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Análisis

La partida del PP se juega en Alicante

La renuncia de Císcar le marca el camino a Bonig tras la debacle electoral. Cuando haya que decidir sobre la Comunidad, Génova volverá su mirada a la provincia para escuchar a Carlos Mazón

La tarde del pasado 18 de junio, cuando José Císcar anunció por sorpresa que abandonaba la presidencia provincial del PP, se originó un movimiento clave para entender el pulso que se avecina por el control de la nave popular en la Comunidad Valenciana. Una partida que se empezó a jugar cuando Teodoro García Egea, secretario general del PP y número dos de Pablo Casado, engañó como un chino a César Sánchez para alejarlo de Alicante como diputado en el Congreso en las elecciones de abril y recuperó del pasado a Carlos Mazón -enlace con aquella victoriosa etapa electoral también marcada por las sombras de corrupción en la gestión de Eduardo Zaplana y Joaquín Ripoll- para colocarlo en la Diputación con una toma de posesión tras el pacto con Ciudadanos ya prevista para el próximo viernes y lanzarlo luego al alto mando provincial del PP. César Sánchez mordió el anzuelo hasta el final. Le pudo la ambición sin pensar más, el principal rasgo que define su carrera política. Siempre cogió todo lo que le pusieron por delante. Esta vez también. Le tendieron la trampa. Y eso le condujo al error que le ha apartado de la Diputación camino del invisible exilio madrileño.

El movimiento estratégico de Teo, como es conocido el número dos del PP, tenía toda la intención. Eliminar obstáculos para que las élites zaplanistas de Ciudadanos despejaran el camino hacia la Diputación sin que surgiera la tentación de pactar con los socialistas. Y, de paso, tomar el poder en la única provincia desde la que a su vez se podía tender una cabeza de puente que le sirviera para asaltar cuando toque la dirección regional del PP en una organización donde Valencia es un «agujero negro» y Castellón insignificante para controlar el partido. Hábil como pocos en clave interna y un especialista a la hora de medir los tiempos, Císcar era consciente de que debía marcharse antes de que le echaran. Sabía que, más pronto que tarde, el siguiente movimiento de piezas sería pedirle el sacrificio para encumbrar a Mazón en el PP. Y camino de ese punto nos encontramos ahora.

Tras dejar su puesto en la Cámara de Comercio, el nuevo presidente llegará al Palacio Provincial el próximo día 19 después de una negociación plácida en la que ha manejado a su antojo la debilidad de Ciudadanos y su cercanía con muchos de los dirigentes del partido en el que actúa, al menos por ahora y hasta que se canse del juguete en las Cortes, Toni Cantó. Y en un plazo razonable que podría ir entre el último trimestre de 2019 y los primeros meses del año próximo, se celebrará un congreso extraordinario para instalar a Mazón a la presidencia provincial del PP. Eso supone volver al esquema clásico del partido en el que la Diputación y la cúpula popular van unidas además de dar carpetazo al experimento de la bicefalia entre José Císcar y César Sánchez. El mandato provisional que han asumido los alcaldes de Torrevieja, Eduardo Dolón, y Benidorm, Toni Pérez, en la presidencia y la secretaría general no puede alargarse demasiado. Dolón, número dos del PP con José Císcar y vicepresidente de la Diputación con César Sánchez, es un hombre que se mueve muy bien en su ciudad pero al que se le nota incómodo cuando juega en una cancha provincial en la que está casi inédito. Y al alcalde de Benidorm le preocupa, por encima de todo, la labor en su pueblo. Nada más. ¿Y el partido? Bien, gracias... Esa interinidad será un parche puntual y no por mucho tiempo. Por dos motivos: evitar que la cúpula provincial popular pierda aún más músculo político y social y, sobre todo, empezar a actuar a medio plazo para poder reactivar al PP en el conjunto de la Comunidad Valenciana.

Traducción: cuando Génova tenga que empezar a definir el futuro de su estructura valenciana y, por extensión, el liderazgo de cara a 2023, la mirada de Pablo Casado y Teodoro García Egea, no lo duden, se volverá hacia la provincia de Alicante. ¿Eso significa que Carlos Mazón es el aspirante a un mandato autonómico? No necesariamente. Pero si que su opinión será muy importante para lo que vaya a ocurrir en tanto que la pieza de la Diputación, junto a la del Ayuntamiento de Alicante que dirige Luis Barcala, es estratégica y determinante para el futuro del PP. Son las dos principales instituciones que han logrado retener tras este ciclo electoral en toda la Comunidad.

En estos momentos, sobran varios dedos de una mano para contar los notables del PP de Alicante que ven a Isabel Bonig alargando su liderazgo en estas condiciones sin el apoyo de Císcar desde la provincia y mucho menos repitiendo como candidata al Consell en 2023. Pero también es cierto que, mientras el partido se adentra en esta segunda etapa de la travesía del desierto, la actual presidenta regional del PP tiene un margen, al menos, para ganar tiempo pendiente de lo que ocurre tanto en la escena autonómica como en la estatal en el supuesto de que siga la inestabilidad en Madrid. Son muchos los que piensan en el PP, entre ellos los más próximos a Casado en Alicante, que la única salida que tiene Bonig es abordar una remodelación de su actual ejecutiva en la que obligatoriamente, exigen críticos y casadistas, tiene que ofrecer el sacrificio de la cabeza de su número dos, la oriolana Eva Ortiz, en el punto de mira de los afines al actual presidente del PP desde el último congreso nacional. Todo pasa, otra vez, por la provincia. El entorno de la secretaria general le anima a resistir, no ve razones para relevos en una ejecutiva que logró un 94% de apoyo y subraya que no habrá congreso extraordinario. Pero aquel 18 de junio, cuando Císcar dimitió, Bonig lloró amargamente. Sabía que finalizaba una etapa y que se abría el camino de la renovación en el PP. De nuevo vía Alicante.

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