No hay que echar mas que un vistazo al reparto de competencias que el nuevo presidente Carlos Mazón ha decretado en la Diputación para darse cuenta de que el poder político del Palacio Provincial se ha trasladado de la Marina Alta hacia la Vega Baja. Durante el mandato anterior, como se recordará, tanto el presidente de la institución provincial y exalcalde de Calp, César Sánchez, como los dos principales portavoces de la oposición -el socialista José Chulvi, hoy en las Cortes Valencianas además de alcalde de Xàbia; y Gerard Fullana, portavoz de Compromís, edil de Xaló y ahora el único superviviente- eran originarios de la comarca ubicada más al norte y muy ligada a la escena política de València. Ese triunvirato institucional se completaba con el mandato de Chulvi al frente del PSPV y de José Císcar, de Teulada, como presidente del PP. Hace unos meses hasta Podemos ubicó su liderazgo en esa comarca cuando eligió a Rubén Martínez Dalmau, natural también de Teulada pero afincado en Xàbia, como candidato a la Generalitat.

No fue un movimiento orquestado. Para nada. Era una conjunción absolutamente casual. Pero desde luego, ese tablero concedía una oportunidad para conectar de una vez el decorado alicantino con el valenciano. Quedo claro, en cualquier caso, que esa vía no se consiguió abrir. La etapa de César Sánchez en la Diputación ha estado marcada por la incomunicación y un enfrentamiento durísimo con la Generalitat. Pero este nuevo mandato ha difuminado ese poder de la Marina Alta. Con Fullana como el único que resiste, Chulvi le ha pasado los bártulos al alcalde de Alcoy, Toni Francés, y, aunque Dalmau estará en la vicepresidencia del Consell a pesar de que admite que sin aspiraciones para 2023, en Podemos se va a trazar un nuevo liderazgo autonómico a partir del próximo mes de octubre.

Pero, con todo, el principal movimiento se ha producido dentro del PP, donde el poder ha basculado camino del sur y fundamentalmente hacia la Vega Baja, la comarca alicantina en la que más sufre la izquierda, como ha quedado claro en las últimas citas electorales y que siempre se ha erigido como el principal granero de votos de las siglas populares.

Ese regreso del PP a sus orígenes se inició con la caída de José Císcar como presidente provincial para dar paso al mandato de Eduardo Dolón, alcalde de Torrevieja y que conducirá la cúpula alicantina hasta que se convoque un congreso extraordinario que confirme el nuevo liderazgo de Carlos Mazón, ya ratificado desde el mando institucional de la Diputación. Pero es que ese cambio de paradigma se ha consolidado, a su vez, en el reparto de competencias realizado por el nuevo dirigente provincial. De los cinco diputados del PP que llevarán el peso de la gestión en la institución alicantina, cuatro proceden de una comarca que, por los problemas de la izquierda y el respaldo que concede a la derecha, es clave para la recuperación del Partido Popular.

Uno será el máximo apoyo de Carlos Mazón: Adrián Ballester. Dirigirá la portavocía del gobierno, la promoción de la Diputación y, de facto, la relación con el nuevo departamento de la Generalitat ubicado en Alicante y con Europa. Aunque despojado de la vicepresidencia y del Patronato de Turismo, Eduardo Dolón conducirá la gestión económica de la Diputación. Pero, además, Mazón ha generado un nuevo liderazgo político provincial -otra cosa es que acabe funcionando- con la elección de la alcaldesa de Albatera, Ana Serna, como una de las dos vicepresidentas de la Diputación. Y ha elegido a María Gómez, primera edil de Almoradí, para controlar la política interior de la Diputación. La Vega Baja vuelve, sin duda, a la sala de mando del PP.

Del buen rollo con Ximo Puig a la tensión con Oltra

Del buen rollo con Ximo Puig a la tensión con OltraDurante estos primeros días en el cargo, Carlos Mazón ha vuelto a demostrar que su intención es entenderse con Ximo Puig. Otra cosa es lo que ocurra con Compromís y con Mónica Oltra. Mazón es de los que piensa que el PP debe confrontar con la coalición de izquierdas. Esta semana en la Diputación se ha recibido una notificación sobre la Ley de Servicios Sociales. A Mazón no le agradó ni un ápice y le trasladó la queja directamente a Puig durante un acto en València.