología sobre cómo medir el impacto de una política pública. «Una experiencia piloto que espero poder trasladar aquí», afirma, aunque consciente de que EE UU es tierra de vanguardia: «Allí todo sucede antes, vengo del futuro», bromea la directora general.

Berenguer explica que un buen análisis, en condiciones optimas, podría durar años. Un trabajo a conciencia sobre cómo evaluar si una política pública tendrá el impacto deseado implica, para empezar, un profundo diagnóstico, una identificación del problema y la decisión de si existe la oportunidad para abordarlo. En una segunda fase hay que conocer los recursos, las herramientas de todo tipo (no sólo económicas) con las que se dispone y en una tercera parte, proceder a la evaluación .

La nueva directora general es consciente, no obstante, de que los tiempos de la política y de los políticos son otros, muchos más cortos y que se vive mucho más al día. Según narra, por su experiencia en tierras americanas, uno de los problemas es que «los principales incentivos son por razones de comunicación». «Allí se toman decisiones a golpe de titular», se lamenta. Intentará, asegura, corregir esta tendencia desde el Palau.

Berenguer aterriza en una legislatura en la que la estabilidad del gobierno y sus políticas dependerá de la capacidad de consenso entre tres actores políticos. A priori, no lo concibe como problema, al tiempo que apuesta por una mayor participación de la sociedad civil en la toma de decisiones.