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A Ciudadanos se le abren tres frentes

La crisis interna pone en tela de juicio su política de vetos a los socialistas pero también las alianzas con el PP y los pactos indirectos con los ultras

Toni Cantó con Luis Barcala durante las negociaciones entre Ciudadanos y el PP. jose navarro

Era cuestión de tiempo que dentro de Ciudadanos se reprodujeran las diferencias internas a raíz de la política de pactos que sitúa a los de Albert Rivera de forma clara y nítida en el bloque de la derecha junto al PP y los ultras de Vox. Un escenario que se ha reproducido con más intensidad, si cabe, en la provincia con los acuerdos en el Ayuntamiento de Alicante y la Diputación, las dos principales instituciones que quedarán en manos de la derecha en la Comunidad tras el doble ciclo electoral de abril y mayo. Durante la negociación hubo reflexiones entre cargos de Ciudadanos, siempre en privado, que avalaron el acuerdo en el consistorio alicantino pero a la vez mostraron dudas de que esa alianza se trasladara de forma automática a la corporación provincial, donde el PP lleva gobernando desde hace 24 años incluídas, durante la etapa de José Joaquín Ripoll en el Palacio Provincial, sonadas investigaciones por corrupción vinculadas a la «operación Brugal».

Lo cierto, sin embargo, es que el comité de pactos controlado por Toni Cantó decidió resolver en un mismo día y de una tacada el acuerdo municipal de Alicante junto al de la Diputación sin apurar ni siquiera los plazos. En el Palacio Provincial, de hecho, no habrá nuevo ejecutivo hasta finales del mes de julio por un contencioso electoral. Pero la alianza ya está cerrada. Y el PP sumará, cuando finalice este mandato, nada menos que 28 años en la Diputación, estos últimos cuatro con el respaldo de los dos escaños clave de Ciudadanos a pesar de que los socialistas son la fuerza más votada y de que el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, ofreció un pacto a los de Albert Rivera. No hubo ni siquiera media negociación entre los socialistas y los naranjas, cuya única alternativa fue desde el primer momento el PP.

A dirigentes de Ciudadanos en la provincia y en la Comunidad les preocupa un panorama en el que la formación tiene poca visibilidad municipal -apenas cuatro alcaldías- y en el que, además, se han decantado por entregar gobiernos al PP casi de forma automática. Temen que puedan acabar engullidos por los populares después de no haber sido capaces de dar un aldabonazo con un movimiento táctico en la Diputación a favor de los socialistas en la negociación postelectoral . Y, en parte, ese movimiento, soterrado hasta ahora en la provincia y la Comunidad en una formación que se mueve a golpe del «dedazo», ha emergido con la crisis interna que se ha abierto en la formación con la renuncia a sus cargos orgánicos del eurodiputado Javier Nart o de Toni Roldán, un especialista económico muy vinculado a Luis Garicano, además de otros cargos territoriales. El ala socioliberal de Ciudadanos se revuelve no sólo contra el veto a los socialistas o las alianzas automáticas con el PP sino también contra los pactos indirectos con los ultraderechistas de Vox, negados por Albert Rivera y sus fieles pero reales como la vida misma.

Y con esa herida tan profunda e ideológica que se ha abierto en este arranque del mandato tendrá que lidiar a partir de ahora Ciudadanos en un contexto muy complicado. Cabe recordar que este debate interno en la provincia y en la Comunidad Valenciana ya se inició hace ahora justo dos años cuando un grupo de cuatro diputados autonómicos encabezados por el hasta ese momento síndic parlamentario en las Cortes, Alexis Marí, se marcharon de la disciplina naranja por el giro conservador y a la derecha que había experimentado Ciudadanos. Un cambio de rumbo que, además, se redobla considerando al PP como socio preferente, ahora que pueden tocar poder en algunas instituciones. Poder que, en el caso de la provincia y la Comunidad, se limitan al espacio municipal, donde, por cierto, los resultados fueron bastantes peores que en las generales. Lejos de confirmar el intento de «sorpasso» del PP, esos comicios fueron un balón de oxígeno para los populares y una decepción para Ciudadanos.

El laberinto en el que se han metido los de Rivera con Toni Cantó como líder en la Comunidad y Mari Carmen Sánchez, en principio, muy bien colocada para intentar tejer un espacio de mando y visibilidad provincial, tiene tres escenarios en los que, a partir de ahora, Ciudadanos se tendrá que mover con el añadido de cuadrar cómo afecta desde ya a la estabilidad de la formación de Albert Rivera su grave crisis interna e ideológica. El primer frente, sin duda, tiene que ver con el sistema que tienen de relacionarse con sus socios del PP y la vía para no acabar enterrados dentro de gobiernos que no lideran. Segundo frente: los pactos indirectos con la ultraderecha. Ciudadanos niega cualquier alianza con Vox pero, sin ir más lejos, en el Ayuntamiento de Alicante, al bloque de gobierno le falta, al menos, un voto para poder aprobar grandes iniciativas en el pleno. Y los ediles de Vox pueden ser determinantes. En las Cortes, además, Toni Cantó ha respaldado en este arranque de mandato que los ultraderechistas estén en la mesa parlamentaria además de encarnar el mensaje más duro contra el Botànic II.

Y el último de esos frentes: la relación con los socialistas que, en estos momentos, se mantienen al alza, tal y como recogen los sondeos publicados después de las elecciones. Ciudadanos retiene una bolsa de votantes centrista y de corte moderado que se puede ver tentada de engrosar el espacio del PSOE ante la deriva de los naranjas con su giro a la derecha. No es menor, por tanto, lo que ocurre en Ciudadanos. Lo que está en en juego, sin duda, es el futuro político de la formación.

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