«Diremos que estuvimos aquí, en el Botànic, cuando regresemos a nuestros pueblos, y por ello se nos mirará con respeto. Quizá no hoy, ni mañana: pero tengamos por seguro que le hemos ganado la partida al tiempo». El alicantino Manuel Alcaraz se despedía ayer de la Conselleria de Transparencia, cargo que asumió hace cuatro años, con un sentido discurso donde definió el traspaso de carteras como un símbolo de la «esencia democrática de la renovación» y una invitación a «reflexionar sobre los límites del poder» y sobre la perpetuidad de los políticos: «Nadie está vacunado contra el vicio de creerse indispensable», advirtió.
Además de agradecer la «confianza» de Compromís, de Mónica Oltra y de Ximo Puig, Alcaraz celebró que la Comunidad «ya no anda sumisa ni humillada». En su opinión, la labor desarrollada en el área de Transparencia ha permitido «fundir el plomo de la peor época» porque «ofrecimos al pueblo valenciano la posibilidad de volver a ser dueño de la madrugada y del horizonte, invitamos a los desposeídos a ganar la voz de la dignidad y abrimos a entender cómo debemos acercarnos al futuro».
Manuel Alcaraz puso en valor las «manos firmes e ideas claras» de la nueva consellera de Participación, Transparencia, Cooperación y Calidad Democrática, Rosa Pérez. «A mí me dieron una carpeta vacía, a ti te la entrego llena, -indicó Alcaraz-, que me temo que será tu lectura veraniega... Ya sabes que estoy a tus órdenes», insistió el exconseller. Con unas palabras dedicadas a su hijo Manuel, que «ya sabe lo que hay que hacer con los corruptos y cómo hay que abrir los brazos a los inmigrantes», cerró esta etapa diciendo a sus más cercanos: «Confío en que me voy para permanecer en vuestra memoria».
